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Agro, ¿el camino es la recompensa?

En tiempos de Mundial, semejanzas del sector más relevante de la economía nacional con el fútbol.

Protesta de productores rurales
Protesta y acto de movimiento de productores agropecuarios autoconvocados en reclamo de soluciones a los altos costos productivos y baja rentabilidad de todo el sector agropecuario, en el predio de la Asociacion Rural de Durazno, ND 20180123, foto Fernando Ponzetto - Archivo El Pais
Fernando Ponzetto/Archivo El Pais

Guillermo Crampet Arbiza.

El camino es la recompensa... La frase popularizada por el Maestro Tabárez es mucho más que un conjunto de palabras. Entre los muchos asuntos que han marcado la agenda informativa del país durante este año, sobresalen dos de ellos y están vinculados a la problemática del sector agropecuario y al fútbol con la copa del mundo en Rusia. Hechos que parecen muy distanciados entre sí, pero que tienen varios puntos en común que son interesantes de analizar.

Tanto el agro como el fútbol cuentan con grandes desafíos y dificultades que deben afrontar a nivel local que resultan temáticas rutinarias que se discuten y buscan soluciones día tras día, pero fronteras afuera, en ambos casos, Uruguay es respetado por su historia y calidad que le permite competir frente a frente con cualquier otro país.

De local.

Es claro que Uruguay es un mercado muy chico para la venta de productos agropecuarios, al mismo tiempo para los jugadores. No hay dudas que el negocio para los clubes está afuera, lo que permite un mayor ingreso por la transferencia de un futbolista. Es lo que también sucede con los productos del agro, el mercado está afuera e históricamente ha significado la mayor facturación del país por concepto de exportaciones.

En Uruguay el fútbol tiene problemas de infraestructura, costos altos de varios tipos, cada vez menos aficionados van a las canchas, jugadores que prefieren formar parte de equipos de países vecinos, argentinos y brasileños, para después dar el salto a Europa, entre otros. Todo eso le ha sacado competitividad a los equipos locales para lograr resultados a nivel sudamericano: algo que ilusiona año tras año pero no se concreta desde hace tres décadas.

Lo mismo experimenta el agro. Costos de producción muy altos, el tipo de cambio que no lo favorece, falta de acuerdos comerciales que generan cargas arancelarias altas y el clima que golpea fuerte cada un par de años. Eso ha llevado que varias empresas se transfieran a la región o tengan que abandonar la competencia porque no son rentables.

Pero sí está claro que somos buenos formando futbolistas como produciendo alimentos.

No es tarea sencilla tener dos copas del mundo, dos torneos Olímpicos (homologados como Mundiales) y ser los mejores de América con quince títulos. Aunque tampoco es fácil tener más de 140 mercados habilitados para exportar carne vacuna y el reconocimiento por la calidad de los productos, inocuidad, avances tecnológicos y más. Todo frente a grandes potencias del mundo.

Proceso.

Definir objetivos a cumplir en el largo plazo es fundamental en todo ámbito de la vida y es la clave para alcanzar el éxito, siempre y cuando esté acompañado de una buena estrategia que permita realizar el proyecto de la mejor manera posible.

Lejos del fútbol uruguayo Óscar Tabárez, maestro de profesión, impulsó un programa con la selección nacional que, en su mayoría, es calificado con sobresaliente y admirado por el mundo. Se instauró una cultura basada en el trabajo y el esfuerzo, pilares esenciales para aspirar a buenos resultados, acompañada por una cadena con un fuerte compromiso en cada uno de sus eslabones.

“A diferencia del fútbol,

en lo local, al agro

no se lo reconoce...”

En el agro el proceso también logra superar la prueba de la calidad, aunque hay algunos aspectos internos (ya mencionados anteriormente) y externos, que están en el debe y es necesario aplicar una política de largo aliento. Y para lograr diseñar ésta, se deberían tomar acciones que escapan de los jugadores privados.

A nivel internacional muchos de los competidores del agro uruguayo han encontrado la táctica para jugar en primera división con una estrategia que está determinada por abrirse al mundo a través de acuerdos comerciales, que se benefician por una reducción de los aranceles para ingresar con los productos. La agropecuaria nacional participa en las grandes ligas y juega “las copas del mundo”, cuenta con jugadores de élite y conoce la estrategia, pero el entrenador parece no estar afín de emular lo que sus rivales han implementado con éxito. Y en competencias exigentes, son elementos que hacen perder posiciones en la tabla.

Consciencia.

A diferencia del fútbol y a nivel local, al agro nacional no se lo reconoce por su historia, por su poderío ni por sus títulos. Tampoco se lo valora por ser un sostén relevante de la economía del país. Desde muy chicos la cultura futbolística está en cada uno de nosotros, pero la del campo no. Y posiblemente sea un punto clave a trabajar a futuro.

Las políticas de largo plazo, a medida que sean exitosas, deberían ubicar a la agropecuaria en su lugar. El trabajo desde la juventud, como en el fútbol: un niño, una pelota; favorece a relaciones que permiten desarrollar una cultura de pertenencia. Y como sucede en el fútbol, trabajar en los procesos, entre otras cosas, tendería a no provocar divisiones.

Proyectar la agropecuaria hacia adelante podrá ser un factor clave para que el sector no pierda posiciones en la tabla y permita explotar las destrezas de cada uno de los jugadores de élite que compiten en las grandes ligas. De lo contrario y similar al fútbol local, levantar la copa seguirá siendo algo que ilusiona año tras año, pero nunca se concreta.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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