Se instalará el primer parque de secuestro de carbono de Uruguay en 2025, específicamente en el departamento de Paysandú. Se trata de una tecnología eficiente en el secuestro de CO2 a través de un proceso que convierte desechos orgánicos en biochar (biocarbón), y que aún no está en el país.
El proyecto implica la instalación de un primer reactor de pirólisis, con la capacidad de procesar 6.000 toneladas de residuos anualmente, generar 1500 toneladas de biochar y secuestrar 3000 toneladas de CO2 equivalente. Esto significa que un reactor tiene la capacidad de secuestrar por año lo mismo que secuestran 3000 árboles en toda su vida, según expresó Bernardo del Campo, CEO de ARTi, empresa dedicada a implementar soluciones innovadoras y sostenibles. Del Campo es un ingeniero agrónomo uruguayo que fundó la empresa en Estados Unidos en 2013, y ahora llega a Uruguay nuevamente para implementar este proyecto. Ver: www.ARTi.com
Mediante la articulación de distintos actores como proveedores de biomasa, inversores y compradores de biochar para el uso de tierras, pudiendo ser este último también un proveedor de la misma biomasa, se busca una alternativa para tres problemas: la gestión inadecuada de residuos agrícolas y forestales, la sequía y degradación del suelo y las emisiones de gases de efecto invernadero.
El proyecto es modular y escalable, y prevé la instalación de más unidades de producción de biochar en los años siguientes. Las unidades de pirólisis de ARTi convierten un pasivo ambiental en un activo para el medio ambiente, ya que reduce los desechos de origen orgánicos y los convierte en una enmienda utilizada para la restauración y regeneración de los suelos por su capacidad de retención de agua y de nutrientes, de regular el PH y favorecer la actividad microbiana, entre otros beneficios. La implementación del Parque de Secuestro de Carbono entonces, contribuirá a la mitigación del cambio climático.
La eficiencia en el secuestro de carbono, evitando de manera permanente que se libere a la atmósfera, ha posicionado al biochar como temática ineludible de los foros que buscan detener el calentamiento global.
En La COP28, por ejemplo, se afirmó que el biochar tiene la capacidad de remover el equivalente al 6% del total de emisiones globales anuales, y se sostuvo que la producción de biochar debería estar incluida en la estrategia de descarbonización de todo país que se haya comprometido al acuerdo de París.
Impacto en Paysandú. La creación del parque atraerá inversiones y fomentará el desarrollo económico local. La instalación y operación de los reactores de pirólisis generará empleo directo en operarios y técnicos e indirecto en proveedores y servicios auxiliares.
Esta acción se alinea con el objetivo planteado por Paysandú de tomar medidas para convertirse en una región carbono neutral. El uso del biochar en suelos locales regenera los suelos, aumenta la fertilidad de los mismos y la productividad agrícola y forestal, beneficiando a los productores locales.
Inversión. La instalación del primer reactor de pirólisis representa una inversión inicial de US$ 3 millones, a lo cual se debieran aplicar los incentivos fiscales que se obtienen por intermedio de la COMAP, por lo que la inversión sería sustancialmente menor, afirmaron a Valor Agrícola Magdalena Ordoqui, Business Developer para Uruguay de ARTi y María Mónica del Campo, CVO de la misma firma.
Este proyecto es modular por las características propias del reactor de pirólisis que se produce y traslada en un contenedor, es adaptable a diferentes biomasas y es escalable porque cada reactor puede estar promocionado por diferentes inversores,, lo cual favorece la adición de más unidades en un futuro cercano. Esto sugiere una estrategia de inversión progresiva.
El avance de este proyecto tendrá un impacto relevante en Paysandú y en Uruguay en general. A nivel local, contribuirá a la economía mediante la creación de empleos y la atracción de inversiones, mejorará el entorno medioambiental y este proyecto promoverá la adopción de prácticas sostenibles, así como reforzará la imagen de Uruguay como un país vanguardista en la adquisición de tecnología e instrumentos para combatir el cambio climático. Los Parque de Secuestro de Carbono de biochar son una alternativa para concretar los acuerdos y objetivos con los que Uruguay se ha comprometido, entre ellos los bonos indexados al cambio climático, el Acuerdo de París, el pacto mundial de reducción de emisiones de metano, el préstamo del Banco Mundial, entre otros, según aseguraron Ordoqui y Del Campo.
Plazos. El proceso de consolidación del proyecto requiere de 4 a 6 meses, y luego se comienzan todos los aspectos logísticos que implican 6 meses adicionales con la articulación entre diferentes actores para la implementación y puesta en funcionamiento.
Este es un proyecto de articulación entre diferentes actores, prácticamente, por definición. "Lo que sobra a unos, como los residuos, es el valor de otros como materia prima para la generación de biochar. El biochar por su parte se aplica en los suelos y mejora su composición física y química. Con el carbono secuestrado se pueden generar créditos de carbono, lo cual es otra forma de generar un retorno para quienes inviertan en esta tecnología", indicaron desde ARTi.
Con los parques de secuestro de carbono, como lo ha hecho anteriormente con la energía eólica, Uruguay podría convertirse en un centro de referencia en prácticas vinculadas a una tecnología eficiente y escalable para el secuestro de carbono a gran escala, y aplicación de tecnologías agrícolas sostenibles e innovadoras.
Esta sinergia con el sector productivo agropecuario nacional puede generarse de varias formas a través del proyecto de ARTi y su Parque de Secuestro de CO2 en Paysandú.
En primer lugar, por los beneficios del biochar en la mejora de la fertilidad del suelo, el ph y la reducción de la compactación. Al reducir esta última, facilita el crecimiento radicular de las plantas y mejora la absorción de nutrientes, lo que conduce a cultivos más saludables y productivos. Esto trae como resultado que se beneficie directamente a los agricultores al aumentar la productividad de sus cultivos.
Por otra parte, favorece la sostenibilidad y las prácticas agrícolas responsables: promover el uso de biochar entre los agricultores puede ser parte de una estrategia más amplia de agricultura sostenible y mitigación del cambio climático. Esto puede alinear las prácticas agrícolas de Uruguay con compromisos internacionales como el Acuerdo de París.
Otra de las sinergias a generar es la capacitación y transferencia de tecnología: ARTi no solo implementará reactores de pirólisis en el Parque de Secuestro de CO2, sino que también prevé ofrecer programas de capacitación y transferencia de tecnología a los agricultores locales. Esto incluiría el manejo adecuado del biochar y sus beneficios agronómicos.