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PromoBacter: una historia de innovación pragmática que posiciona a Uruguay en el mapa de los bioinsumos

Gustavo García Pintos, director de la firma, explicó los avances en bioinsumos y su impacto en producción y rentabilidad

Gustavo García Pintos, director de Biocis.
Gustavo García Pintos, director de Biocis.
Biocis.

El pasado jueves 10 de abril, en el local de UTEC exPaylana, se realizó la charla híbrida “Proceso de desarrollo de un bioinsumo agrícola en Uruguay”, a cargo del Ing. Agr. Gustavo García Pintos, director técnico de Biocis. La actividad, organizada por UTEC, ANEP-UTU y la Universidad de la República, abordó el recorrido técnico, regulatorio y científico que permitió a PromoBacter convertirse en el primer bioestimulante registrado oficialmente en Uruguay.

Durante la presentación, García Pintos repasó las definiciones de bioinsumo utilizadas por la FAO, INIA y el MGAP, y cuestionó la expectativa que muchas veces se deposita sobre estos productos. A modo de contrapeso, el ingeniero explicó que el desarrollo de PromoBacter se basó en una visión pragmática, enfocada en resultados productivos. “Vendemos un insumo que funciona y genera rentabilidad”, sostuvo. En ese sentido, relató cómo Biocis inició su camino en 2003 con el insumo foliar NutriBacter y evolucionó hacia PromoBacter, obteniendo su registro en 2022, luego de impulsar junto al MGAP la creación de una normativa específica para este tipo de productos.

El bioestimulante, basado en sustancias húmicas aplicadas por vía foliar, ha sido evaluado durante más de diez años en diferentes cultivos y regiones del país. Uno de los gráficos presentados mostró cómo se analiza históricamente su respuesta: no a partir de casos aislados, sino en función del comportamiento promedio sobre un número creciente de chacras. A modo de ejemplo con más de 290 casos procesados en cultivo de soja, "la recta de ajuste que representa la respuesta de PromoBacter demuestra resultados positivos, posicionándose consistentemente por encima de los valores obtenidos para el testigo. Este análisis, con un coeficiente de determinación (R²) de 0,90, refleja un excelente nivel de ajuste”, explicó García Pintos.

En otro tramo clave de la charla, el ingeniero abordó conceptos como epigenética, hormesis y plasticidad fenotípica, no como teoría de laboratorio, sino como marcos para entender el efecto real del bioestimulante y el modo de acción. Explicó que la señal que genera PromoBacter activa un mecanismo de defensa y adaptación. A través de un estímulo leve (hormesis), la planta modifica su epigenética —es decir, la forma en que expresa sus genes sin alterar su ADN— y moviliza respuestas. “Un bioestimulante no mueve solo una vía antiestresante. Mueve millones de expresiones génicas, que las activa o las desactiva, cambiando en parte el metabolismo de las plantas”, indicó. Y agregó: “Lo que nosotros generamos es una señal que le dice a la planta que algo malo viene. Aunque sea mentira, la planta se prepara, y en esa preparación tiene alta probabilidad de que aumente la producción (Plasticidad Fenotípica). Ese es el fenómeno que aprovechamos”.

También hizo referencia a un estudio publicado en revistas científicas internacionales, en el que un bioestimulante húmico aplicado sobre plantas generó un 3% más de expresiones génicas, lo que equivale a aproximadamente 1.500.000 cambios funcionales a nivel celular, de los cuales solo unas 2.000 se asociaron a vías conocidas como la quitinasa, el metabolismo del calcio o la señalización hormonal. “La mayor parte del efecto sigue siendo una caja negra, pero lo importante es que da resultados”, remarcó.

Por último, García Pintos subrayó que la apuesta de Biocis no se apoya en narrativas verdes como eje principal, sino en datos de productividad. “La ecuación agrícola que mostramos no es genética más ambiente. Es genética más bioestimulante más ambiente, y medimos en chacras qué pasa cuando se aplica y cuando no. Ahí está el diferencial. Y ese diferencial es rentable”, enfatizó. Cerró con una mirada crítica sobre la idea de sostenibilidad, señalando que si bien es deseable, no debe ser el único criterio de validación. “Estamos viviendo más y llegando mejor a la vejez, además la productividad de los cultivos crece año a año, sin embargo, tenemos la precepción -y en muchos casos la certeza- de que los sistemas de producción no son sostenibles a largo plazo. Un bioestimulante no es una solución mágica, pero sí una herramienta poderosa si se la usa con rigor y enfoque técnico”.

La charla —que también se transmitió en modalidad virtual— cerró con una invitación al pensamiento crítico y al desarrollo de tecnologías adaptadas al agro uruguayo, con foco en la productividad, la rentabilidad y la validación científica como ejes.

Extraído de: Valor Agrícola

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