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El Instituto Nacional de Semillas (INASE) llevó a cabo el pasado viernes una nueva edición de la Evaluación Nacional de Cultivares de verano en el predio de la Asociación Rural del Uruguay (ARU) en Melilla. La actividad contó con la presencia de representantes del sector semillerista, técnicos y autoridades, con el objetivo de analizar el desempeño de cultivos clave como maíz, sorgo y soja.
La Evaluación Nacional de Cultivares es una instancia que se realiza anualmente en Melilla, y año a año ha ido ganando en participación de empresas y técnicos. "Esta jornada no está enfocada en productores, sino en las empresas que tienen sus materiales en evaluación. Ellos vienen a observar el comportamiento en el campo, y luego complementan esa información con los datos de rendimiento y calidad obtenidos en los ensayos", explicó el presidente de INASE Álvaro Núñez, en diálogo con Valor Agrícola.
Núñez destacó la importancia de esta instancia, donde se pudieron observar cultivos en distintas condiciones y manejos. "Hasta el año pasado evaluábamos solo sorgo y maíz, pero a partir de este año, INASE también asumió la responsabilidad para soja en tres localidades: Melilla, Dolores y Paysandú, en acuerdo con la Facultad de Agronomía", explicó.
Durante la recorrida, se presentaron ensayos de maíz en diferentes condiciones de riego y destino productivo (grano y silo), así como sorgos de ciclos cortos y largos, forrajeros y para silo. En soja, se evaluaron materiales de ciclos cortos y largos en distintas fechas de siembra. "Hubo una muy buena participación de empresas y nos acompañó también la Facultad de Agronomía, que participa en la red de ensayos de soja", agregó Núñez.
La Evaluación Nacional de Cultivares tiene como objetivo generar información técnica para el sector productivo. "Es un requisito obligatorio para determinadas especies que necesitan ser evaluadas antes de su comercialización y certificación en Uruguay", explicó el presidente de INASE. Además, los datos que surgen a partir de la jornada son fundamentales para técnicos y productores a la hora de decidir qué materiales utilizar en cada campaña.
INASE está trabajando para que esta información sea más accesible y digitalizada que permita una consulta rápida de los resultados obtenidos en cada evaluación. "Cada vez más buscamos que los datos sean fáciles de obtener, independientemente del año en que se haya hecho la evaluación", señaló Núñez.
En relación con la certificación de semillas, Núñez explicó que si bien esta no es obligatoria para la exportación, en algunos mercados como el europeo, se exige certificación. En Uruguay, la certificación es obligatoria para gramíneas forrajeras como avena, festuca, raigras y dactylis, entre otras. "Siempre está la discusión de si deberíamos tener más área certificada, pero en muchos casos el productor no necesita ni está dispuesto a pagar por una calidad genética superior", sostuvo.
El control de calidad de las semillas comerciales también es un foco de trabajo de INASE, que realiza ensayos de verificación varietal para asegurar la trazabilidad genética. "Hemos encontrado muy pocos casos en los que los materiales no cumplen con los parámetros de calidad genética", afirmó Núñez.
Extraído de: Valor Agrícola