-¿Cómo ve la actualidad del sector arrocero uruguayo?
- La actualidad del sector es buena. Venimos de un par de años de buenos precios internacionales, como consecuencia de la decisión de India, que es el mayor exportador mundial de arroz, de prohibir las exportaciones, así como una menor producción en ciertas zonas, lo que representaba un saldo exportador regional moderado. Esto permitió una mejora transitoria de la ecuación económica para el sector en los últimos 2 años, que se refleja además en el aumento del área sembrada para esta campaña y la previsión de los mayores volúmenes de los últimos años.
El sector arrocero de Uruguay es un caso muy particular a nivel mundial. La integración de la cadena en su totalidad, fuertemente impulsada por el sistema de precio convenio, permiten un trabajo conjunto desde la fase de investigación y producción en las chacras, hasta la industrialización y comercialización.
Uno de los pilares de la investigación es que no se mira al arroz como cultivo aislado sino como parte de una rotación, siendo que además es el único país en el mundo donde la rotación del cultivo es obligatoria. Esto además del propio negocio arrocero, tiene beneficios en el sector agropecuario en su conjunto y en la diversificación con otros cultivos.
Otro de los pilares es el desarrollo de variedades más productivas, pero sin perder de vista la calidad culinaria. La apuesta de Uruguay, a diferencia de otros países productores, no fue solamente por productividad, sino que siempre la calidad se mantuvo como una prioridad, siendo parte del sello distintivo que caracteriza al país. Hoy somos uno de los países que produce más arroz por hectárea del mundo, teniendo una calidad reconocida mundialmente.
El mayor desafío es que exportamos más del 90% de nuestro arroz en un mercado internacional fuertemente intervenido, donde los precios son establecidos principalmente por la oferta desde Asia. En ese contexto no solo alcanza con tener un excelente producto, sino que se hace fundamental hacerlo a niveles de costos competitivos. La calidad se paga, pero todo premio por calidad tiene un límite.
-¿Cómo enfrentan la estructura de costos del país vs la posibilidad de agregar valor?
-Este es un tema de preocupación constante para la industria arrocera nacional, algo que venimos trabajando desde hace mucho tiempo, no solo ahora.
En años de precios altos, nuestros altos costos de producción se pueden soportar mejor, pero en los años de precios normales, se hace muy difícil competir en el mercado internacional. El sector ha pasado, no hace mucho, por años muy difíciles a nivel de rentabilidad, dados por precios internacionales bajos y costos locales altos. De hecho, el ultimo fondo arrocero se terminó de pagar el año pasado, mecanismo que se utilizó en aquel momento como un mecanismo que ayudara al rubro a atravesar estos momentos. Uruguay viene agregando valor constantemente mediante desarrollo de variedades específicas para diferentes mercados, así como protocolos de producción específicos que permiten llegar a los sitios más exigentes del mundo. Hoy también estamos trabajando fuertemente en la certificación de arroz en base a atributos de sostenibilidad, bajo un sello internacional (SRP), pero esto no es suficiente si no mejoramos la competitividad.
Con esto no me refiero al tipo de cambio, que es un factor muy importante para el sector, sino directamente a los costos de producción y transporte de nuestros productos. Tenemos los costos de energía y combustible más altos de la región y el peso de estos dos factores en el total de los costos es muy importante, tanto a nivel de chacra como a nivel de industria. Hay que mejorar los costos y la eficiencia del transporte interno, los costos portuarios y trabajar en la conectividad para hacer que Uruguay siga siendo un origen confiable no solo en calidad sino también en tiempos de entrega. Hay que trabajar también en la productividad en la industria, mediante innovación y asimilación de nuevas tecnologías.
- ¿Qué esperan de la nueva administración en cuanto a trabajo en acceso a mercados?
- Como siempre, esperamos trabajar en conjunto con la nueva administración y descontamos que así será. Hoy exportamos a más de 40 países. En ciertos casos, tenemos que mejorar mediante acuerdos fitosanitarios que dificultan nuestra comercialización o directamente agregan costos a las exportaciones. En otros casos el foco estará en trabajar mediante acuerdos que permitan llegar por lo menos en iguales condiciones que nuestros competidores. América Central es un gran importador de arroz y un destino creciente de nuestro producto, y por ahí habría que avanzar. Hay que estar atentos también y reaccionar rápido ante oportunidades que se pueden ir presentando. A veces la clave está en adaptarse rápidamente a una nueva oportunidad, y en eso hay que estar alineados la industria con el MGAP y Cancillería.
-¿Qué panorama ve para el precio del arroz en el definitivo y en la próxima campaña?
-Recién estamos cerrando el ejercicio, y finalizando con los costos de las industrias, que es uno de los componentes determinantes del precio definitivo. Una vez cerrado el costo, nos sentaremos con la ACA a discutir el precio definitivo, que será la segunda quincena de Marzo.
La tendencia de los precios internacionales de los últimos meses ha sido de una corrección a la baja, como consecuencia de una mayor oferta de arroz de Asia a precios muy inferiores de lo que eran en esta misma época del año pasado. Además, una mayor estimación de producción en el Mercosur pone más presión sobre los precios.
La disponibilidad de información de mercado hoy en día hace que todos los participantes del sector tengan acceso a los precios internacionales día a día. Por esto, entiendo que hoy hay un consenso dentro del sector en que los precios esta campaña serán más bajos si no surge nada extraordinario que revierta esta tendencia, aunque no está claro aún cual será el precio. Esto recién empieza y queda mucho camino por recorrer.
