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Cultivos en jaque: incertidumbre climática y presión de costos en el litoral uruguayo

La falta de lluvias y los altos costos productivos condicionan la campaña agrícola en Paysandú. Según el ingeniero agrónomo Luis Simeán, aunque los cultivos presentan buen desarrollo inicial, el futuro depende de precipitaciones clave y estrategias comerciales acertadas

Soja.
Soja.
URUPOV

La región se encuentra atravesando una campaña agrícola marcada por la incertidumbre climática y la presión de los costos, según analizó el ingeniero agrónomo Luis Simeán, gerente de Copagrán, filial Paysandú, en diálogo con Valor Agregado de radio Carve.

Los cultivos de verano presentan, en general, un buen desarrollo, impulsado por las reservas de agua acumuladas en el perfil del suelo. "Las implantaciones son buenas, no hay pérdidas de plantas, pero la falta de lluvias genera preocupación", señaló Simeán. Enero comenzó sin registros significativos de precipitaciones, y los pronósticos auguran episodios escasos, situación que podría comprometer etapas claves como el llenado de grano en maíz o la floración en soja.

Entre las alternativas de verano, el maíz surge como el cultivo más rentable, con rendimientos proyectados de hasta 10.000 kilos por hectárea y un precio base de 200 dólares por tonelada. "Con esos números, el maíz cierra una cuenta interesante", destacó Simeán. Por otro lado, la soja enfrenta márgenes ajustados debido a los precios internacionales deprimidos, que apenas rondan los 360 dólares la tonelada.

Chicharrita bajo control y nuevos desafíos comerciales

Uno de los fantasmas de campañas anteriores, la chicharrita del maíz, no ha tenido impacto relevante en los cultivos de primera, y su aparición en los de segunda parece poco probable. Sin embargo, las áreas sembradas con girasol y sorgo en la región se redujeron significativamente debido a los daños causados por aves.

En cuanto al mercado internacional, Simeán fue claro: "La zafra de verano ya está jugada". Las decisiones futuras se centrarán en fijaciones de precios, que, hasta el momento, los productores han postergado. La meta para la soja sigue siendo alcanzar los 400 dólares por tonelada, una referencia que podría permitir cubrir costos y obtener márgenes positivos.

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