Publicidad

Una mirada integradora se vio en la 19ª Jornada de la UPIC

Desde la investigación hasta la cría, la invernada y la carne de calidad.

imagen-34f8ff72-009c-4a21-9fc4-a7c468904e52-11769197-1024x494.jpg

Foto: Pablo Blanc

Pablo D. Mestre. 

Más de 1.300 productores procedentes de todo el país colmaron las instalaciones del Salón Egeo en Paysandú con la 19ª Jornada de la Unidad de Producción Intensiva de Carne (UPIC), de la Facultad de Agronomía.

Este año la actividad tenía como objetivo brindar una mirada integradora de la ganadería, sustentándola con datos técnicos.

Según el Ing. Agr. Álvaro Simeone, el objetivo primario se cumplió. Desde hace 19 años se ha caracterizado por ser siempre una jornada técnica, con la presentación de los datos y un espacio para discutir el negocio ganadero per se. En general se han invitado a personalidades vinculadas a la definición de políticas públicas. Han estado un Presidente de la República (José Mujica), el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (Tabaré Aguerre), el Ministro de Economía (Danilo Astori), presidentes de INAC (Federico Stanham y Alfredo Fratti), que han hecho aportes de primera mano al productor de quienes definen la visión macro del negocio ganadero.

“Ahora nos pareció pertinente tener un enfoque desde el llano, de los receptores de las políticas públicas”, dijo Simeone. Por eso hablaron los protagonistas: productores, industriales e investigadores.

Se presentaron tecnologías sobre la cría y la visión del criador, tecnología sobre la invernada y la visión del invernador, tecnología sobre la calidad de carne y la visión del industrial, para después todos juntos hacer un intercambio de ideas.

Hubo récord de participantes. “La gente fue muy receptiva, la calidad que se reflejó en la exigencia de las preguntas y planteos”. Además, según el director de UPIC, año a año las caras se repiten y en cada año tienen la foto de la investigación del año y si suman todas las jornadas tienen la película de cómo va evolucionando la investigación en UPIC”.

La cría.

Todo el enfoque de la investigación generada en la cría este año tenía un perfil: trabajar en los costos.

Una tecnología que, según Simeone, “sabemos que el número cierra siempre, el destete precoz aplicado en vacas que están en condición corporal inferior a 3, en la escala del 1 al 8”. Entonces, una vaca que va a tener una preñez de 50, con el destete precoz “se va a una preñez de 90”.

Y se presentó el gasto generado para eso, “la ración del ternero, siempre es inferior al ingreso adicional que genera esa tecnología. Pero debemos seguir bajando los costos”.

¿Cómo se hace?

“Sustituimos el costo de una ración que vale 400 dólares/tonelada, por un alimento que vale 200 dólares: la Burlanda de Sorgo”. El director de UPIC explicó que “fuimos cambiando hasta llegar del 100% de ración hasta el 100% de Burlanda de Sorgo y la performance animal no se ve muy afectada, pero el costo sí: bajó 22 centavos por kilo de ternero producido”.

Es decir que si en el destete precoz, “que el beneficio es en la preñez de la vaca, pero queremos que el ternero tenga por lo menos 600 gramos de ganancia”, con la Burlanda de Sorgo tenía esa ganancia y el costo por kilo de ternero bajó 22 centavos. “Si le metemos 100 kilos al ternero, de 70 a 170, nos costaron 22 dólares menos. Algo que sin dudas ayuda más al criador”.

El caso práctico que se presentó fue del criador Felipe Ferraro que hace 10 años que tiene más de 80% de preñez, en Cerro Largo. A todas las vacas primíparas, o sea las vaquillonas en su segundo entore, categoría que generalmente tiene 20 o 30% de preñez, él logra tener un 85%.

Aplica siempre destete precoz y utiliza una ración que vale en ese entorno. Ahora, según Simeone, “tendrá que sacar las cuentas, aún con el costo del flete, en base a los coeficientes técnicos que se presentaron en UPIC para cambiar la ración”.

Ferraro presentó datos reales, concretos, con ese sistema criador, en torno al 85% de preñez. Tiene un ingreso de US$ 67 por hectárea, en 861 hás, son unos US$ 60.000 por año, o sea US$ 5.000 al mes. “Todo el desafío es para que sobre esa empresa, que ya es viable, hacer algo para mejorar más el resultado económico”.

¿Cómo hacerlo?

“Quizás con otra tecnología, que también fue presentada en UPIC, de aplicar el ADT (alimentación diferencial del ternero)”. En lugar de vender terneros de 140 kg en otoño, quizás hacer la cuenta que si encierra el ternero en invierno le convierte 6 a 1 y después puede vender en la primavera un novillito de 300 kilos para que lo compre un feedlotero para la Cuota 481. “Efectivamente en lugar de vender 140 kilos de ternero, venderá 300 kilos de novillito que son más dólares.”, sostuvo Simeone.

Lo que se demostró en UPIC este año fue que el gasto adicional para transformar ese ternero en novillito es inferior al ingreso, por lo tanto, el resultado es positivo.

La Invernada.

Los integrantes de UPIC presentaron una tecnología vinculada no tanto a la bajada de los costos, sino a un aspecto que preocupa mucho, de implementación operativa. “A veces se dice que un invernador chico para encerrar novillos para poder acceder a la Cuota 481 tiene que tener un feed lot, un mixer, comedero de hormigón, gran implementación. Si es a gran escala efectivamente deben tener eso. Todos sabemos que si tiene más de 1.000 animales encerrados tiene que tener eso y pileta de tratamiento de efluentes, etc.”, se planteó Simeone.

Pero ¿un productor más chico puede hacerlo?

Preocupados por eso, los técnicos de UPIC presentaron entonces datos de un encierre de novillos para Cuota 481, que en lugar de tener todo eso, cuenta con un comedero de autoconsumo.

“Un productor que tenga 3 tandas de 105 novillos, que son 3 jaulas, no se va a comprar un Mixer. Pero sí puede tener un comedero de autoconsumo”, aseguró el Ing. Simeone.

En lugar de darle todos los días comida tres veces por día, “lo que presentamos fue llegar a un comedero de autoconsumo una vez por semana y tener novillos alimentándose de ese comedero”.

Demostraron que la ganancia de peso no se ve afectada por la forma de suministro. “Comparamos autoconsumo versus suministro diario y no se vio afectada. Eso demuestra la viabilidad. Pero no es para un productor de alta escala, sino de pequeña escala”.

Tras esa presentación tecnológica de la alimentación a corral, “que vino a quedarse en la invernada, no es una moda”, según concepto de Simeone, los productores de Ombúes de Lavalle, Rocío Bertolleti y Juan Dumestre mostraron su experiencia productiva.

En un campo de unas 900 hectáreas, la mitad arrendado, con unas 200 hectáreas de área de pastoreo, la mitad campo natural. Los mejores campos los usan para la agricultura y producción de semillas finas y el remanente del área para una ganadería que es muy intensiva con pastoreo en praderas permanentes y un componente muy fuerte de alimentación a corral para ganado Cuota, ganado no Cuota, invernada de Holando, e invernada de ganado de carne.

Con esa combinación, toda basada en tecnología UPIC sobre todo en el uso de la alimentación a corral, sacan 236 dólares de margen bruto por hectárea de superficie de pastoreo ganadero. Claro, sobre el área agrícola sacan 600 dólares por hectárea. Lo interesante es que, al ser productores CREA, tienen mucho nivel de registros precisos. “Ese dato fue consistente en los distintos años, los US$ 236 son el promedio de una serie histórica que va desde el año 2010 al 2017, algo bastante contundente”.

Viven del campo, por estilo de vida, con su familia. “Y por más que son profesionales ambos es su único ingreso, son más de US$ 40.000 de ingreso, sumado al ingreso de agricultura y eso les permite vivir del campo, que en definitiva es el objetivo de todo esto”.

La industria.

En el bloque industrial, la UPIC si bien pone énfasis en la parte nutricional y tiene información sobre el impacto de las alternativas nutricionales sobre la calidad de producto, no tiene grandes antecedentes. “Pero nos estamos asomando a ese aspecto”, señaló su director.

Preocupados por avanzar cómo nutricionalmente se le puede agregar valor a la carne, “hicimos un trabajo de hacer una manipulación nutricional, incorporándole en la última fase de terminación en la alimentación a corral, una suplementación de un mineral que se llama el Celenio, y en particular una forma del mismo que es el Selenio Orgánico”. La idea era comprobar cómo eso afecta a la vida media útil de la carne en góndola.

“Comprobamos que agregándole ese mineral Selenio, que tiene un costo muy bajo, mejora la calidad, impide que la carne se enrancie y hace que dure más en góndola, lo que al industrial y al expendio de carne puede ser un beneficio”.

Este es el primer paso de empezar a trabajar en ese sentido. “Presentamos esos datos como antecedentes para que después el industrial nos dé su visión sobre ese enfoque”.

El aporte de Eduardo Urgal, de Frigorífico Pando, sugirió un formato cualitativamente diferente, de tratar de desarrollar una ganadería basada en una economía por contratos.

Se preguntó: ¿qué es lo que quiere mi cliente? Tratemos de protocolizar aspectos nuevos. Un invernador puede negociar con un industrial sobre qué quiere: carcasas de 300 kg, que todo el ganado sea todo parejo Angus o Hereford, o que el espesor de grasa subcutánea sea 15 mm, determinado nivel de marmoreo… O una determinada seguridad en las entregas, de forma que se va a entregar cada tres meses tanta cantidad de ganado intercalado.

Protocolizar eso y establecerlo.

Eso podría, según Álvaro Simeone, “implicar cierto valor agregado y formar nuevos contratos”. Se adelantó a decir que la palabra sigue valiendo, “no se habla de desconfianza, pero vale la pena afinar los requerimientos”. Y quizás, agregó, “se habla de algunos centavitos más o menos, que terminan después haciendo la diferencia en el negocio”.

Pero no sólo la industria, citó por ejemplo entre el criador y el invernador. ¿Cuánto más estás dispuesto a pagar por mis terneros para que sean todos castrados, todos mochos, todos Angus, todos Hereford, todos caretas? O que todos sepan consumir ración, que todos tengan ya cierto tratamiento antihelmíntico y contra parásitos externos. O que los entreguen en determinado momento.

Protocolizar eso y establecerlo. “La palabra sigue valiendo. Es afinar sobre esa buena ganadería que existe en Uruguay, tratar de hacerla más sofisticada como forma de mejorar el negocio e integrar la cadena cárnica, no en el discurso, sino en los hechos concretos”, aseguró el director de UPIC.

Las Cifras.

Tras el abordaje de tecnología de cría y la visión del criador, tecnología de invernada y la visión del invernador y tecnología en calidad de carne y la visión de la industria, se presentó un trabajo elaborado por el propio Álvaro Simeone, con Ignacio Buffa y Virginia Beretta, que está publicado como toda la jornada, sobre cómo hacer para mejorar los resultados.

Y se presentó el caso de un criador.

Por ejemplo, vende terneros de 140 kg en marzo, pero quiere ganar más.

Entonces ¿por qué en lugar de venderlos no se los queda?. En invierno en un campo que tiene 100% campo natural es complicado, entonces se encierran y después con los pastos de primavera, en septiembre, pastorea un poco y los termina vendiendo en noviembre.

“Cuando proyectamos la ganancia, como el encierre de ternero, va a llegar a 313 kg y ahí los vende. Cuando comparamos pasa de US$ 50 por hectárea a US$ 70, son 20 mil dólares por año, en un campo de 1.000 hectáreas”.

Pero se genera la duda. En otoño no tiene la plata de los terneros, porque se los queda, y a su vez tiene que hacer el gasto en ración para engordarlos. Y además el ingreso le va a llegar recién en noviembre. Entonces, ¿será que la rentabilidad marginal que tiene, puede aguantar ese crédito que tiene que tomar, que puede ser bancario o de un proveedor? Y a su vez sostener el flujo normal: o sea los gastos del establecimiento, los retiros familiares que siguen existiendo.

Según Simeone lo que se demostró es que sí. Que la rentabilidad adicional que tiene puede sostener ese costo financiero entre marzo y noviembre porque es lo suficientemente robusta la aplicación de tecnología para ello. Se hizo el flujo de caja, “se simula que se toma un crédito, para pagar la ración y para sostener la caja de la empresa durante esos 6 meses al 5% anual y al final de diciembre, como vendo los terneros con más peso, me permite saldar el crédito”.

imagen-upic4-1024x688.jpg

Reconocimiento.

En las Jornadas de UPIC se le dedica un espacio para un reconocimiento a alguna personalidad que haya hecho una contribución importante a la ganadería nacional. Este año fue para Graciela Quintans, investigadora que ha hecho una contribución importante a la ganadería nacional y en particular a la cría. “Graciela ha trabajado mucho en base a su aptitud académica y a su actitud, con trabajo permanente, metódico, que ha tenido logros importantes que se ven en ese evento importante como el Taller de Diagnóstico de gestación que se hace todos los años y que aporta mucho a la ganadería nacional”, sostuvo el Ing. Álvaro Simeone.

Y es más, el director de UPIC le destacó un descubrimiento académico, tecnológico “que ha hecho Graciela y que ha cambiado a la ganadería nacional: la suplementación de terneros sobre campo natural con afrechillo de arroz. Hoy parece fácil, pero lo descubrió ella”, dijo.

Lo que viene.

El año que viene serán los 20 años de las Jornadas de la Unidad de Producción Intensiva de Carne. Por eso se piensa en algo diferente. “Nos parece interesante volver a donde empezamos: a la facultad. Retomar el espíritu de ir al campo. No sé cómo hacer una jornada de campo con 1.300 personas, pero de alguna manera le vamos a encontrar la vuelta, hacer circuitos, con ómnibus, manejar grupos para que se pueda hacer. Quizás haya que hacerla en dos días, con inscripciones previas. Pero queremos jornada de campo, conferencias y después un curso post UPIC para ganaderos. Para que tengamos oportunidad de retribuirle a la gente todo lo que nos ha aportado en todos estos años”, expresó el director de UPIC, Ing. Agr. Álvaro Simeone.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

Publicidad

Publicidad