Recibirá un agro con problemas, pero dinámico.
Nicolás Lussich.[/caption]
Al mismo tiempo, este agro con problemas de competitividad y costos, tiene más exigencias: tanto desde los mercados internacionales como por disposiciones locales, establecer los sistemas de producción -en muchos rubros- es más complicado. No quiere decir que no haya valor en esto: notoriamente la necesidad de mejorar el cuidado de los recursos básicos (calidad de agua, suelos), exige una tarea permanente, tanto a nivel de promoción de sistemas cada vez más sustentables como en la vigilancia y sanción, para que las reglas se cumplan. Si todo esto apunta a valorizar la producción en su globalidad -dando garantías de inocuidad y trazabilidad a los consumidores finales- y se produce cada vez mejor, el resultado será positivo. Pero no puede perderse de vista que todo esto genera costos -implícitos y explícitos- para la producción, justo cuando los problemas de competitividad son más acuciantes y los márgenes se achican.
Más productividad. Lacalle Pou recibirá un agro con problemas, pero dinámico: es un sector más productivo, con rendimientos agrícolas que han subido permanentemente en la mayoría de los casos. La productividad ganadera y lechera, también avanzan. La inversión en infraestructura -más adentro que fuera de portera-, la genética, el conocimiento y la tecnología en general, están dando rédito en las chacras, tambos y campos. Es un elemento alentador a futuro: si se dan las condiciones para mejorar la competitividad y se abren más mercados, con mejor acceso, el sector puede responder haciendo pie en dicha mayor productividad, expandiendo recursos para aumentar la producción y los ingresos. Si eso se logra con mayor inclusión, renovando y -ojalá- aumentando el número de productores, sumando técnicos y servicios, el sector puede ser nuevamente un motor de crecimiento y mejora social en todo el territorio, como lo fue cuando protagonizó la recuperación de la economía luego de la crisis de 2002.
No será la misma historia: Uruguay está mejor, pero con problemas serios que no son fáciles de superar. La macroeconomía no ayuda y el Estado pide más de lo que da. Se requerirá un gobierno que gestione con eficacia y mirando a mediano y largo plazo. Y que no solo trabaje mejor en lo suyo, sino -tal vez lo más importante- confíe en que -si se dan las condiciones- el campo responde. Así, tal vez, los números de 2024 serán mejores que en 2019.