El clima para el desarrollo de los cultivos de verano en Estados Unidos ha sido particularmente bueno, lo que ha fundamentado proyecciones de aumento en las cosechas para este año, en especial en el caso de la soja. Esto le venía poniendo mucha presión al mercado, con el precio de la oleaginosa en descenso ya desde el mes de junio. A esto se agregó la divulgación del último informe mensual de oferta/demanda global del Departamento de Agricultura de Estados Unidos a principios de esta semana. Allí se incorpora un aumento en el área y en el rendimiento de soja en ese país (segundo productor mundial), lo que llevó a aumentar la proyección de producción de EEUU hasta casi 125 millones de toneladas, un aumento de más de 10% respecto a la cosecha del año anterior.
Al mismo tiempo, el informe incluye una fuerte suba en la producción proyectada para el Brasil (principal productor mundial) que pasaría de 153 a 169 millones de toneladas, una cifra impactante que -sin embargo- algunos operadores de mercado consideran que incluso puede ser mayor. Para Argentina plantea que la producción supere las 50 millones de toneladas. Por supuesto, las cosechas en Brasil y Argentina, así como las del resto de nuestra región, corresponden a un cultivo que ni siquiera ha comenzado a plantarse. Y es posible pensar que la caída del precio pueda ponerle algún recorte a esa producción estimada. Sin embargo, la competitividad de Brasil en su expansión agrícola reciente, acompañada de movimientos cambiarios que abren ventanas de oportunidad para los exportadores brasileños, permite a los productores norteños vender a precios muy competitivos. De manera que la proyección de nuevo crecimiento en la cosecha de Brasil esté bien fundamentada. Salvo contingencias climáticas no previstas, Brasil seguiría creciendo en su producción de soja, agregándole más presión al mercado.
Por el lado de la demanda, el informe plantea que las importaciones de China caerían levemente de 111 a 109 millones de toneladas. Si bien esto está lejos de ser un derrumbe ni mucho menos, con producción al alza y una demanda de importaciones relativamente estable (China es el principal importador mundial) la proyección de stocks muestra una fuerte suba al pasar de 112 a 134 millones de toneladas, un aumento de casi 20%.
Esto lleva la relación stock/consumo a su mayor nivel en por lo menos 30 años. Dicho de otra forma, nunca se había visto una relación stock/consumo tan alta en soja, al menos desde mediados de los años 90, superando incluso la de la zafra 2018 2019. Parece claro que el escenario es netamente bajista, si bien se trata de proyecciones en el caso de la producción del hemisferio sur.
En lo local.
Este panorama a nivel global se traslada de manera directa al mercado local, con la soja tocando los 350 US$/ton puesta en puerto, un nuevo mínimo que vuelve los valores a aquellos muy bajos que se daban en los años previos a la pandemia. Aquellos precios llevaron a una importante reducción en el área de soja y de la agricultura en general. El área de la oleaginosa cayó a cerca de 900.000 hectáreas. ¿Sucederá lo mismo?
La agricultura ha logrado aumentos en productividad que le permiten sostener una producción competitiva a pesar de los avatares de precios y clima. Pero todo tiene un límite: si la caída de precios tan abrupta de los últimos meses no tiene al menos una corrección apreciable, parece bastante obvio que el área de soja va a tener una corrección en esta próxima zafra. Consultando técnicos y empresas comercializadoras, hay casi una convicción de que habrá una baja, especialmente en la zona Este del territorio, donde ya viene particularmente afectada por el exceso de lluvias e inundaciones de la última cosecha.
Por suerte, es una región donde está la mayor parte del área de arroz, cultivo que tiene un escenario de precios casi inverso: goza de precios históricamente altos en la medida que la India mantiene sus restricciones en las exportaciones y eso puso los valores internacionales de este grano un escalón bien arriba de los promedios históricos.
Por supuesto, el aumento en los precios -como en cualquier producto- estimula la producción y es posible que esto modere este salto de cotizaciones que tuvo el precio del arroz. A su vez, todo está pendiente de las decisiones de India. De todos modos, como se muestra en el cuadro, la relación stock/consumo se ubica claramente abajo de lo que eran los máximos que se veían unos 5 años atrás, cuando el precio estaba muy presionado. Además, el comercio de arroz es una porción muy baja de la producción mundial, por lo que restricciones en la exportación como las de India tienen un impacto mucho mayor de lo que las relaciones globales de producción-consumo pueden plantear.
Maíz y trigo.
En el caso del maíz y el trigo también hubo caídas importantes en los precios en las últimas semanas, aunque no son tan abruptos en la comparación histórica como en el caso de la soja. El trigo en Uruguay está en pleno desarrollo y las últimas lluvias han acomodado muchos cultivos; invierno frío y con varios días soleados, es una buena base para establecer altos rendimientos potenciales. En el caso del maíz el precio internacional también está presionado, pero en la región el cultivo está afectado por la chicharrita, plaga vectora de enfermedades del cultivo; esto causará una baja en el área en Argentina y en Uruguay, si bien el impacto no parece haber sido de tan alta proporción, se están tomando los recaudos correspondientes, en manejo y sistemas de advertencia y control. De manera que para los cereales el escenario de mercados es distinto.
En el caso del maíz, además, la firmeza en el precio de los ganados permitiría pensar en un consumo doméstico firme para el engorde, lo que daría cierto soporte a los precios. Para los corrales, si bien los números son finos, los precios bajos del maíz son una oportunidad. De todas formas, aquí el traslado desde el mercado internacional (Chicago) al local, no es tan lineal. Hoy en el mercado doméstico los lotes de maíz seco cotizan en torno a 230 US$/ton; en zafra, y para lotes de grano húmedo y de flete corto en cercanías de zona de producción, los valores tienden a ser bastante menores.
Más allá de estas consideraciones, es claro el liderazgo de la soja en la agricultura uruguaya en los últimos años y el cambio bajista en el mercado va a condicionar a la dinámica agrícola toda, al menos en la próxima zafra. Si el panorama no cambia, la ponderación de la ganadería en las rotaciones tenderá a aumentar. Pero siempre hablando de ajustes más bien modestos, porque los sistemas de producción -si están bien diseñados y son sostenibles ambiental y técnicamente- no pueden hacer grandes cambios de un año para el otro.
Finalmente, preocupa el contexto macroeconómico. Mientras cae de manera importante el precio de la soja, Los costos internos medidos en dólares se mantienen muy altos y ahora ya no pueden ser compensados con mayor precio de venta. Esto achica los márgenes o directamente los anula, en especial en zonas de menores rendimientos, que quedan por debajo de los de equilibrio. Algunos insumos bajaron de precio, pero no todos. El gasoil tuvo cierto descenso (de 1,40 a 1,30 US$/l al público respecto al año pasado), pero ni de cerca como la caída en el precio del producto. Todo esto le pone presión al agronegocio sojero, que enfrenta un escenario económico más restrictivo y con fuertes desafíos productivos.