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La exportación protagonista

Los precios internacionales están elevando las exportaciones a un nuevo récord, pero presionan la inflación. La política económica hace difícil equilibrio entre estabilidad y competitividad. Y los precios externos -así como subieron- pueden bajar

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Pasadas las lluvias de fines de abril, las cosechadoras volvieron a las chacras a levantar una zafra de soja que promete ser histórica. Ya se ha trillado más de 30% del área total y la producción podría alcanzar las 3 millones de toneladas, con precios excelentes, que seguramente llevarán las exportaciones del Uruguay a un nuevo récord.

El clima se complicó en el verano con una dura y temprana seca que, sin embargo, no llegó a comprometer definitivamente los cultivos. La mayoría se recuperaron y ahora ofrecen más kilos por hectárea de los esperados. Cuando se abre la “ventana” de cosecha, la maquinaria -que ha tenido avances notorios en escala y tecnología- se despliega a todo ritmo sobre el área agrícola y es capaz de levantar miles de toneladas en pocas horas, exigiendo a fondo a la cadena logística de transporte, acopio y embarque. Las grandes cosechadoras son capaces de levantar 50 hectáreas de soja por día, aun arrancando tarde en la mañana, cuando hay que esperar que se vaya la humedad del rocío.

La cosecha de verano (soja, maíz, etc.) le sigue a una muy buena producción de invierno, lo que configurará en esta zafra 2021/22 una de las mejores de la historia. Mientras, en el este y noreste del territorio ya está prácticamente terminada la cosecha arrocera, con una producción estimada en un millón y medio de toneladas, cercana a los máximos históricos (gráfica). Es ya el segundo año con rendimientos promedio superiores a los 9.000 kg/ha.

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La agricultura fue un protagonista clave en la expansión de la economía entre los años 2006 y 2014. No estaba sola, claro: hubo un boom de inversiones en energía, hotelería, construcción; las economías vecinas lucían pujantes e ingresaban millones en divisas por turismo y exportaciones, en especial a Brasil. En esta ocasión, el empuje agrícola es otra vez clave para una economía que viene recuperándose de la pandemia y precisa de motores renovados. Por su capacidad de generar actividad en todo el territorio y -con los precios actuales- acumular capital, reinvertir y crecer a largo plazo, la producción de granos de Uruguay será protagonista este año. Ya se ve en los datos de exportaciones.

El lado bueno 

El aumento global de los commodities (energía, granos) está causando dolores de cabeza también globales por el aumento de la inflación, Uruguay incluido. Pero también genera un impactante aumento en los ingresos por exportaciones, como lo están reflejando las cifras que mes a mes divulgan Uruguay XXI y la Unión de Exportadores. En abril se superaron los U$S 1.100 millones en ventas de bienes al exterior, 28% por encima de lo registrado en igual mes de 2021. En el acumulado anual las exportaciones ya suman U$S 4.000 millones y todo indica que marcarán un nuevo máximo histórico. Al excepcional momento de la carne hay que sumar la mayor producción de cereales y las referidas cosechas de soja y arroz, cuyo impacto en las ventas externas se verá con más contundencia en los próximos meses.

Desde la macroeconomía la manera de arbitrar este excepcional momento exportador con el aumento de la inflación, es el tipo de cambio. En efecto, el dólar ha estado muy flojo en el mundo hasta el año pasado -por la expansión monetaria de EEUU- y el aumento global de precios se debe -en parte- a eso. Qué parte es difícil de determinar y por eso la caída del dólar como factor para moderar la inflación en el mercado local no se puede extremar, so pena de perder competitividad y empleo. Esta semana la Reserva Federal aceleró en su camino para subir las tasas y bajar la inflación (subió su tasa de referencia medio punto a 0,75-1%, aun históricamente muy baja); en Uruguay la inflación sigue alta en 9,4% y el BCU seguramente también seguirá subiendo las tasas locales; estas y otras variables determinarán la evolución del dólar en el mercado cambiario uruguayo y -con eso- los costos locales medidos en dólares, que vienen con una suba aguda.

El gasoil es un buen ejemplo: después de cierta inclinación a no pasar inmediatamente el aumento del petróleo al surtidor, el gobierno decidió un nuevo aumento que ya pone el litro arriba de 1,50 dólares (el año pasado las cosechas y siembras se hicieron con un precio del gasoil en torno a 1 U$S/l); en fertilizantes, la urea que se comenzó a aplicar ya en algunas siembras tempranas de invierno (colzas invernales) está en 1.100 U$S/ton, casi el triple del año pasado. La agricultura puede soportar este aumento de costos por los muy buenos precios de venta; en otros rubros donde los precios no han subido de manera tan fuerte -como la lechería-, el aumento duele algo más, aunque el escenario es bueno de todas formas.

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En la cifra global de exportación es interesante –como calculamos habitualmente- pasar el monto generado por exportaciones en dólares a su poder adquisitivo interno real, convirtiendo a pesos y descontando por IPC (cuadro). La cuenta modera el ingreso exportador por la baja real del dólar (1% interanual en el promedio del cuatrimestre, mientras el IPC sube 9%); así, el aumento de las exportaciones de 30% en dólares resulta en un aumento de 18% en pesos constantes, aun así muy significativo.

Son ingresos brutos, que cubren con resto -en general- costos que también han aumentado significativamente. Hay ganancias, acumulación de capital, esencial para la inversión y el crecimiento de la economía. Pero precios de venta y costos están en movimiento, como lo demostró esta semana la caída en el mercado internacional de lácteos y como se especula ya en el mercado cárnico. Por eso el manejo macroeconómico y su incidencia en el dólar, el IPC y los salarios es delicado, y ningún escenario puede considerarse definitivo.

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En este contexto, es relevante ver también el desempeño exportador en volumen físico, donde los avances son más moderados pero de todas formas significativos. Según la Unión de Exportadores, las ventas al exterior de cereales (trigo, cebada, arroz) subieron 45% en el primer cuatrimestre), las de oleaginosos 17% y las de carnes 15%. Más modesto es el avance en el volumen de lácteos, del 4%.

Del puerto al campo

Con precios récord en los ganados y en la exportación de carne, mientras sube la inflación y baja el salario real, la Asociación Rural del Uruguay (ARU) resolvió proponer a sus socios adelantar el aumento salarial previsto para julio. Esto es voluntario y -si bien es difícil tener datos precisos- la mayoría de los productores lo está aplicando. Además, cuando se convoque el Consejo de Salarios, se pondrá a consideración adelantar también la recuperación por inflación prevista para julio de 2023, lo cual comenzaría a aplicarse en el salario de julio. Con el adelanto de mayo, el salario rural real ya se ubica 2% arriba de su nivel de un año atrás, y queda menos de 2% debajo de su nivel pre pandemia (gráfica). Medido en dólares, el salario rural está volviendo a sus máximos históricos. Esto se fortalecería con lo que se defina en el Consejo de Salarios.

En las empresas los ingresos varían pero los salarios son costos fijos y es lógico: el ingreso de las familias no puede ir y venir al compás de los mercados internacionales, más allá de modalidades de retribución que puedan incluir complementos por desempeño o facturación. Por tanto, los aumentos son compromisos de largo plazo y tienen que estar bien anclados en productividad; en el campo ha aumentado y los niveles salariales son hoy mucho mayores que en décadas previas, aunque seguramente se puede seguir avanzando.

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