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La carne y su contexto

El escenario global sigue tenso por la guerra y la presión inflacionaria. Los agronegocios mantienen buenas perspectivas, entre ellos la producción de carne. Es clave mantener la productividad, contener costos y garantizar el suministro a la población, cuidando los precios al público

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El escenario externo para los agronegocios uruguayos sigue siendo positivo, aunque no exento de incertidumbres. Superada la pandemia, los tres principales bloques económicos mundiales enfrentan diversos problemas.

En EEUU la inflación llegó al 8,6% anual al mes de mayo, la mayor en 40 años, por el aumento de los combustibles y los alimentos, consecuencia de la guerra en Ucrania. Lo preocupante es que también avanza la inflación subyacente, la tendencia de fondo de los precios de los servicios y otros productos; en Uruguay se está dando un proceso similar, aunque el “salto” inflacionario es menor, pues la inflación en nuestro país ya era más alta antes de la pandemia (gráfica). El aumento de la inflación hizo que los mercados de acciones cayeran nuevamente, pues aumenta la probabilidad de subas más fuertes de la tasa de interés.

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En este punto EEUU enfrenta un difícil dilema, al tener que elegir entre dos males: convivir con más inflación o atacarla decididamente, con subas de la tasa, lo que implica el riesgo de llevar la economía a una recesión. El asunto es importante para todo el planeta, porque Estados Unidos es su principal economía y gestiona la principal moneda, el dólar, que se ha fortalecido. Sin embargo, en Uruguay no lo vemos porque el Banco Central ha decidido -aquí sí- poner la tasa de interés arriba para contener nuestra propia inflación, haciendo caer el dólar en el mercado local y arriesgando -también- afectar la economía por menor competitividad.

En China la preocupación es la persistencia del coronavirus y su política de Covid 0. El gigante asiático tiene sus propias vacunas y no ha recurrido -hasta ahora- a las de ARN mensajero, más efectivas pero de origen occidental; basa su estrategia en amplias cuarentenas, aunque los que aparezcan sean pocos casos. Cuando se implementan, afectan la actividad económica no solo de China sino del resto del mundo. De más está decir qué esto incide en la dinámica de exportaciones de Uruguay, que tiene a China como principal destino. En agronegocios, la carne es el rubro más expuesto.

En Europa la guerra en Ucrania expuso la gran dependencia energética de Rusia y los europeos ahora trabajan contrarreloj para desarmar ese vínculo, algo difícil de hacer de un día para el otro. Mientras, al igual que Estados Unidos- están sufriendo los mayores niveles de inflación en décadas.

Analistas internacionales han calificado este cimbronazo que ha traído la guerra como una suerte de “revancha” de la vieja economía, la de la energía y los commodities, la de la industria y la manufactura. Argumentan que en el escenario pre pandemia, las tecnologías de información y los servicios concentraban la mayor dinámica, poniendo en un segundo plano todo lo vinculado a la energía, los alimentos e incluso la minería, que decayeron en inversiones y crecimiento. Con la agresión bélica rusa estos problemas emergieron al primer plano; sí bien las cuentas nacionales de los países ponen al agro, la industria y la energía con porcentajes relativamente bajos del PBI, cuando estos sectores elevan sus precios y tropiezan en su producción, sobrevienen problemas serios.

Pisando el acelerador

En este contexto, el sector cárnico se mantiene firme en su desempeño, aunque con desafíos. El aumento en el precio internacional de los alimentos es buena noticia para los agronegocios exportadores pero trae inflación interna. Para los países, arbitrar eso no es fácil y Uruguay no es la excepción. Con importaciones y exoneraciones de IVA en los últimos meses el precio de la carne al público se ha separado del precio del ganado al productor, aunque ambos están claramente arriba del IPC (gráfica). En el último año la inflación está en 9,4%, el aumento en la carne es de 15% y el del ganado 27% (en pesos corrientes). La posibilidad de ampliar las importaciones desde Brasil con carne con hueso (asados y falda) podría contribuir aún más a contener los precios locales de la carne al público. Brasil ha mejorado sustancialmente su estatus sanitario y -si se hace bien- la importación sería muy positiva para contener los precios locales, mientras los frigoríficos siguen afirmando las exportaciones. Vender caro y comprar barato es buen negocio.

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En los envíos de exportación -según plantean desde la propia industria frigorífica- se está dando un ajuste gradual a la baja en los precios de venta. Esto aún no se ha visto en las estadísticas del INAC, que muestran un récord de 5.500 US$/ton exportada en el último mes. Sin embargo, según la industria los nuevos negocios se hacen en torno a 5-10% por debajo, lo que se verá en los valores cuando nos acerquemos a julio. China es el factor clave, por todo lo explicado, pero también hay que mirar a Brasil, donde el precio del ganado está en un nivel menor (20% debajo de Uruguay) y es el principal abastecedor de carne bovina en China. Parece una diferencia difícil de sostener, pero habrá que ver cómo evoluciona el mercado.

En la base productiva, es clave para la cadena cárnica mantener el acelerador de producción y productividad con el que ha contado en los últimos años: la terminación a corral y la suplementación con granos y concentrados. Su relevancia no ha dejado de crecer y se estima que este año el 25% o más de los novillos faenados vendrán de corrales registrados. El porcentaje seguramente es bastante mayor si se incluyen los corrales no registrados y terminaciones de suplementación a campo.

Con la paulatina reducción de la cuota 481 en Europa, el negocio del corral y sus parámetros (gordo / reposición / maíz) tienen que validarse ahora con el precio de exportación general -no ya de las cuotas- y durante todo el año, pues las “ventanas” de la 481 estarán cada vez más acotadas; esto reafirma la relevancia del mercado chino. Si el maíz sigue con los precios altos de hoy, el valor del novillo gordo no puede caer demasiado. Pero si Brasil puede trabajar con menos precio, los márgenes pueden verse exigidos. En cualquier caso, las perspectivas del sector siguen firmes: la faena está creciendo al 13% respecto al año pasado. Seguramente moderará su impulso en los próximos meses, pero difícilmente cierre el año abajo. El volumen exportado crece 18%, más que la faena porque está cayendo el consumo local. Y el precio de exportación está 30% arriba del registrado en el acumulado equivalente de 2021. De manera que las ventas externas en dólares están con un aumento de casi 50%, impactante. Si no hay cambios abruptos, las ventas de carne vacuna cerrarán el año con exportaciones cercanas a los US$ 3.000 millones este año. El stock seguramente caerá, pero seguirá siendo de perfil netamente criador y cada vez más productivo.

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