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Empezó la guerra

La política de Trump, para quien “arancel es de las palabras más lindas del diccionario”, es un mazazo para la tendencia a que el mundo gane en eficiencia y genere riqueza. Todos perderán (perderemos) en esta guerra, en especial los americanos a quienes Trump intenta convencer de que los quiere hacer “más grandes”

Ing. Agr. Rafael Tardáguila | rafael@tardaguila.com.uy

¿Quién gana en las guerras? Siempre pierden todos, más allá de que en las bélicas uno de los contrincantes sea, en los hechos, el vencedor. En la guerra comercial que comenzó Trump esta semana perderán todos (perderemos todos), más allá de ganancias puntuales y de corto plazo que algunos exportadores puedan lograr. En esta oportunidad, lo que dijo el presidente Donald Trump, parece que lo está llevando adelante, aunque siempre se puede dar vuelta como una media. A principios de marzo impuso aranceles de 25% a sus vecinos y socios regionales Canadá y México y aumentó 10% adicional (ya había establecido un 10% anterior) a las importaciones desde China.

Lógicamente, los países afectados -que son nada menos que sus tres principales socios comerciales- ya impusieron o están analizando contramedidas. Todo esto, de por sí, tendrá un impacto muy nocivo sobre la evolución de la economía mundial, pero el mandatario estadounidense ya anunció en su red social Truth que el 2 de abril será una fecha importante porque establecerá aranceles a productos de origen agropecuario. “A los grandes agricultores de los Estados Unidos: prepárense para empezar a producir una gran cantidad de productos agrícolas que se venderán DENTRO de los Estados Unidos. Los aranceles se aplicarán a los productos del exterior el 2 de abril. ¡Diviértanse!”, expresó. No es tan fácil entender qué es lo que le parece divertido a Trump, porque a todas luces lo que les va a pasar a los productores agropecuarios estadounidenses es que se les hundirán sus exportaciones y, en la misma medida, caerán los precios de sus productos. Por más grande que sea la demanda estadounidense, es mucho menor que la mundial. En principio, al menos, da la sensación de que se divertirán más los productores de fuera de Estados Unidos, ocupando los lugares que los estadounidenses dejarán de proveer.

Exportaciones

El proteccionismo, en especial el exacerbado como el que propone la administración Trump, es nocivo para el crecimiento económico. Una economía protegida de la competencia exterior es una economía que privilegia las ineficiencias. Es de toda lógica que un país más ineficiente crezca menos que un país eficiente. Por lo tanto, al promover las ineficiencias y vedar a la producción doméstica de la competencia internacional, se está atentando contra el crecimiento de la economía. Eso es lo que le pasará a la economía de Estados Unidos y repercutirá en todo el mundo. De hecho, los analistas internacionales ya están corrigiendo a la baja sus proyecciones de crecimiento. “La FED de Atlanta proyecta una caída pronunciada del PIB trimestral en EEUU. Pasó de proyectar un crecimiento del 4% a una caída del 2,8% en menos de un mes. Las políticas comerciales antiliberales de Trump están dando sus frutos”, escribió el economista Alejandro Sabo en su cuenta de X.

Para la producción uruguaya se pueden generar oportunidades de corto plazo. Por ejemplo, China impuso un arancel de 10% a la soja y la carne vacuna de Estados Unidos, por lo que estos productos perderán competitividad en el mercado chino. En principio, los beneficiados con el arancel a la soja son los exportadores sudamericanos, entre ellos

Uruguay.

El descuento que se suele pagar en esta parte del mundo por el poroto de soja en comparación con el precio en Chicago tenderá a reducirse. Dependiendo del agravamiento de la guerra comercial, podría pasar de descuento a premio. El contrato de julio de 2025 perdió cerca de US$ 20 por tonelada en los últimos 10 días.

A su vez, en el caso de la carne habrá más oportunidades para los productos terminados a grano, que es lo que principalmente compra China en Estados Unidos. El más directamente beneficiado en este segmento es Australia, el otro gran proveedor de carne de corral al mercado chino. Pero Uruguay está teniendo una participación creciente, buscando su espacio entre los proveedores de este producto, y el cachón que deja Trump con esta política comercial regresiva bien puede ser aprovechado. Algo similar a lo que pasó con Argentina cuando Néstor Kirchner prohibió las exportaciones de carne para bajar el precio del producto en la mesa de los argentinos. La exportación uruguaya aprovechó la oportunidad y, de hecho, los europeos pagan más por la cuota 481 uruguaya que por la argentina -sucede lo contrario con el Hilton- y el principal argumento para ello es que Uruguay cumple con los negocios pactados.

Pero estas son oportunidades de corto plazo que, obviamente, hay que aprovechar, pero en realidad, en el largo plazo, si la economía mundial crece menos, el impacto es negativo. Al mundo le llevó décadas tender a reducir barreras y favorecer que los productos se produzcan en donde mejor y más baratos salen. Lo logros en este sentido fueron muy relativos, porque las barreras pululan por todos lados, en especial en los países del Mercosur, una de las regiones más protegidas del mundo.

Habrá que esperar hasta el 2 de abril para saber cuáles productos quedan incorporados a la eventual suba de aranceles anunciada en los últimos días, y de qué proporciones sería ese aumento. En 2024 Uruguay exportó bienes por US$ 362 millones a Estados Unidos, el principal, productos cárnicos, por casi US$ 180 millones. Entre otros de origen agropecuario figuran citrus (US$ 30 millones) y lácteos, fundamentalmente quesos (US$ 12 millones.

La política de Trump, para quien “arancel es de las palabras más lindas del diccionario”, es un mazazo para la tendencia a que el mundo gane en eficiencia y genere riqueza. Todos perderán (perderemos) en esta guerra, en especial los americanos a quienes Trump intenta convencer de que los quiere hacer “más grandes”.

Es difícil sintetizar lo que aconteció en los últimos días en la economía global. El presidente de EEUU, Donald Trump, desató una guerra comercial con pocos precedentes y -a su vez- quiere parar la guerra en Ucrania, sacudiendo el tablero geopolítico mundial. No puede decirse que esto era algo totalmente inesperado: ya en su primera administración, así como en la campaña electoral, Trump hacía anuncios que iban en línea con lo que ahora hace. Pero la dimensión del “shock” parece bastante mayor a la prevista.

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