Mientras el Estado se financia con comodidad y a bajo costo, muchas empresas del agro negocio se las están viendo en figurillas para cerrar la cuentas y pagar las deudas

Por Nicolás Lussich.

El Estado uruguayo colocó esta semana 1.500 millones de dólares en un nuevo bono a 37 años de plazo, a una tasa de interés de 5% (2 puntos por encima de la que paga EEUU). Una operación indudablemente exitosa, que muestra el buen acceso del país a los mercados financieros internacionales. Uruguay tiene grado inversor, lo que permite colocar deuda a inversores que exigen altos niveles de confianza y certeza de los tomadores de crédito.
El dinero se destinará -principalmente- a cubrir el déficit fiscal y a amortizar deuda que va venciendo, todo lo cual acumula unos US$ 3.000 millones anuales, por lo que -con certeza- habrá más emisiones este año.
Sin embargo, mientras el Estado se financia con comodidad y a bajo costo, muchas empresas del agronegocio se las están viendo en figurillas para cerrar las cuentas y pagar las deudas. En la ganadería la situación es manejable, en lechería más complicada y en la agricultura ya hay varios casos críticos, por el fracaso de la cosecha de soja y los problemas de costos que enfrentan, hace ya varios años, los arroceros.
La preocupación, como era esperable, está a flor de piel en la banca, que por estos días está abordando a fondo la situación del endeudamiento agropecuario. Al analizar los números que publica el Banco Central, el problema se ve claro (ver cuadro): sin ser una crisis general, con seguridad muchos productores deberán refinanciar deudas, lo que implica rebajas en su categoría de crédito y mayor costo de financiamiento.
Los bancos están preocupados, además, por un asunto específico: no son los únicos acreedores del negocio. Durante muchos años otorgaron crédito contra cartas de retención, respaldadas por producción que se depositaba en silos de empresas originadoras y acopiadoras de grano. Pero estas empresas también dan crédito, especialmente para insumos, y también quieren cobrar. Para enredar más la piola, muchos de esos acopiadores tienen créditos bancarios a pagar. El asunto funcionó un tiempo pero ahora la producción es mucho menor a la esperada y hay que ver cómo se reparten las pérdidas y la refinanciación, para que no se corte la cadena de pagos.

Ahora bien: hablamos del mismo país, el que coloca deuda Estatal con facilidad, pero cuyos productores están en serios problemas ¿cómo se explica la contradicción? Por un lado, es claro que la producción agrícola siempre está expuesta a los problemas del clima. Así como el año pasado, la notable producción sirvió para cubrir varios “agujeros”, este año la situación es la inversa. Estas fuertes fluctuaciones se suavizan cuando se considera el conjunto del agronegocio y la economía. Si hay competitividad de fondo, la producción da revancha. El problema es que dicha capacidad de competencia está afectada.
Los inversores que compran deuda del Uruguay parecen no tener dudas sobre el futuro de nuestro país a largo plazo, dada la gran demanda por nuestros bonos. Además, nuestro país tiene niveles de endeudamiento estatal relativamente bajos, aunque la deuda va en aumento por el elevado déficit fiscal (ver gráfica).
Sin embargo, la facilidad con la que se coloca deuda también responde a una gran liquidez en el mercado global, que hace que los títulos de un país cumplidor como Uruguay -que paga un par de puntos por encima de EEUU- sean una colocación muy atractiva.
Esa gran liquidez parece estar en sus últimas etapas, pues EEUU está aumentando, paulatinamente, la tasa de interés. Por tanto, si Uruguay no logra corregir su situación fiscal, será difícil mantener la buena situación financiera. Si el objetivo es mantener el buen acceso a los mercados globales, el país tiene que mejorar su situación fiscal, pero no aumentando la carga impositiva (el propio ministro de Economía ha reconocido que es excesiva), sino controlando el gasto estatal, lo cual -a su vez- mejorará la competitividad.
Sería una buena noticia para la producción. Porque el clima y los precios internacionales van y vienen, pero mejorar la competitividad es resorte nuestro, y está en problemas. A la larga, el país es uno solo y el grado inversor también se juega en las chacras y en el campo, y en todas las empresas de la economía uruguaya.