En medio de la crisis que atraviesa la lana de fibras gruesas y pigmentadas, una visión transformadora encontró una oportunidad donde muchos solo veían un problema. Un emprendimiento innovador decidió darle una segunda vida a este subproducto, convirtiéndolo en pellets fertilizantes, estructurantes del suelo y repelentes de plagas. Lo que comenzó como una búsqueda de soluciones para un rubro en declive, hoy se perfila como una alternativa disruptiva para la producción, combinando sustentabilidad y tecnología para revolucionar la producción agrícola. ¿Cómo se logró esta transformación? La historia detrás de este proyecto está llena de desafíos, creatividad y una firme apuesta por el valor agregado.
Josefina García Pintos, ingeniera agrónoma de 34 años, creció en el campo cerca de Casupá, Florida, en un entorno rural donde la producción agropecuaria siempre fue parte de su vida. Su familia, involucrada en la producción de carne vacuna y ovina fue clave para su formación y el desarrollo de sus valores.
Desde pequeña, el mundo del ovino ha sido una constante en la vida de Josefina. “Desde niña, el ovino ha estado en mi vida”, dijo, recordando cómo sus padres, sus tíos y primos siempre estuvieron vinculados a la cría y producción de ovejas. No solo el rubro en sí la atraía, sino también todo lo que gira en torno a él, como las posibilidades de generar valor y desarrollo. “El ovino me parece un animal sumamente noble porque te produce con poca cosa o con mucho, depende de los recursos que le dediques”, comentó, destacando la versatilidad de los ovinos en la producción tanto de carne como de lana.
Aunque entiende que este rubro requiere atención constante para que los indicadores productivos sean positivos, consideró que la capacidad de los ovinos de generar bienes con diferentes niveles de recursos es una de sus mayores virtudes. Sin embargo, lo que le preocupa profundamente es la falta de alternativas para el uso de la lana, un recurso que, a su juicio, sigue sin aprovecharse al máximo. “No concibo cómo, por tendencias o modas, no hemos encontrado otra alternativa para el uso de la lana, para poder ofrecérsela al mundo”, reflexionó. La capacidad de generar materia prima está presente, pero el valor agregado es algo que aún falta alcanzar, algo que considera un “debe” de la industria.
Josefina García Pintos vio una oportunidad donde muchos solo veían un problema. En medio de la crisis que atraviesa la lana de fibras gruesas, decidió convertir este subproducto en una solución innovadora para la producción. Así nació FertiLana: que transforma la lana en pellets fertilizantes.
Este sentimiento de pasión y compromiso con la producción ovina fue una de las principales motivaciones para que Josefina se involucrara dentro de la Sociedad de Fomento Agropecuaria de Sarandí del Yí, donde participa activamente en la búsqueda de soluciones locales y nacionales para la carne ovina.
Aunque estudió en Montevideo, siempre tuvo claro que su futuro estaba en el campo. Hoy vive con su esposo y sus dos hijos pequeños en la Colonia Rossell y Rius en Sarandí del Yí, en Durazno. Después de trabajar durante siete años como técnica de campo en el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), decidió dejar su puesto para enfocarse en su familia. Sin embargo, su inquietud por aportar al agro la llevó a investigar alternativas para la lana, especialmente las fibras medias y gruesas, que no tienen tanta demanda en el mercado.
De esa búsqueda surgió FertiLana, un emprendimiento que utiliza pellets 100% de lana como bioinsumo para mejorar el suelo y potenciar el crecimiento vegetal. “Es increíble cómo una fibra tan noble como la lana está atravesando esta crisis, teniendo tantos usos alternativos”, comentó la joven, que ha transformado su preocupación por el ovino en una solución innovadora. Este bioinsumo tiene varias propiedades que lo convierten en una opción valiosa para diferentes sectores. “Los pellets de lana funcionan como un estructurante y fertilizante para el suelo, además de ser recomendados como repelente de moluscos”, explicó, destacando la versatilidad y eficacia del producto.
El enfoque principal de FertiLana en este momento está en atender nichos específicos, como jardines y huertas orgánicas, donde la demanda de insumos naturales y sustentables es creciente. Sin embargo, el emprendimiento no se queda ahí. “Estamos desarrollando el producto a través de proyectos con instituciones nacionales para aplicarlo en rubros como la agricultura o la forestación”, mencionó. Esto abre la puerta a la expansión del uso de los pellets de lana a sectores productivos más amplios. El emprendimiento, entonces, no solo responde a la necesidad de agregar valor a las lanas menos comerciales, sino que también se posiciona como un actor innovador dentro del desarrollo de insumos naturales, buscando contribuir tanto a la regeneración del suelo como al manejo sustentable de recursos en diversas industrias.
La idea surgió principalmente por la situación del rubro ovino, tanto a nivel nacional como mundial. García Pintos, consciente del valor de la lana como materia prima, vio que esta fibra, con tantas propiedades y beneficios, no estaba recibiendo el aprovechamiento que merecía. “La lana tiene aminoácidos esenciales y muchas propiedades increíbles, y me parecía que, como productores, tenemos que ser ideadores desde el comienzo”.
Sin esperar que otros resolvieran el problema, la joven decidió buscar una solución por su cuenta. Su objetivo no solo era ofrecer un uso alternativo para la lana, sino también aportar de una manera sustentable al ambiente. “Aportamos un granito de arena al devolver parte de los nutrientes que extraemos para la producción de lana”, explicó.
FertiLana no solo responde a la necesidad de agregar valor a las lanas menos comerciales, sino que también se posiciona como un actor innovador dentro del desarrollo de insumos naturales, buscando contribuir tanto a la regeneración del suelo como al manejo sustentable de recursos en diversas industrias.
Además de su compromiso con la sostenibilidad, Josefina sentía una necesidad personal de emprender y crear algo significativo, pero el camino hacia la creación de FertiLana no estuvo exento de desafíos. Con la idea clara de aprovechar la lana como bioinsumo, García Pintos se enfrentó a una serie de limitaciones en Uruguay, especialmente en cuanto a la maquinaria necesaria para fabricar los pellets de lana. Después de investigar varias opciones, decidió importar máquinas desde un país vecino, aunque el proceso no fue sencillo. “Las máquinas no funcionaron al principio, y fue un gran golpe”, recordó. Sin embargo, con la ayuda de un técnico local de Sarandí del Yí, logró adaptarlas para que funcionaran correctamente.
A lo largo del proceso, Josefina ha tenido que aprender sobre varios aspectos técnicos, desde el funcionamiento de las máquinas hasta la gestión de la energía eléctrica, todo mientras buscaba el lugar adecuado para establecer su producción. “Emprender en un rubro totalmente nuevo es un gran desafío, especialmente porque en Uruguay no existía algo similar”, destacó.
El apoyo de su esposo “Pancho”, a quien considera su socio en este proyecto, ha sido fundamental para superar estos retos. “Él siempre me dio para adelante en mis inquietudes, y juntos apostamos a un producto innovador”, dijo.
FertiLana produce pellets de lana mediante un proceso físico, sin agregar químicos, aprovechando la lana sucia y transformándola en un bioinsumo que ofrece múltiples beneficios para el suelo.
La lana utilizada en los pellets aporta estructura y porosidad al suelo, ayudando a retener la humedad y liberando nutrientes esenciales como nitrógeno de lenta liberación, materia orgánica, y otros macro y micronutrientes. Estas propiedades mejoran el crecimiento de las plantas y enriquecen el suelo de manera natural.
Uno de los principales objetivos de Josefina García Pintos con este emprendimiento es dar una solución a la colocación de lanas medias, gruesas y pigmentadas, que actualmente no tienen un gran valor comercial. Estas lanas, aunque no sean tan demandadas por sus características, generan costos importantes para los productores, como el de la esquila, un procedimiento de manejo que es obligatorio realizar. “En Uruguay, todos los ovinos son razas productoras de lana, tengan o no valor comercial en cuanto a su diámetro y otras cualidades”, explicó Josefina, resaltando que FertiLana ofrece una alternativa para que al menos cubra los costos de producción de este rubro.