El domingo pasado este suplemento fue dedicado a la zafra de arroz. En él, se analizaron precios, rendimientos, usos de la tecnología, políticas implementadas para el sector, costos productivos, financiamiento y todo lo que hace a la producción del arroz. Por supuesto, y como es costumbre, también estuvo la mirada y opinión de productores. Los verdaderos protagonistas.
En esta sección acompañamos la zafra con otra de estas “historias que son cuento”. Para eso, vamos a recurrir a un texto de Gerardo González Dolci, titulado: De la “Central” al “Kilómetro”: un tren de recuerdos.
Imágenes extraídas de : http://cosasdetreintaytres.blogspot.com/[/caption]
Estas fantásticas historias solo pueden mejorar con testimonios de aquellos que lo vivieron.
Nos cuenta por ejemplo Amilcar Silva que ellos lo usaban para ir a estudiar. Eran un grupo de alrededor de 20 estudiantes que viajaban a Treinta y tres, todos los lunes y volvían los viernes o sábados. Demoraban aproximadamente 2 horas y media porque el trencito paraba, cargaba, se desviaba en los ramales (porque era de una sola dirección) o simplemente se descarrilaba dos por tres (hoy harían el mismo trayecto por carretera en 20 minutos). Cuando descarrilaban, con ayuda de un palo largo ya dispuesto para esto, bajaban todos y hacían palanca hasta volverlo a calzar. Los vagones en que viajaban ellos eran abiertos (los cerrados de reservaban para las personas mayores y niños pequeños), así es que en invierno andaban de poncho de paño y frazadas. Recuerda que lo más duro era el invierno y la madrugaba, ya que debían de salir tres menos diez de la madrugada para tomar el tren normal que pasaba cinco y veinte “¡Llegábamos duras de frío! nos dice entre risas, pero reflexiona “era duro, pero queríamos salir adelante, era lo que había.” Y así lo hizo.
También había momentos divertidos, como cuando se turnaban bajando de los vagones en movimiento y jugándole carreras al trencito. “Nos divertíamos claro que sí, en aquel momento había más de 100 familias en el arrozal, éramos como una gran familia”.
Don Gabino Viera nació y se crió en Arrozal Treinta y tres. Vivió 65 años y trabajó 45 allí. Como muchos fue otro usuario y trabajador del trencito del arrozal. Muy joven comenzó trabajando (o metiendo mano) en la reparación de cosechadoras, luego, fue a la escuela de mecánica agrícola de Libertad y volvió a trabajar al arrozal. Fue encargado de cosechadoras y tractores en chacras y después segundo jefe de taller general, luego quedó de jefe. En el taller se hacía de todo, tornería, soldadura, reparaciones de carros, gomería, herrería etc, nos cuenta en una de sus visitas al lugar. Vuelve a recoger nostalgia.
Álido Pereyra, conocido como “Bica”, entró en el año 73 a trabajar, y estuvo 38 años. Primero como peón en chacra, de a poco fue subiendo de categoría. Fue chofer del “Tucu-Tucu” que hacia el trayecto dentro de las chacras, y arrastraba 15 vagonetas llenas de 25 bolsas de 50 kg cada una, de arroz.
Entre sus recuerdos como chofer del “Tucu”, nos cuenta que “si no había condiciones para venirse de las chacras cuando se largaba las cosechas, había que venirse en el último viaje del “Tucu” que caminaba a 5 km por hora, se largaba a las 11 de la noche y se llegaba a las casas a la una de la mañana”.
El famoso trencito del arrozal, fue sustituido por camiones y sus vías de trocha angosta por caminos. Muchas cosas cambiaron, pero el recuerdo de aquellos que como dice el texto “trabajaron haciendo patria...”, permanece. Para otros, formará parte de una historia, contada en forma de cuento.