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¿Vender carne Kosher a Europa?

Varios países de la Unión Europea prohibieron las faenas rituales o analizan frenarlas.

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FRIGORIFICO CARRASCO, FOTO GUIMARAENS, ND 20080215

Pablo Antúnez

La faena ritual vuelve a estar en la mira de los movimientos contra la carne en los países de la Unión Europea, así como en la de algunos sectores políticos que intentan generar sentimientos xenofóbicos. Semanas atrás, el gobierno de Bélgica prohibió las faenas de animales bajo el rito judío Kosher y bajo el rito musulmán Halal, argumentando razones de bienestar animal. Ya no producirá pero deberá importar carne para satisfacer la demanda de ambas comunidades. En Bélgica viven 500.000 musulmanes y 30.000 judíos.

Holanda y Polonia están analizando la posibilidad de tomar una decisión similar a la de Bélgica, al igual que otros países del viejo continente. Polonia es el quinto jugador mundial en el mercado cárnico, dependiendo cada año si está Brasil o Paraguay posicionado en cuarto lugar. Además, es un fuerte proveedor de carne Kosher a Israel.

“Por primera vez en la historia, en un año o dos, la industria cárnica de Sudamérica y especialmente la de los países del Mercosur, que tienen un parque industrial adecuado a las nuevas normas de Israel para producir carne Kosher (en algunos casos también pueden producir Halal), tienen la oportunidad de vender carne para Europa”, afirmó el especialista Felipe Kleiman, consultor en proyectos de certificaciones religiosas para Israel. El experto cuenta con más de 14 años de carrera y visitó más de 70 industrias cárnicas de América del Sur, ayudando en la certificación de la producción kosher en distintos proyectos.

“La libertad religiosa debe estar de luto en estos momentos”, afirmó el consultor. “Los países del Mercosur todavía viven en una situación cómoda y tienen un parque industrial acorde para producir bajo el rito Kosher, tienen que festejar esa prohibición e ir atrás, porque se abre una buena oportunidad de exportación”, agregó Kleiman.

“El mundo sigue adelante, se prohibe la faena ritual en algunos países, pero no se para de comer carne y van surgiendo nuevos proveedores”, destacó el consultor.

Potencial. Los frigoríficos uruguayos son antiguos clientes de los importadores israelíes. En todo 2018 vendieron 20.339 toneladas por US$ 86.373.000, pero en 2017 había logrado vender 31.310 toneladas peso canal, según los datos del Instituto Nacional de Carnes (INAC).

Según la visión de Kleiman, Israel compró más carne de la que necesitaba en 2017 para asegurarse, porque vieron que había resistencia de los frigoríficos de todo el Mercosur para adaptarse a las nuevas normativas de faena que imponía Israel, presionado por los movimientos de defensa de los animales de ese país.

El 85% de la carne que importan los israelíes proviene de países del Mercosur, donde Argentina cuenta con 17 plantas frigoríficas habilitadas para exportar y Uruguay cuenta con 10 empresas, pero curiosamente exporta mayor volumen. Anualmente vende alrededor de 23.000 toneladas y Argentina con más frigoríficos habilitados coloca alrededor de 20.000 toneladas.

Buena parte de la industria cárnica uruguaya, al igual que la de todo el Mercosur, se debió adaptar a las nuevas exigencias impuestas por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Israel, entre las que se exigió el cajón rotativo que facilita el bienestar animal, evitando manejos inadecuados que generan estrés y sufrimiento durante el proceso de faena.

Temple Grandin, la científica estadounidense referente en el mundo para el bienestar animal, investiga y realiza proyectos en varios frigoríficos del mundo -incluso en Uruguay- buscando que se cumplan a rajatabla las exigencias y normativas internacionales. Grandin no está en contra de la faena ritual, está en contra de los procedimientos mal hechos, impliquen a la faena ritual o a la faena convencional, donde se utiliza el método del nockeo previo al desangrado.

Avala la faena ritual siempre y cuando esté bien ejecutada y el animal pierda conciencia en poco segundos durante el proceso de desangrado, evitando así el sufrimiento.

“La cuna del activismo contra la carne está en Europa”, afirmó Kleiman, que en 2018 creó el EZER Group, un servicio de consultoría integral en soluciones de conformidad Kosher para Israel, que ayuda a los frigoríficos a alcanzar y mantener los requisitos para exportar carne y alimentos a Israel.

Según el consultor, como la industria cárnica “es demasiado grande para derribarla, esos grupos ecologistas o que se dicen defensores de los animales, utilizan argumentos sin base científica en contra de la carne y principalmente de las faenas rituales”.

A su vez, reconoce que las faenas Kosher y Halal “tienen un problema estético”, porque implican el desangrado sin insensibilización y el animal necesita algunos segundos luego del corte de la yugular para perder conciencia y desmayarse.

“Estos grupos siempre van a atacar a la faena ritual por más que existan pruebas científicas y que se aplique la mejor tecnología en la industria”, explicó.

Aún así el consultor reconoció que existía en Sudamérica, previo a la nueva normativa de Israel -que en Europa se lleva aplicando 20 años- “un problema real que era la forma en que se inmovilizaba el animal previo al desangrado.”, agregó.

Dificultad. Por su parte, el presidente de la Asociación de la Industria Frigorífica del Uruguay (Adifu), Marcelo Secco, explicó a El País que hay algunas limitantes para los frigoríficos locales al momento de entrar con cortes Kosher en países de la Unión Europea.

“En función de la nueva normativa de cajones que impuso Israel, quizás alguna otra planta pueda acceder, pero en los hechos, hasta ahora en Uruguay, había sólo una empresa habilitada para entrar con Kosher en Europa”, aclaró Secco.

El empresario, que además es ejecutivo del grupo Marfrig en Uruguay, reconoció que más allá de la oportunidad, la restricción mayor para cualquier tipo de carne congelada con destino a Europa es la licencia con la que entra. “Al no poder entrar como Hilton, el impuesto es lo que la hace inviable frente a lo que sería el mismo tipo de carne colocada en Israel”, explicó.

A su vez, en materia de negocios con Israel, Uruguay “está fuera de precio” frente a la región. “No podemos sacrificar precio y ponernos al mismo nivel que la región, porque operativamente tenemos otros costos. Entonces, cuando se habla de Kosher para Uruguay a US$ 6.000 la tonelada o menos, ese negocio es difícil de concretar frente a los valores que pagaba ese mercado meses atrás”, concluyó.

Estricta revisión y sello de garantía

Kosher significa “adecuado” y es la calificación que se le otorga a los alimentos bajo la ley judía, siguiendo estrictos parámetros a lo largo de todo el proceso. Kleiman explicó que tomando como base ese concepto de la Torá, la comunidad judía establece algunos criterios y exigencias al momento de faenar el animal (no consumen cerdo), respetando el bienestar animal.

“El procedimiento de faena es aplicado por un equipo de rabinos que viene especialmente”, explicó el consultor, especialista en la certificación y procesamiento de este tipo de productos.

Los equipos de rabinos supervisan estrictamente las faenas y revisan cada órgano del animal, para ver si está apto y no presenta problemas. Si los presenta, es inmediatamente rechazado.

Los productos son vendidos con sello de certificación Kosher, lo que le ofrece las máximas garantías (tanto sanitarias como de calidad) y genera confianza en los consumidores.

En 2017, Israel estableció cambios en la normativa de bovinos bajo el rito Kosher, exigiendo un cajón rotativo que facilita el desangrado del animal, causándole menor estrés.

Muchos frigoríficos uruguayos tuvieron que hacer ampliaciones en sus playas de faena o modificaciones importantes para instalar el nuevo cajón, para poder seguir haciendo negocios de exportación de delanteros bovinos a Israel.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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