Hace cinco años nacía en Uruguay el Servicio de Inteligencia en Agronegocios (SIA), con una premisa sencilla pero ambiciosa: transformar la asesoría agropecuaria a partir de una mirada sistémica, estratégica y orientada a resultados. Desde entonces, el equipo ha recorrido miles de kilómetros por el norte del país, acompañando a productores de distintos perfiles, pero con un objetivo común: gestionar mejor para ganar más.
A diferencia de otras propuestas técnicas que abordan aspectos puntuales —como la nutrición o la reproducción—, SIA trabaja evaluando el sistema productivo como un todo, con foco en la rentabilidad, la simplicidad operativa y la sustentabilidad. “No miramos los componentes por separado. Analizamos cómo interactúan entre sí, en función del negocio ganadero y sus desafíos”, resumen desde el equipo.
La primera experiencia se inició en un predio de Colonia Palma, en Artigas, y rápidamente se extendió a otros departamentos del norte. “Muchos nos preguntaban qué hacíamos. Y la respuesta era clara: le decimos al productor dónde está parado… y lo ayudamos a ganar más plata”, recuerdan.

De una chacra a una red de trabajo de 45.000 hectáreas
Hoy, SIA trabaja junto a 17 productores distribuidos en los departamentos de Artigas, Rivera, Tacuarembó y Cerro Largo, sumando una superficie de 45.000 hectáreas bajo acompañamiento técnico. El equipo está integrado por seis ingenieros agrónomos y un veterinario, y las visitas a campo se adaptan al nivel de intensificación de cada establecimiento: algunos reciben asesoramiento cada 15 días, otros cada 30 o 40.
Más allá de la escala, el enfoque sigue siendo el mismo: sistemas productivos fáciles de manejar, adaptables, resilientes y eficientes, que se diseñan en conjunto con el productor y se ajustan permanentemente a partir del monitoreo de datos.
Reproducción y resiliencia: cuando los números cuentan una historia
Uno de los principales indicadores de impacto del trabajo técnico son los resultados reproductivos. En la última zafra, las ecografías reflejan más que tasas de preñez: detrás de cada vaca hay planificación, rotación de potreros, suplementación estratégica, decisiones consensuadas y seguimiento constante.
Pero hay un dato que otorga aún más valor al trabajo realizado: en tres de los cinco años de trayectoria, el norte del país enfrentó eventos de sequía extrema. Pese a ello, los rodeos que han logrado estabilizar sus sistemas muestran una resiliencia notoria frente a la variabilidad climática. Esto demuestra que el manejo planificado y las decisiones oportunas permiten mantener buenos resultados, incluso en condiciones adversas.

Construir confianza, generar resultados
El modelo de SIA no solo se basa en herramientas técnicas y datos, sino en la relación de confianza construida con cada productor, en la escucha y el acompañamiento permanente. “Lo importante no es tener la razón, sino que el sistema funcione para el que lo opera”, explican.
A cinco años del inicio, el equipo mira hacia adelante con el desafío de seguir creciendo sin perder la cercanía, la adaptabilidad y el foco en lo que realmente importa: que el productor gane más, con sistemas sólidos, sustentables y bien manejados. Porque la evolución en la cría, aseguran, no está en los discursos, sino en los resultados del campo.

