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Argentina: sus terneros comen uvas porque dice que cobra poco

En Mendoza, Marcelo Aguado, que tiene un establecimiento familiar de 22 hectáreas, tomó esa decisión ya que, según señaló, la vitivinicultura tiene precios bajos que no cubren los costos.

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Mariana Rinke.

La Nación (GDA)

La historia se repite. Como en Formosa tiempo atrás, cuando un productor decidió dar de comer su cosecha de bananas a las vacas, ahora en Mendoza, cansado del precio irrisorio que le pagan por su producción, el productor Marcelo Aguado decidió alimentar con uvas a terneros de recría en el campo.

“El año pasado levanté cuatro hectáreas y sembré alfalfa. También decidí que en el resto de la finca no cuidaría las plantas, no las podaría, ni las fertilizaría porque este año no iba a cosechar. Traje hacienda a la finca para utilizarla para ganadería. Estaba cansado de sentirme usado por las bodegas que, encima, que no sabemos el precio nos van a pagar, lo cobramos a los 12 meses”, dijo a La Nación.

Con 44 años, tiene una finca familiar de 22 hectáreas en el distrito Algarrobo Grande, en el departamento mendocino de Junín. También hace ganadería en La Toma, provincia de San Luis.

La historia comenzó hace 40 años cuando su padre decidió comprar una finca abandonada para hacer allí una producción de almendras y tener “una jubilación asegurada”. Pasaron ocho años para que las plantas comiencen a dar sus frutos. Compraron peladoras de almendras y comenzaron a comercializarlas.

“Todo iba bien hasta que en la época del uno a uno le dije a mi padre que había que dejar esa producción que nos estaba hundiendo económicamente y que no servía seguir de esa manera. Desmonté todas las plantas, saqué sus raíces y las amontoné para quemarlas”, contó.

Dio vuelta la página para volcarse a la vitivinicultura que en la provincia estaba en auge. En 1998 comenzaron a preparar la tierra, compraron unos 20.000 plantines de cabernet sauvignon y en los cuatro años siguientes se ocuparon de regar y fertilizar. La primera cosecha fue en 2002.

“Era un volver a empezar con un rubro distinto. El primer racimo me lo dio a los cuatro años. Esa primera cosecha de no más de 1000 kilos la cargué en la caja de la camioneta y la llevé a la bodega de un amigo”, describió.

Al año siguiente ya fueron 16.000 kilos y luego la producción se regularizó. Sin embargo, desde hace tres años que los números a los pequeños productores de uva no cierran de ninguna manera.

“Renegamos desde hace mucho tiempo. Este año pagan $35 por litro, fueron $24 el año pasado, pero pagaban $30 hace cuatro años. Es una incertidumbre total. Cada año que pasa es peor, todos los años saco plata de la ganadería para mantener la finca”, detalló.

“Uno siempre guarda la esperanza de que va a cambiar pero no hay políticas públicas que nos acompañen. El año pasado, entre la máquina y la bodega se llevaron el 60% de la producción. Hice los números y decidí no cosechar más porque no valía la pena”, agregó.

A pesar de llevar más de 20 años en la vitivinicultura, Aguado ha decidido abandonar por completo la actividad. “Con sentimientos encontrados de bronca y nostalgia, voy a sacar todas las plantas como lo hice en 1994 con los almendros y voy a armar allí un engorde a corral con los terneros de destete que traiga de San Luis. Cada vez van a quedar menos pequeños productores, porque la planta que se pierde no la recuperás más”, finalizó.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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