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Familia y amigos, entre campo y playa sobre unos buenos caballos Criollos

Más de 300 jinetes participaron en la edición 2025 de la Cabalgata Itaú - Marfrig organizada por la Sociedad de Criadores de Caballos Criollos

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Si uno tuviera que regalar un cuadro a una persona amante del campo y las tradiciones, de esos que se ubican justo encima de la estufa a leña, perfectamente podría imaginarse un óleo con una escena típica del campo y la tradición nacional con algún peón recorredor con su rodeo y un par de perros acompañando y colaborando en la tarea. Pero también podría ser una yegua gateada Criolla recorriendo las dunas de la costa rochense y combinando dos pasiones a las cuales es difícil resistirse: los caballos y el mar.

Los más de 300 jinetes que fueron parte de la cabalgata 2025 “Itaú - Marfrig” organizada por la Sociedad de Criadores de Caballos Criollos del Uruguay seguramente tengan en su retina y en su memoria este paisaje que los va a acompañar como uno de esos recuerdos invaluables.

La travesía de este grupo comenzó el miércoles 19 de febrero cuando se reunieron en la tardecita en el camping de Aguas Dulces para una bienvenida y conocerse con todo el grupo. Familias, grupos de amigos, aficionados del criollo esperan con ansias el único evento anual que no tiene fines competitivos y cuyo objetivo es compartir en torno al caballo, disfrutando del paisaje, el tranco, los relinchos, las playas y las nuevas amistades del camino.

Es un recorrido de cuatro días con un total de casi 100 kms, pasando por lugares épicos como la Laguna Negra, la Fortaleza de Santa Teresa, el cruce del arroyo de Valizas. Las palmeras, la arena y las huellas de los de cuatro patas se vuelven características en un paisaje que es muy uruguayo pero que no muchas veces se encuentra asociado a los caballos y a disfrutarlo de este modo.

En familia.

La invitación para participar es abierta, cualquiera montado en un Criollo puede participar y año a año se suman nuevos integrantes. Así es el caso de Gerónimo y Jacinto Araújo que siguiendo con una tradición que supo cumplir su madre, Ana Paula Pérez, de chica, ellos también quisieron ser parte y disfrutaron este año por primera vez junto a su madre y su padre Gastón Araújo. También fue parte de algunos tramos más cortos Esperanza, la hermana pequeña de 10 meses, que iba acompañando la cabalgata con sus abuelos pero se subió para hacer algunos recorridos y no perderse la experiencia.

Gerónimo vino en “Nueva Los Cerros” y Jacinto en “Candidata Los Cerros” y traían montadas sus ilusiones, ansiedad y expectativas con respecto a esta experiencia. “Ana Paula venía de chica y siempre dijo que teníamos que hacer la cabalgata que era algo único y tomamos la decisión y nos inscribimos. Las cuestiones logísticas no fueron menores ya que ellos querían venir en sus yeguas así que conseguimos un camión para traerlas desde Artigas a Rocha” contó Gastón sobre cómo surgió la aventura familiar.

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Gastón, y también la familia de Ana Paula, son apasionados del Criollo especialmente de la línea de resistencia y participan año a año en pruebas como Enduro o la Marcha pero Gastón afirmó sin dudarlo que esta es “la mejor actividad porque pude compartir a tiempo completo con mis hijos”. Pero no todo es tan lejano, el ambiente es el mismo aunque no se tratara de una competencia. “Me hizo acordar en muchos aspectos a la Marcha, la convivencia con las otras familias, amigos nuevos, otros ya conocidos”.

Ver a los gurises galopando en la arena, sobre la costa, ver como se bajan y se ponen a jugar al fútbol cuando recién se conocieron, o a las cartas, o a conversar. Disfrutar de los caballos de un ritmo diferente. “Lo que más me gustó fue galopar en la arena y conocer la fortaleza dijo Gerónimo de seis años”. Vaya si está pago el flete de ese camión cuando lo que se construyen son experiencias y recuerdos de este tipo y anécdotas por doquier. “Antes de acostarnos los gurises alumbraban con las linternas el potrero para mirar si sus yeguas tomaban agua porque había hecho mucho calor durante el día” relató Gastón.

Así como Gastón y Ana Paula fueron con sus hijos también hay familias de varias generaciones que quisieron ser de la partida. Tal es el caso de Eduardo Etchevarne, el popularmente conocido como Vasco, quien había recibido anteriormente invitaciones para participar de la cabalgata pero este año tuvo la más especial, la de sus nietos. “Nunca había ido, fue mi primera vez y lo hice en un contexto más que especial porque me animé con mis sesenta y pico de años a disfrutar de la experiencia a la cual me convocaron mi hijo, mi nuera y mis nietos, fuimos las tres generaciones” relató.

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Ese disfrute está compuesto de muchas cosas: el tiempo compartido, los paisajes, las prosas en el camino pero también de muchas enseñanzas que quedan como legado. “Ellos, cuenta el Vasco en relación a sus nietos, nunca habían acampado, nunca armaron una carpa y esa conexión ese vínculo con la naturaleza, con las rutinas de trabajo, de madrugar y agarrar caballo, y terminar el día cansado pero con un cansancio lindo, es impagable” sentenció.

Como cualquier uruguayo, Sara Perrone seguramente haya elegido Rocha como destino para sus vacaciones alguna vez en su vida. Lo que no se si imaginaba era vivir las dunas, los palmares y los entrañables paisajes a pata de criollo. “Este es el segundo año que hago la cabalgata junto a mi pareja, es una experiencia increíble porque Rocha tiene paisajes muy variados y disfrutables” contó Sara luego de los kilómetros del fin de semana.

Campo y playa.

Todos los participantes coinciden que la organización que matiza en cada recorrido la playa con el campo hace de la cabalgata algo especial pero sin dudas para cada uno tendrá algún destaque diferente. Sara comentó maravillada que “ver nadar a los Criollos y disfrutar a los gurises es algo inolvidable”.

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La cabalgata de Criollos que se realiza hace casi 30 años es una oportunidad invaluable para construir anécdotas, conocer lugares increíbles del país, convivir y compartir en torno al caballo, aprender de la comunión y la familia, pasear, divertirse. La mejor parte es que puede ser una experiencia para todo aquel que quiera sumarse, la invitación para el 2026 queda hecha, solo hay que animarse y subir al lomo de un criollo.

Una vez que se toma la decisión lo demás es todo disfrute, la organización planifica las comidas, los horarios y los campamentos para que sea apto para jinetes experimentados pero también para aquellos que no suelen andar tanto a caballo y quieren hacer el recorrido. No hay detalles librados al azar y esa es la clave de que este evento se supere en concurrencia y éxito año a año.

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Son más de tres meses de organización, solicitudes de permisos para hacer los recorridos, tareas de coordinación y logística arduas y más de 20 personas que al momento de la cabalgata trabajan para que todo salga perfecto. Seguramente ese esfuerzo queda más que retribuido al ver las patas de los Criollos levantando arena en las costas del Polonio y los gurises sonriendo en cada galope.

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