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Agricultura apuesta al uso de bioinsumos para el control de plagas

Deben registrarse ante el MGAP desde hace más de 10 años.

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Producción hortíciola. Foto: Martin Sundberg/Corbis

El control biológico se define como el uso de enemigos naturales, para disminuir la población de uno o más organismos plaga a densidades menores, ya sea de forma temporal o permanente.

Se basa en el uso de prácticas de producción sustentables, dirigidas hacia la explotación racional de los recursos naturales y tendientes a reducir el uso de plaguicidas sintéticos. A partir del 2007 con la entrada en vigencia del Decreto 170, se establece en la Dirección General de Servicios Agrícolas la obligatoriedad del registro de los agentes de control biológico formulados nacionales o extranjeros.

Recién en 2010 se autorizó el primer controlador biológico nacional para el control de enfermedades y plagas que afectan los cultivos hortícolas a base del hongo Trichoderma harzianum.

En el país, existen 10 productos que se comercializan para cultivos hortifrutícolas, forestales y en agricultura extensiva. En particular en 2018 se autorizó el primer controlador biológico para soja contra la lagarta del girasol (Rachiplusia nu) y de las leguminosas (Anticarsia gemmatalis). El último controlador biológico se registró en mayo de 2019 para control de mosca blanca (Trialeurodes vaporariorum) en plantines de tomate a base de una chinche depredadora (Tupiocoris cucurbitaceus).

Los técnicos y productores uruguayos ya pueden acceder a dichos bioinsumos para el control biológico de plagas en diferentes cultivos, una propuesta que impulsa la DGSA del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca como parte de una agricultura sostenible. Actualmente, además, se evalúan otros 17 productos en fase experimental.

Guillermo Crampet

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