Desde el pasado mes de noviembre, por tercera vez se desempeña como presidente de la Sociedad de Criadores de Holando del Uruguay, gremial que forma parte de su vida desde que es muy chico, cuando acompañaba a su padre a las reuniones de directiva en Montevideo. También pertenece a una familia históricamente vinculada a la raza y la gremial, ya que su abuelo fue uno de los socios fundadores, y también la supo presidir. Recuerda su niñez creciendo entre vacas blancas y negras a escasos kilómetros de la capital departamental de Flores, departamento en el que también llevaron adelante una industria láctea, ofreciendo productos como quesos, yogurt y dulce de leche, hasta que decidieron dedicarse nuevamente solo a la parte productiva. A la raza en la actualidad la ve de buena forma, con una excelente adaptabilidad a lo que pretende cada productor en su predio, esto, gracias a un largo trabajo de mejora genética, el cual se ha intensificado mucho en los últimos 30 años, cambiando por ejemplo el tamaño de los animales. Al sector lechero como negocio también lo ve de buena forma, ya que el clima ayuda y la relación entre granos y el precio del litro de leche también, pero aún se están pagando las cuentas de los años anteriores, donde hubo dos años de intensa seca, y el pasado donde el exceso hídrico castigó al bolsillo del productor y al estado corporal de los animales. El ganado gordo atraviesa un excelente momento, y esto ayuda a los ingresos por carne en la lechería, ya que cualquier animal de descarte deja números realmente interesantes. También hay expectativas de que pueda darse una corriente comercial de exportación en pie.
—¿Cómo fue su inicio dentro de la lechería?
—Yo nací adentro de un tambo, voy a cumplir 58 años y siempre estuve acá en Granja Roland, muy cerca de la ciudad de Trinidad, menos cinco o seis años que estuve en Montevideo estudiando, pero después el resto, como quien dice, viviendo entre las vacas blancas y negras.
—¿Durante estos 58 años cómo ha evolucionado el sistema productivo de la empresa?
—Uno ha pasado por todas las situaciones y sistemas de producción, esto lo inició mi abuelo en en el año 1938 inscribiendo la primera vaca de pedigree, y hoy ya estamos llegando a las 19.000. En esa época se ordeñaba a mano, se descremaba la leche, era un trabajo excepcional lo que hacían los viejos de esa época. En casa se llegaron a ordeñar hasta 400 vacas a mano, y además de descremar la leche se pesaba lo que daba cada vaca por la mañana y la tarde. Había mucha mano de obra, eran 30 o 35 ordeñadores en esa época. En los silos, se cortaba el maíz a guadaña, se cargaba en la zorra, y se traía a la orilla del tambo a unos pozos de material, y ahí había una picadora sopladora. Para hacer dos o tres hectáreas pasabas todo el día con 8, 10 o 12 personas trabajando, y hoy viene una asiladora automotriz, te hace 40 hectáreas de silo en el día y ni te enteras que pasó por tu casa.
—¿Qué rol jugaron tanto tu padre así como también tu abuelo?
—Mi abuelo en el 1943 fue uno de los socios fundadores de la Sociedad Criadores de Holando del Uruguay, y fue el primer tesorero de la gremial, luego supo ser presidente. Mi padre también tuvo un par de períodos como presidente de la sociedad. Cuando yo tenía 13 o 14 años estudiaba en Montevideo, y los lunes por la tardecita mi padre pasaba a buscarme y me llevaba a las reuniones de directiva. Sentarme en esas reuniones para mí era lo máximo, por eso considero a la gremial mi casa, y lo mamé desde chiquito.
—Ustedes también tuvieron alguna experiencia como industriales del sector, ¿cómo fue la misma?
—Mi padre siempre dijo que no podía ser que la leche que se producía en Trinidad tuviera que ir a Florida a pasteurizarse y volver a Trinidad a venderse en bolsita. Entonces con mucha fuerza instaló una industria láctea acá, hizo queso y dulce de leche también. Ahí empezamos con problemas legales importantes, porque había una Ley de Lechería, que fue la última de la dictadura, por lo que la venta de leche pasteurizada era un mercado muy protegido, y la leche cruda que se podía vender tenía una diferencia bastante importante de precio. Entonces durante muchos años se peleó con quesos, dulce de leche, algo de yogurt, y la leche pasteurizada que se vendía como cruda con ese valor inferior. Hasta que se bajaron los brazos y se decidió cerrarla porque éramos más productores que industriales, pero es un recuerdo que nos queda hasta el día de hoy.
—Hoy nuevamente te toca estar como presidente de la Sociedad de Criadores de Holando del Uruguay, ¿qué te significa?
—Es el tercer período ya que estoy en la presidencia, luego de haber ingresado en el año 2002 a la directiva, donde han sido años casi continuos de trabajo. Para mí, ocupar el cargo es un honor, orgullo y responsabilidad enorme, esas son las tres palabras que me definen más en este momento. Porque es una institución muy importante, que la considero mi casa donde tengo un grupo de amigos en la directiva que me apoya. Es una raza de mucha leche y muchos amigos.
—¿Cómo ha evolucionado a nivel genético el Holando en nuestro país? Teniendo en cuenta lo que veías desde niño en Granja Roland.
—En los últimos 30 años, la raza ha tenido un avance exponencial, con una evolución genética imponente. Antes uno pasaba por las rutas del Uruguay, y veía en los tambos vacas con problemas en las patas y ubres desprendidas, y eso hoy ya no se ve…
—¿Y hoy cómo está la raza?
—Atraviesa un momento excepcional, excelente, con diferentes líneas genéticas dentro de la raza, para poder hacer lo que uno considera mejor para su predio, porque no todos son iguales, y en Uruguay tenemos todas las posibilidades y la raza Holando se adapta a todos ellos. Tenemos vacas grandes, vacas chicas, y de todo tipo y color, por eso digo que la raza ha hecho un trabajo imponente con la evolución y selección genética, que te da esa posibilidad de abarcar a tantos tipos de sistemas.
—En esa línea, el jurado mexicano en Mercoláctea, Esteban Posada, destacó que el Holando uruguayo podría competir en pistas de Estados Unidos y Canadá…
—Sin dudas, yo soy un gran defensor de la vaca uruguaya, y de la adaptabilidad que tiene la misma. Hay una punta de ganado uruguayo que puede competir en cualquier parte del mundo sin pasar ningún tipo de vergüenza, y lo dijo una persona como Posada que ha jurado en Europa y casi toda América incluyendo Estados Unidos y Candá. Que alguien reconocido a nivel mundial diga eso, no hace más que confirmar lo que nosotros sostenemos. Posada ya había estado hace unos 15 años jurando en Uruguay, y se había ido impresionado, y ahora nos volvió a destacar el nivel de los animales en la muestra y en la gira previa que realizamos.
—¿Hoy a qué tipo de Holando se está apuntando en Uruguay?
—Por ejemplo en la gira, lo que hicimos fue recorrer todos los tipos de sistemas que tenemos: fuimos a un cama caliente en Colonia, también a un cama caliente con robot, también a un pastoreo con suplementación en San José, a la Unidad Experimental de Lechería en Progreso que es solo pastoreo, en Sarandí Grande estuvimos en un cama caliente y un pastoreo en la cabaña San Alberto de la familia González. Lo que vemos es que la vaca es muy parecida en todos lados, nos hemos encargado de defenestrar a la vaca grande Holando, pero esa también tiene su lugar, si la vaca camina mucho hay que achicarla un poco y si está en confinamiento hay que agrandarla. Por ejemplo un brasilero que estuvo participando nos decía que ellos tienen mucha producción a confinamiento y ahí se apunta a la vaca lo más grande posible, y la única que responde en esos sistemas en la holstein, como también responde caminando 3 o 4 kilómetros por día en mi casa, que la vaca son relativamente grandes, da leche, se preñan y tienen buenos niveles de sólidos. Hoy estamos con un tamaño ideal.
—¿La lechería como negocio cómo se encuentra?
—Este es un año excepcional, con un muy buen clima, buena oferta de forraje, con muy buen nivel de reserva, con las vacas dando leche y donde casi todas han parido, pero venimos pagando lo que ha pasado en los años anteriores, con dos años de seca y otro de exceso, donde fueron años que tuvimos un montón de gastos, y esa cuenta la estamos pagando ahora con el buen negocio que está siendo hoy la lechería.
—O sea que hoy el margen es positivo…
—Sin dudas, tenemos una muy buena relación grano/litro de leche, y además el clima acompaña, que es algo muy importante en el Uruguay.
—Además, este año los precios acompañan para enviar ganado de descarte a faena…
—Sí, y ahí te abro un paréntesis, es otra cosa buena de la raza Holando, el ingreso por carne, que hoy es muy bueno. Tengo algún conocido que en un corral de engorde ha metido animales Holando y los números han sido excepcionales. Hoy la carne nos ayuda y ayuda mucho, cualquier vaca de descarte vale entre US$ 1.000 y US$ 1.200. Lo otro que ayuda hoy es la reposición, con la exportación de ganado en pie que empieza a caminar firme, y se espera que durante este año funcione bien con la demanda de Turquía, sobre todo por animales de registro.
—¿Puede llegar a ser Turquía lo que en algún momento fue China?
—No creo que volvamos a los volúmenes de China de enviar 40.000 animales por año, pero hay excedente de animales exportables de la raza, de 12.000, 15.000 o 20.000 animales, y si logramos eso sería muy importante.