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Mujer todoterreno: cuatro vidas, mucha historia

Porque todo lo pueden y todo lo alcanzan, y porque el 27.3% de quienes trabajan en el campo son mujeres. Acá, cuatro de ellas

Mano semilla, mano mujer

Mujeres cinchando y poniéndole el cuerpo a las tareas rurales existieron siempre y en el sentido más literal, porque existe la costumbre, errónea, de entender el aporte de las mujeres rurales como tareas livianas únicamente. El aporte de las mujeres en el agro se da en la parte productiva, en la técnica, en la gremial y en la estatal y, como en cualquier ámbito, suma, abre la cancha, aporta al abanico de opciones y decisiones. Pero no es fácil transitar la ruralidad siendo mujer.

Porque todo lo pueden y todo lo alcanzan, y porque el 27.3% de quienes trabajan en el campo son mujeres. Acá, cuatro de ellas:

Macarena Aguirre: "La realidad climática cambió y tenemos que hacernos cargo para que no nos pegue"

Productora ganadera de Lavalleja

Macarena Aguirre

¿Cómo se formó tu vínculo con el campo?

Mi hermano y yo nos criamos en el campo. Mis padres se instalaron en Barriga Negra, en Lavalleja, porque eran de allí. Con mi hermano hicimos la escuela rural, íbamos en bici por el campo. Cuando volvíamos de la escuela mi padre nos tenía el caballo agarrado y salíamos los cuatro al campo. Era lo máximo andar ahí ayudando, en realidad, más molestando que ayudando. Siempre estuvimos detrás de papá, que era el que más andaba. Era nuestro lugar en el mundo. Mi padre tenía una forma muy particular de tratar a los animales y nosotros tomamos mucho de eso; para mí era pasión. Mamamos eso y nunca nos pudimos desprender. Nos fuimos a Minas a hacer el liceo y fue un paso horrible. Mamá se fue con nosotros y papá se quedó solo en el campo. Ellos nos decían que teníamos que entender que era peor en su época, porque solo podían ir en vacaciones, porque los caminos eran todos de tierra y les llevaba cinco horas el recorrido. Nosotros íbamos todos los fines de semana, pero pasábamos toda la semana llorando. Un martirio para mi madre. Así fue que hicimos el liceo. Luego, mi hermano se decidió por dedicarse de lleno al campo, pero yo seguí para Montevideo y fue peor. Mis amigas me escondían la llave del apartamento de Montevideo porque me escaba a Minas. Se me caían las lágrimas en la terminal. Así hice la carrera, a los ponchazos. Cuando la terminé volví a lo que quería: el campo.

¿Por qué lo eligió como forma de vida?

Es pasión. Disfruto de todas las tareas. Mamamos eso. Mi padre era una persona que trabajaba con gusto. Mis mejores 12 años de vida fueron en el campo disfrutando los cuatro de las tareas del campo. Me fui a estudiar mentalizada en volver. Antes de terminar la carrera falleció mi padre y ahí, más allá de que nos gustara, nos tuvimos que hacer cargo y trabajarlo. Con mi hermano nos dedicamos de lleno a eso porque había que sacarlo adelante. Siempre pensé en volver, pero pasó a ser una obligación. Con más responsabilidades, fue un golpe. Nos instalamos en campaña con Joaquín tratando de darle la vuelta tratando de hacer las cosas como a papá le gustaría. Con el tiempo, por fuera, salió algún otro trabajo.

¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta en el día a día?

La dificultad número uno que atraviesa el sector hoy es el clima. Es algo que no debemos desestimar, todo lo contrario, debemos prestarle mucha atención. El cambio climático es algo que vino; hay que enfrentarlo y prestarle atención. Es una realidad que el clima cambió creo que tenemos que prepararnos y buscar la manera de que no nos golpee. Adelantarnos a la jugada, ya sea haciendo reservas. Buscarle la vuelta para adelantarnos y sortear las dificultades. Algo muy importante y, que es bueno cuestionarnos, es la fecha de entore. No sé si adelantarla o atrasarla, pero hay que buscarle la vuelta porque los inviernos son relativamente más benévolos, habría que estudiarlo. Otra cosa preocupante es la invasión de senecio de los campos. Hay campos muy buenos con mucha carga de senecio. Pienso que hay que tener más ovejas para poder controlar esta maleza.

Laura Rodríguez: “Las abejas no solo están para darnos miel; polinizan todo”

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Laura Rodríguez

¿Cómo se formó tu vínculo con el campo?

Nací en el campo, soy la más chica de tres hermanos. Todos asistimos a escuela rural, pero cuando mis hermanos y primos egresaron se cerró la escuela. Yo estaba cursando segundo y tuve que terminar primaria en el pueblo viviendo de lunes a viernes con mi abuela. Mis padres tenían tambo, ordeñábamos a mano. Hace 17 años que mi marido empezó con la apicultura, compró cuatro colmenas a un apicultor que quería dejar el rubro y empezó con un auto y un carro prestado. Cuando podía lo ayudaba. Cuando mis hijos se independizaron dediqué el 100% de mi tiempo a la apicultura y hoy atendemos las colmenas mano a mano.

¿Por qué lo eligió como forma de vida?

Elijo el campo porque me encanta. Es lo que me hace feliz. Es inexplicable. Ir al apiario es diferente. Interpretar cada colmena, en cada apiario, la zona de floración, el comportamiento de la abeja. Es todo. Esto tiene un plus porque lo podemos hacer en familia, con mi esposo. Podemos enseñar lo que hacemos y lo que hacen las abejas en el campo. Lo podemos transmitir y es un pequeño grano de arena a la importancia de la abeja hoy en día. A la abeja hay que protegerla, porque no solo está para darnos miel sino también están para polinizar todo, aumentar la producción y la soberanía alimentaria.

¿Qué perspectivas tienes para tu sector?

Somos un sector que, a veces, no nos dan la relevancia que deberían. No solo somos apicultores, trabajamos con las abejas, las cuidamos. Se tiene que ver la importancia de las abejas en todo en la producción, en todo lo que llega a la mesa.

¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta en el día a día?

La unión de los apicultores es vital para que en otros rubros nos entiendan y nos tomen en cuenta. Hay que entender que es un rubro tan necesario como la agricultura o la ganadería. Es muy importante la función de los polinizadores. Unidos, en cooperativas o sociedades fomento, es la forma de golpear puertas. Se hace más fácil cuando tenemos el respaldo de más compañeros. El asociativismo en todos los sectores es muy importante.

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¿Cómo se formó tu vínculo con el campo?

Mi vínculo con el campo comienza en mi niñez, con mis abuelos maternos porque pasaba mucho tiempo con ellos disfrutando de esa vida tan particular, que es una forma de vida, de trabajo y de compañerismo. Luego mi madre, también maestra rural, radicó su actividad en la escuela N° 19 de Bañado de Morales. Ahí vivimos otras experiencias en el campo desde una escuela. Éramos 15 alumnos o 15 hermanos. Luego volví como maestra rural a realizar la experiencia de formar nuestra familia en el campo.

¿Por qué lo eligió como forma de vida?

Elegimos el campo como forma de vida para mantener la familia unida. En el momento de tener hijos queríamos que se formaran en el campo debido a los valores que allí se forjan. El respeto, la cooperación, ayudar sin pedir nada a cambio. Son valores que en el campo se destacan. Fue volver también a lo que uno vivió de niño, en donde se puede desarrollar todas las potencialidades teniendo eso como base. Ordeñar la vaca, juntar las ovejas… son experiencias únicas que quedan en la memoria marcados a fuego. Un trabajo que nunca se realiza solo, siempre es en cooperación con otras personas.

¿Qué perspectivas tienes para la escuela rural?

La escuela rural tiene muy buenas perspectivas. Yo fui alumna de una escuela rural en donde el acceso a la información no se podía realizar con tanta frecuencia como hoy. Las brechas no dejaron de existir, pero se acortaron. Los niños desarrollan su potencial de una forma espléndida. Trabajamos con proyectos que parten de situaciones reales y significativas para el niño. Ya no existen las distancias, el niño rural no está aislado. Hay educación de calidad.

¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta en el día a día?

Principalmente los días de lluvia intensa, en donde algunos de mis alumnos recorren hasta 11 kms para llegar a la escuela. Más que como maestra, me pongo en la situación de madre, recorren caminos de barro algunos a caballo, otros en moto. Son riesgos que uno corre, pero independientemente del estado del tiempo siempre llegan con ganas de aprender. Ser maestra rural es único.

Carminia Mello: “la suba descontrolada de los insumos nos preocupa mucho”

Tambera en Treinta y Tres

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¿Cómo se formó tu vínculo con el campo?

Nací en una familia de productores rurales, luego profundicé mis conocimientos en la universidad de Agronomía y finalmente hoy en una empresa vinculada a la lechería.

¿Por qué lo eligió como forma de vida?

Creo que al principio seguí el rumbo porque era lo que más conocía, por mi vínculo que tenía desde niña. En la universidad se reforzó la idea de que era un lugar donde me gustaría trabajar. La producción de alimentos es una tarea sumamente importante y se puede aportar desde muchos lugares. Ahora que soy madre me doy cuenta que es una hermosa oportunidad para criar a mis hijos y construir una familia.

¿Qué perspectivas tienes para tu sector?

Actualmente estoy mayormente vinculada al sector lechero. Trabajamos en un tambo junto a mi esposo y un equipo de trabajo. Si bien creo que a mediano o largo plazo nadie puede indicar las perspectivas, hoy, luego de haber transitado una muy pequeña seca, la entrada al otoño está siendo muy buena, con un régimen hídrico que viene acompañando muy bien. Lo que es balance forrajero se da acorde a lo programado, lo mismo con el rodeo lechero. Está acompañando bien la época de partos. Los cultivos de reserva se desarrollan con buena perspectiva. Hay buenas perspectivas para otoño e invierno de cara a la implantación de pasturas y verdeos mientras que el régimen hídrico siga acompañando.

¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta en el día a día?

Nos preocupa, como a otros sectores, la relación de precios del producto-insumos. El incremento descontrolado que tienen los insumos nos preocupa mucho porque dependemos mucho de los herbicidas, fertilizantes, semillas y combustible. Nos alarma un poco. El equipo está positivo por encarar afra de partos y lactancia. Somos parte de Conaprole y somos conscientes del enorme esfuerzo de la cooperativa por lograr nichos de mercado atractivos que permitan mejores precios. Dentro de la empresa, creo que en la medida que exista el respeto y la confianza, que uno sabe cómo ganarla, no deberían haber dificultades en el trabajo diario de cualquier equipo.

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