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El cielo... por sobre todo...

 

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Milagros Herrera.

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Volver del campo cuando niños, sucios, cansados, llenos de anécdotas… felices.

Copiar a los grandes, sacarse las botas (que en realidad no nos molestaban, creo que podíamos hasta dormir con ellas puestas), tomar algún mate y conversar un ratito debajo de la parra viendo el cielo llamar nuestra atención al teñirse de colores para avisarnos que se va el día.

El grito de mamá “¡a bañarseee!”. Un buen baño, alguna mano de conga y a comer.

Charla, compartir lo que está programado para el día siguiente, soñar con que llegue rápido el momento de volearle la pata al caballo otra vez…

Y la voz de mamá de nuevo. Pero esta vez llena de entusiasmo, con clara intención de contagiarnos lo que ella siente: “pónganse abrigo vamos afuera”, “acuéstense en el pasto y miren el cielo”, casi en un suspiro la frase mágica “no hay cielos como los cielos de Cerro Colorado“.

La distancia con el pueblo, la cercanía con la Cuchilla Grande hacen del cielo realmente un espectáculo único. Millones de estrellas en una oscuridad absoluta nos dejaban mudos, impactados y especiales. Estamos viendo un cielo como no hay otro.

A la mañana siguiente movíamos casi entre dos luces, esa hora que uno no sabe a ciencia cierta cómo va a ser el día. De a poco aparecen las primeras pistas, va aclarando y empieza a anunciarse él, el sol, como medio egocéntrico pero generoso, pinta el cielo de mil colores para que todo se realce a su paso. Imposible dejar de mirar el cielo.

Y aunque para mí, como los cielos de estrellas de Cerro Colorado no haya, ni los atardeceres, ni los amaneceres o las lunas de semana santa, cada cielo tiene lo suyo, porque tienen que ver con nosotros, con nuestro lugar, en definitiva, con los cielos de nuestro corazón.

Esos mismos cielos que Francesca Bialade nos regla en cada publicación que hace en el instagram cielito lindo los corazones, que les recomiendo seguir y que si duda los siente de la misma manera.

Francesca tiene 35 años y cuenta que decidió vivir en el campo hace más de 12 años.

Como muchos, estudió en Montevideo y aprovechó para irse a campaña todo lo posible. Luego de cursar la licenciatura Agropecuaria en lo que era en aquel momento el ITCA, se instaló definitivamente en el departamento de Flores, bajo el cielo lindo de su corazón.

De a poco fue haciéndose responsable de la empresa agropecuaria y poco tiempo después se unió su hermano con quien trabajan a la par.

Se define como fanática del campo, los caballos y todas las tareas rurales.

En nuestra charla la consulte sobre el porqué del protagonista de sus fotografías, el cielo.

Y me contó con rica simpleza, que su madre es italiana y siempre dijo que nunca vio un cielo tan lindo como el del Uruguay, era una frase típica de aquella tana que siempre le quedó.

Francesca dice que los cielos son únicos que seguramente los son porque son los de uno y hay como un sentimiento de nacionalismo ahí.

También cuenta que las fotos las saca porque  todos los días se le presentan cosas divinas.

Cuando empezó a compartirlos en las redes sociales eligió hacerlo en forma  anónima y  se fue dando solo, “plasmar el cielo diferente  de cada día, ver que no hay uno igual al otro y tener el privilegio de mirar para arriba y ver cielo, es increíble. Aunque muchos lo tenemos naturalizado hay gente que no lo puede hacer”

Bajo los cielos normalmente está la imagen de algún trabajo rural. nos cuenta que sale mucho al campo y le encanta mostrar eso. Es importante para Francesca que la gente que no puede ver esas cosas, pueda conocer la vida de campo y “lo lindo de ella, más allá del frio, el calor y las mosca.” Se ríe…

Sobre cómo encontrar la fotografía, nos cuenta que piensa que ya mira en fotos, si bien nunca estudió fotografía ni nada similar. Y lo que la inspira es pensar en lo lindo sería que alguien vea esto a través de sus ojos. Por eso usa el celular para fotografiar, porque es momento real.

Cada fotografía está acompañada de una leyenda campera, que son estrofas de alguna canción, recitado o poema que le hacen acordar.

Nuestra charla continúa encontrando muchos puntos en común, recuerdos de la niñez y proyectos futuros. Creo que su última frase es la que más nos identifica a ambas, aunque los canales de comunicación sean distintos:

“A mí, me gusta tanto que quiero que todos lo vean, no es más que eso…” y en mi caso que lo lean…

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Pablo Mestre
Pablo Mestre

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