¿Quién fue Lalo Perezzutti?, “alguien que se hizo de la nada”, leí por ahí. Estudió técnico agropecuario, trabajó como empleado y tuvo sus propios emprendimientos. Un trabajador incansable y sacrificado, pero sobre todo un gran baqueano. Hábil para los negocios; un hombre honesto y de palabra, que dejó en el campo todo lo que ganó. Es también quien lleva el nombre del premio del Encuentro de Tropillas Entabladas que desde el año pasado es el espectáculo que cierra la Expo Prado.
Según determinó Dalton Delgado, jurado de la actividad, Enrique Pellejero y Alejandro Stirling fueron los tropilleros ganadores del Segundo Encuentro de Tropillas Entabladas, premio “Lalo” Perezutti, desarrollado a modo de espectáculo especial durante el acto de clausura de la Expo Prado 2023.
Pellejero obtuvo el primer premio con su tropilla, mientras que Stirling ganó el premio a la mejor presentación de la misma.
El concurso fue una idea de Gabriela Hearst, hija de “Lalo”, diseñadora de moda internacional y productora, a cargo de la estancia familiar, explicó quien condujo la actividad, el comunicador Juan Carlos López, “Lopecito”.
Una vez más, el espectáculo cautivó a miles de personas que lo siguieron con un silencio perfecto de modo de no entorpecer el reconocimiento del sonido del cencerro o campana por parte de cada caballo, dado que el sonido de los cencerros son todos diferentes.
Este año participaron tres tropillas más que el año pasado, siendo ocho en total.
La primera participante en ingresar al ruedo, única mujer, vino de Paraje Molles de Quintero, de Durazno. Sofía Fernández ingresó con una yegua madrina de pelaje tordillo y siete moros seguidores.
El segundo en entrar con su tropilla fue el ganador del encuentro, Enrique Pellejero. Vino desde paraje Guayabo, de Salto con una yegua madrina baya cebruna y ocho bayas seguidoras.
La tercera tropilla, “La Cimarrona”, vino de la mano de Federico Luzardo, de Sarandí del Yí, Durazno. La yegua madrina era una overa ruana y siete moros seguidores. El lunar -seguidor de otro pelaje- era un overo.
El cuarto fue Marcelo Fort con su tropilla “El Mal Tomado”, de Nico Pérez. Participó con una yegua madrina tostada, seis bayos palominos y un overo rubio como seguidores.
La quinta tropilla fue de Junior Garay, de estancia Las Cecilias (Florida) con una madrina baya y siete moras seguidoras.
El sexto tropillero fue Carlos Azeves de establecimiento Altamira, de Paysandú. Su yegua madrina era una rosilla y tenía seis tordillas seguidoras y una mora (lunar).
La séptima tropilla fue de Martín Fernández, de estancia La Martina, Paysandú. Madrina overa y siete bayos potros seguidores.
La octava y última tropilla en ingresar al ruedo fue Alejandro Stirling, de estancia La Martina, de Paysandú, con una madrina rosilla y ocho gateados seguidores.
La tropilla entablada es una antigua habilidad criolla, ingeniada por el gaucho ante la necesidad de mantener unida a la caballada. Hay documentos que hablan de tropillas entabladas 30 años después de que los equinos llegaran al continente, es decir, se pasó de no conocer al caballo a domesticarlo y entablarlo en 30 años.
La entablada es una tropilla históricamente de trabajo. En el medio del campo, sin riendas ni corrales suficientes, los gauchos utilizaban este método para enseñarle a los caballos a seguir a una yegua madrina, la que lleva el cencerro. De está forma se pasaba menos trabajo en el campo.
El entrevero de tropilla entablada es un gran atractivo que cautiva al público, que es realizado en diferentes festivales gauchos y que los jinetes uruguayos practican cada vez más.
A pesar de desarrollar la disciplina hace relativamente poco tiempo, los uruguayos marcaron la historia al haber logrado una clasificación por primera vez en el festival Jesús María, en Córdoba Argentina, el máximo evento de la actividad.