
La producción de alimentos modifica el ambiente, como muchas otras actividades humanas, y la producción de frutas no es la excepción. Uruguay busca desarrollar una producción sustentable y de calidad, por lo que es imprescindible medir ese impacto ambiental. Porque lo que no se mide, no se puede mejorar.
El sector citrícola puso manos a la obra. Por iniciativa de la Unión de Productores y Exportadores Frutihortícolas del Uruguay (UPEFRUY) y el apoyo del Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA) del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), el sector citrícola uruguayo realizó la medición de su Huella Ambiental, es decir, la cuantificación del impacto ambiental de la producción a través de varios parámetros objetivos.
Luego de dos años de intenso y amplio trabajo, en el que se registraron datos representativos de la producción de naranjas, mandarinas y limones, se calculó la Huella Ambiental compuesta por 20 parámetros de desempeño ambiental, que incluyen desde la medición de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta el impacto en el ciclo hídrico y en el suelo.
El procesamiento de los datos y los resultados estuvo a cargo de un equipo liderado por la Ing. Alim. (Dra.) María Inés Cabot, que contó con el apoyo del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República y la Universidad Politécnica de Valencia (España).
Estos resultados conforman una primera Línea de Base cuantitativa para la citricultura uruguaya, sobre la cual se podrán sustentar decisiones y estrategias, para avanzar hacia una producción citrícola cada vez más sostenible. El trabajo abarcó todo el proceso de producción y comercialización de la fruta, desde la producción de los montes en el campo hasta el proceso de empaque final. Aporta datos concretos y herramientas prácticas para mejorar el desempeño ambiental del sector y fortalecer su posicionamiento en mercados cada vez más exigentes.

Trabajo y resultados.
La evaluación y cuantificación de la Huella Ambiental del sector citrícola se desarrolló entre 2023 y 2025, e integró información de una muestra de 376 cuadros citrícolas (naranja, mandarina y limón), ubicados en 6 empresas exportadoras integrantes de UPEFRUY. Se registraron datos detallados del manejo agronómico, el consumo de insumos, los rendimientos y los procesos de postcosecha y empaque.
Se calcularon 20 indicadores ambientales, entre ellos emisión neta de CO2, uso de agua, eutrofización por Nitrógeno y Fósforo, uso de minerales y combustibles, erosión y carbono en suelo. Los resultados se expresaron por tonelada y por hectárea, diferenciando por especie (naranja, mandarina y limón) y por etapa del cultivo (primeros años vs. plena producción). También se estimó el impacto ambiental total anual a nivel país.
En el caso específico de la huella de carbono (emisión neta de CO2) el valor obtenido coincide con el promedio reportado en estudios internacionales que reúnen múltiples casos de producción de citrus en distintos países. “Esto refleja que nos encontramos en niveles comparables con los de otros sistemas citrícolas evaluados a escala global”, señala la Ing. Cabot.
De los resultados surge que los impactos más relevantes -en casi todas las variables- están vinculados a la producción en el campo, donde se genera cerca del 90 % del impacto total, confirmando su peso dominante en la Huella Ambiental del sistema citrícola uruguayo. Esto refuerza la necesidad de enfocar allí las mejoras.
En particular, los datos muestran que la aplicación y producción de fertilizantes son procesos especialmente críticos, por su impacto en el agua, suelo y aire; y por el uso de energía no renovable para producirlos. También inciden el uso de maquinaria agrícola (consumo de combustibles fósiles) y la producción y uso de fitosanitarios.
Antes y después.
Es la primera vez que se mide la Huella Ambiental con un enfoque representativo del sistema citrícola a escala nacional y con un nivel técnico comparable con el de otras cadenas agroalimentarias. El equipo técnico del proyecto diseñó además una Calculadora de Huella de Carbono, adaptada especialmente a las características del sistema productivo nacional. Con ella las empresas pueden cargar los datos de su caso particular, y obtener su propia huella de carbono.

Para la Ing. Alim. María Inés Cabot “contar con una cuantificación de impacto ambiental pone a los citrus a la par de otros sectores del agro que ya han comenzado este camino. Poder publicar esta Huella Ambiental, a partir de un proceso participativo con los productores, enriqueció mucho el trabajo y las posibilidades para Uruguay”.
Para la especialista, el trabajo tiene además el valor de poder detectar los distintos puntos críticos del proceso, mostrando dónde están los mayores impactos ambientales. “Esto permite a los productores enfocarse en dichos puntos para iniciar procesos de mejora y minimizar los impactos, a través de diversas tecnologías”, remarca.
La Ing. Agr. Marta Betancur, experta en producción citrícola y asesora de UPEFRUY, destaca que “la medición de la Huella Ambiental abre la posibilidad de acceder a certificaciones que acrediten las buenas prácticas de la producción citrícola uruguaya, así como a certificaciones de los propios clientes, y asociarnos con los Objetivos de Sostenibilidad de Naciones Unidas”.
Así, la nueva medición es el punto de partida para establecer procesos de mejora de la sostenibilidad del suelo, del agua y de las emisiones de carbono. Los indicadores cuantificados permiten encontrar puntos críticos y trabajar sobre ellos. Para los productores es el inicio de una nueva etapa.

Además, cuantificar la Huella Ambiental abre la oportunidad de mejorar el posicionamiento del citrus uruguayo a nivel de los mercados de consumo más importantes y dinámicos, que valoran la sostenibilidad, y anticipar exigencias futuras. Asimismo, es la base para evaluar con objetividad nuevos avances tecnológicos que busquen minimizar el impacto ambiental.
Contar con la Huella Ambiental abre para el sector nuevas posibles líneas de acción, como introducir propuestas tecnológicas piloto, replicar soluciones en otros sistemas frutales y explorar herramientas de diferenciación ambiental (con un posible sello citrícola nacional).
Hoy, los mercados internacionales y los consumidores valoran cada vez más la sostenibilidad de los productos agroalimentarios, lo que constituye una oportunidad para los productores. Contar con datos confiables permite tomar mejores decisiones, anticipar exigencias futuras y respaldar con evidencia los avances tecnológicos que minimicen estos impactos, manteniendo altos rendimientos y calidad de fruta. El objetivo fundamental es salvaguardar los recursos naturales, y propender a una citricultura más sostenible y económicamente viable.