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Carlos Mas: “Implantación de las pasturas tiene que ser un gol del vestuario”

El Ing. Agr. M. Sc. Carlos Mas, ex director de la Estación Experimental del Este e investigador en pasturas, manifestó haber vivido “parado en una taipa esperando que salga el arroz para entrar con una pastura”, declaró que “no hay que quedarse en las añoranzas sino hacer planteamientos agresivos hacia el futuro”, al tiempo que dijo que “las grandes soluciones para los sistemas agrícola ganaderos vienen de la mano de la tecnología”. Aseguró que en el desarrollo de sistemas agrícola ganaderos, “el cultivo tiene que estar pensando en la ganadería que lo sucede y viceversa. Y mencionó que “veo la soja como una gran herramienta, pero limitada por los precios y los fletes”.

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Hernán T. Zorrilla (*)

-¿Qué recuerdos le trae los orígenes de la investigación agrícola en la Cuenca de la Laguna Merín ?

-Estaba muy relacionado con lo que era la investigación en aquel momento. Toda la investigación provenía de La Estanzuela, Colonia, que irradiaba sus conocimientos a todo el país, ignorando las distintas necesidades de las diferentes regiones. El impulso de Treinta y Tres fue un poco antes de esa visión de ubicar regiones, a raíz del funcionamiento de lo que era el “Proyecto para el Desarrollo de la Cuenca de la Laguna Merín”, un proyecto tripartito entre Uruguay, Brasil y FAO.

-¿Cómo fue el comienzo?

-Comencé trabajando por 1967 y empezó todo por lo que suponía manejar las aguas de la cuenca. No nos olvidemos que el arroz, un cultivo subtropical, se planta en el sur por razones de agua. Había que desarrollar ideas sobre qué regar. Empezamos a trabajar con pasturas con riego, algunas totalmente distintas, del subtrópico, lo que hoy se dicen las megatérmicas, gramíneas y leguminosas procedentes sobre todo de África y Australia. Comenzamos a hacer investigación sin ningún soporte. La investigación de arroz y de pasturas era seria, con método científico y diseño estadístico. Éramos técnicos nuevos, sin experiencia, solos contra el mundo en ese momento. Yo siempre viví parado en una taipa esperando que salga el arroz para entrar con una pastura. Llegamos al final de la década de 1960 y allí surge la idea de la regionalización de la investigación, de la mano de Héctor Albuquerque. Y allí da el puntapié inicial la Estación Experimental del Este (Ciaab), en una continuación de lo que veníamos haciendo el Ing. Agr. Nicolás Chebataroff y yo en el proyecto de la Laguna Merín, con quien discutíamos las ideas y los proyectos. Ahí comenzamos a avanzar en la investigación a pasos agigantados, porque arrancamos casi de cero.

-Usted lideró la idea de hacer el sistema arroz pasturas, ¿cómo surge?

-Leyendo y hablando con gente. Empezamos a tirar a mano y en línea en los rastrojos de arroz Festuca, Falaris, Dactylis, Trébol Blanco, Trébol Rojo y empezamos a ver una supervivencia interesante. Empezamos a hacer ensayos, aproximadamente a los dos años vimos los resultados en el campo y se decidió hacer una pradera en serio. Llamamos al piloto Alejandro Bueno y lo llevamos a ver. Nos dijo que si en ese rastrojo nacía una pradera no nos cobraba nada. Y la primera pradera fue gratis, en 1972. Las variedades fueron Raigrás, Trébol Blanco y Lotus. Anduvo bien y arrancamos fuerte.

-¿Qué reacciones generó?

-Transformó la región, porque era una región de cría y de vacas flacas. Con la calidad de pasturas que teníamos aquello cambió. Los arroceros vinieron a golpear la puerta. Fue una tecnología desarrollada de la mano de la investigación directamente con la producción. La región empezó a vender novillos gordos. Se comenzó a visualizar que el arroz, después de la pradera, también producía mucho más. El tema era el manejo de las malezas, pero ahí comenzaron a aparecer los herbicidas. Era pasar con el avión, tirar un poco de semillas y en 4 meses teníamos una pradera potente. Hoy por hoy teniendo toda esa experiencia no hay que quedarse en las añoranzas sino hacer planteamientos muy agresivos hacia el futuro. La ganadería siempre fue una cenicienta en el palacio del arroz. Ahora los precios han cambiado mucho. Pero siempre la ganadería se tuvo que desarrollar con esa mancha de jugar de suplente. Hoy no es así, pero entonces el encare debería ser de una agresividad que en muchos casos no la tiene. La ganadería carga con el peso de la tradición, que a veces es “un pelotazo en contra”.

-¿Y cómo se avanza?

-Se debe ver qué se va a sembrar y cuánto forraje por hectárea. No ponemos especial cuidado en trabajar el arranque. Regalamos en esa etapa, y el partido se juega ahí. Una mala implantación significa una pradera que, por lo menos, nunca va a ser excelente. En cambio una buena implantación tiene grandes probabilidades de que sea una excelente pradera si se hace un buen manejo después. Las grandes soluciones para los sistemas agrícola ganaderos vienen de la mano de la tecnología.

-Hoy existen distintos sistemas de pastoreo, ¿qué opinión le merecen?

-Son herramientas que existen para distintas circunstancias. Es evidente que no puede haber una pastura sin ningún manejo. Hay que calcular cuánto come el animal, cuánto pasto tengo, entre otros aspectos, y ahí el pastoreo racional empieza a sintonizar. No quiere decir que haya que hacer pastoreo racional versus otro. Porque en el pastoreo más general se pueden tomar medidas interesantes. El tamaño de los potreros es fundamental, y hoy por hoy el alambrado eléctrico ayuda mucho. Todos nos enamoramos del campo natural, pero hay que manejarlo muy bien, sobre todo pensando en el invierno y en el otoño. Hay que darle descanso a la pastura, si la misma no descansa no puede crecer. Hay que desarrollar la afición de estar con la pastura, viendo qué necesita y qué le puedo dar. Es una atención permanente. Es un sentimiento.

-¿Cuál es el principal desafío para la estabilidad y productividad de las pasturas?

-Es integral. La pastura tiene que arrancar excelentemente bien. La implantación tiene que ser un gol del vestuario. Hay que observar el ambiente para ver qué semillas poner y qué posibilidades tienen de transformarse en plantas útiles. Hay que pensar dónde voy a sembrar, y en función de eso defino qué voy a sembrar. Hay que manejar la fertilidad, y poner especial atención en el manejo. No hay sorpresas.

-¿Qué opina sobre el manejo de las pasturas por parte de los ganaderos?

-No es suficiente en muchos casos y significa mucho dinero. Si la pastura está implantada y yo uso un 70% es una cosa, si uso un 80% es otra. Y repercute en los números. Si yo logro mejorar en una pradera productiva un 1% del uso puede significar 10 kg de carne. Pero si yo mejoro 10 puntos, hacé la cuenta. Pero la tradición es compleja…

-¿Cuáles son los caminos para el desarrollo de sistemas agrícola ganaderos sostenibles y ambientalmente equilibrados en el tiempo?

-La conexión entre la ganadería y la agricultura, la conexión entre los que lo hacen. Nunca se pone la misma atención en cómo se hace la agricultura que en cómo se cuida una pradera. La ganadería no es además de la agricultura, sino una parte del sistema. El cultivo tiene que estar pensando en la ganadería que lo sucede y viceversa. No hay que tener miedo de quemar una excelente pradera para hacer un cultivo. Es materia orgánica. Nos cuesta visualizar la unidad productiva independientemente de que tenga distintos dueños. Una excelente pastura, además de todo lo que significa en nitrógeno y en carbono para el siguiente cultivo, significa una protección física de la tierra, que tal vez es el valor más alto que tiene en la conservación del recurso. Lo único que no se repone es la erosión. El gran futuro de la ganadería está en vender sistemas pastoriles que fijan carbono, vender la ecología y fomentar la diferenciación por bienestar animal.

-¿Cómo ve la incursión de la soja a nivel país?

-Dependiente. Tenemos que vender todo. Los precios han variado de manera grosera y hay que ser muy cauto. Si se hace en las zonas donde se sabe que tenés buen rendimiento, y tenés poco flete, te tiene que ir muy mal para perder dinero. Pero el cultivo en general es una herramienta si se ve desde el punto de vista de la ganadería. En las pasturas que tienen una vida de 3, 4 o 5 años, un cultivo entre medio soluciona todo, hasta desde el punto de vista económico. Aprovecha la fertilidad que acumula la pradera y le devuelve una oportunidad de arrancar muy bien con otra cero kilómetro. No es una cosa más otra, es una sola cosa. Para resumir, veo la soja como una gran herramienta, pero limitada por los precios y los fletes.

(*) Encargado del rubro agrícola en Portal Rurales El País.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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