El 40° remate de la cabaña La Lorencita en Mariscala tuvo un comienzo distinto, cargado de emoción y memoria. Este sábado 18 de octubre, la familia, los amigos, los clientes de siempre y los colegas de ruta se reunieron con un vacío imposible de disimular: el de Julio “Julito” Bonomi. Antes de que entrara el primer lote, se detuvo el martillo y se pidió un aplauso. Desde la firma Jaso & Jaso y desde Escritorio Dutra recordaron al productor, al apasionado por el Hereford, al amigo leal. En este aniversario tan especial, un árbol ocupó un lugar especial. Fue el presente que los escritorios Jaso y Dutra entregaron a la familia como símbolo de un recuerdo permanente y de unas raíces que siguen firmes en la tradición. Y en el local, ese aplauso largo y sentido fue la manera de mantenerlo presente.
Después sí, se encendió la adrenalina de las ventas. Con un marco de público numeroso y con la tradición de cuatro décadas como respaldo, el 40° aniversario fue también un punto de encuentro entre generaciones: los que recuerdan los primeros remates en Mariscala y los jóvenes que hoy continúan esa historia. La torada se presentó en gran forma y la demanda acompañó, con pujas firmes que reflejaron confianza en la genética trabajada durante años.
Los valores logrados mostraron la vigencia de la cabaña en el mercado, reafirmando que cada ejemplar ofrecido es fruto de la pasión que los mayores supieron sembrar en su familia y en todos los que lo rodeaban.
Los 26 toros se colocaron con gran agilidad, logrando un promedio general de US$ 3.502, con un máximo de 4.800 y un mínimo de US$ 3.000. Los Polled Hereford PI promediaron US$ 3.574, mientras que los Hereford PI hicieron un promedio de 3.375 y un techo de 3.960 dólares. En el caso de las vaquillonas PI, el promedio fue de 1.383 dólares con un máximo de 1.644.
Al caer la tarde, cuando el último lote encontró comprador y el martillo descansó, quedó flotando la certeza de que este 40° remate fue más que una jornada comercial. Fue un tributo silencioso y a la vez bullicioso, porque la mejor manera de honrar a quien ya no está en este plano es seguir adelante con lo que más amaba. El aplauso del comienzo encontró su eco en el final, demostrando que aunque falte físicamente, su huella seguirá marcando cada remate.