Informaron a Junta de INAC sobre el potencial comercial para carne ovina con hueso y el futuro de esta herramienta sanitaria avalada por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)
Pablo Antúnez
Vigilados y auditados por la Dirección General de Servicios Ganaderos (MAGP), pero en manos del sector privado, Uruguay se prepara poner en marcha una segunda fase del compartimento ovino de alta bioseguridad, la herramienta avalada por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), con la que se busca destrabar el ingreso de carne ovina uruguaya con hueso a Estados Unidos y otros destinos de alto potencial.
Esta semana, la Junta Directiva del Instituto Nacional de Carnes (INAC) recibió al director de los Servicios Ganaderos, Francisco Muzio, a los técnicos Eduardo Barre y Patricia Lagarmilla, acompañados por el presidente del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), Alejandro Gambetta y el delegado de Uruguay ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), Jorge Bonino. La meta fue conocer algunos detalles del compartimento ovino, hacer una evaluación de los pasos que se dieron hasta ahora y plantear etapas futuras.
Una vez lograda la apertura de Estados Unidos para la carne ovina con hueso y tras conseguir que otros destinos también abran sus puertas al producto —según explicó Muzio a El País—, la etapa dos prevé la creación de cuatro compartimentos que producirían entre 12.000 y 15.000 corderos para asegurarle una buena oferta a la industria frigorífica.
Uruguay desafío al mundo con la creación del compartimento ovino de alta bioseguiridad, para garantizarle a los mercados que no hay circulación viral de fiebre aftosa y que por lo tanto, su carne con hueso no es vector de transmisión de la enfermedad. Es el primer compartimento ovino en el mundo, a cielo abierto y creado para diferenciar una enfermedad, pero además, el único que cuenta con trazabilidad individual en ovinos.
En el compartimento ovino de Cerro Colorado (SUL), hay hoy casi 1.500 corderos ingresados y la idea es entrar otro tanto a mediados de marzo. Se hicieron pasturas y los animales van ganando peso. A su vez, ya se hicieron dos faenas en condiciones especiales (auditadas por el MGAP) y se aceitó el sistema de certificaciones y exportación de la materia prima.
MERCADOS. Las negociaciones están muy avanzadas en Estados Unidos y se espera de un momento a otro la publicación de la norma habilitando a Uruguay en el Registro Federal. La etapa técnica quedó atrás y ese fue un gran logro. A México se le envió información y se continúa negociando, explicó Muzio a El País. “Entendemos que en cuanto a información técnica no habrá etapas a recorrer”. A nivel de la Unión Europea —el mercado por excelencia para perniles y lomos, los cortes más caros—, no se aceptó el compartimento como herramienta, por más que esté avalado por el código zoosanitario de la OIE. En este caso habrá que seguir trabajando.
Pero más allá de la apertura de mercados para la carne ovina, puede usarse para la exportación de ganado en pie con destino a genética —el MGAP negocia hoy con Rusia— y para vender animales, con garantías adicionales, en predios afectados por alguna enfermedad.
APUESTA. El potencial del compartimento de alta bioseguridad parece no tener límite.
El asesor y delegado de Uruguay en la OIE, Jorge Bonino recordó a El País que “a nivel interno, esta figura se está utilizando en distintos temas sanitarios”. Por ejemplo, en brucelosis bovina, explicó que aprovechando la base del compartimento, que es la integración público-privada y cumpliendo con las normas de alta bioseguridad, se logra aislar una subpoblación que está totalmente registrada (tiene trazabilidad individual) y comercializarla, apoyándose en el concepto de bienestar animal, de sanidad de elite y en una producción acorde con lo que está acostumbrado Uruguay, basada en las normas de bienestar animal y de defensa del medio ambiente.
A nivel de ovinos, a futuro, se podría incluir una certificación de libres de anabólicos y antibióticos para carne ovina con hueso en Estados Unidos.