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Nuevo escenario exportador

El año 2022 marcará un nuevo récord en el monto por exportaciones de bienes, pero culmina con un panorama muy diferente al del comienzo. Uruguay tiene desafíos estratégicos importantes de inserción comercial.

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El monto por exportaciones de bienes del Uruguay alcanzó los US$ 889 millones en el mes de noviembre, cifra 11% inferior a la registrada en el mismo mes del año pasado. Es el segundo mes consecutivo en el que se registra una caída interanual, lo que se debe -principalmente- a la menor demanda por carne uruguaya en el exterior, que ha hecho caer las ventas en este rubro. Aun así, el sector cárnico se mantiene liderando las exportaciones del Uruguay (cuadro).

A pesar de estas bajas, con toda seguridad el año cerrará con un aumento significativo en el monto por exportaciones, marcando un nuevo récord histórico. El aumento seguramente estará por encima del 15%, alcanzando una cifra total superior a US$ 13.000 millones.

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El avance se explica no sólo por los altos precios que se obtuvieron en el mercado internacional hasta mediados de año. También hay un interesante aumento en el volumen de exportaciones en varios rubros, principalmente en la agricultura. La cosecha de soja fue excepcional, obteniendo al mismo tiempo altos precios de exportación. Así, el monto por exportaciones de soja acumula casi US$ 2.000 millones, más del doble que el año pasado (cuadro). Trigo, cebada y colza también tuvieron aumentos destacados, lo mismo el arroz. .

Los productos lácteos también muestran un fuerte aumento en las ventas en el acumulado anual, superior al 20%, pero en este caso -como en la carne- el desempeño se explica exclusivamente por el aumento en los precios, pues los volúmenes de exportaciones han estado estables (en carnes incluso hay un descenso). Ese efecto de mayores precios se ha ido diluyendo en los últimos meses, de manera que el escenario de cierre del año es bastante distinto al del comienzo. En el caso de la celulosa también se observa una diferencia entre el comienzo del año, con subas interanuales fuertes, y lo que sucede en los últimos meses, con estabilidad en los montos exportados. En cualquier caso, la celulosa saltará el año próximo al primer lugar entre los productos de exportación, cuando se ponga en marcha la nueva planta de UPM.

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Otras agroindustrias como la lanera y las curtiembres, han tenido un desempeño más equilibrado, lo mismo que rubros como citrus, miel y vinos, cuyos montos por exportaciones son claramente inferiores a los sectores líderes, pero que tienen una gran importancia en el empleo y en muchas economías locales.

Las agroindustrias son predominantes en la dinámica de exportación, pero no están solas: la industria automotriz ha tenido un avance notorio este año, con un aumento de más de 150% en la facturación respecto al año pasado, en el acumulado anual. La puesta en marcha de nuevas líneas de ensamblaje -con inversiones que han permitido incorporar nuevas tecnologías y mejorar el desempeño- aumentó la capacidad exportadora de vehículos del Uruguay, con colocaciones principalmente en la región (Argentina y Brasil).

Este tipo de industria manufacturera exportadora depende en buena medida -a su vez- de la importación de insumos y kits para la fabricación, la mayor parte de los cuales ingresa en régimen de Admisión Temporaria, con exoneraciones de impuestos. Las fábricas hacen el ensamblaje, con alto grado de automatización y empleo calificado, con remuneraciones por encima del promedio. Es una dinámica muy diferente a la de la mayoría de las agroindustrias (granos, lácteos, carne) en las que el producto exportado es valor agregado casi 100% nacional, completado con algunos insumos importados que se utilizan a lo largo del proceso productivo. Esto no es un juicio de valor; simplemente hay que tenerlo en cuenta al momento de analizar la dinámica económica de estos sectores y de la exportación en su conjunto.

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Destinos y estrategias.

La retracción de la demanda china es el principal factor que explica el nuevo panorama en las ventas externas. La economía china no logra superar los problemas del Covid. Si bien hay señales de que irá levantando paulatinamente las restricciones a la movilidad, hay dudas acerca de las reales posibilidades de que esto ocurra, dados los aún bajos niveles de vacunación, sobre todo en la población más veterana.

Pero el Covid no es el único factor. En términos políticos, en los últimos años China ha ido transitando desde una relación comercial y de inversiones muy dinámica con occidente (EEUU y la UE) a una relación más confrontativa, lo que ha alejado políticamente a ambas partes, se han enfriado las inversiones recíprocas y el comercio está más condicionado. El proceso tuvo su expresión más clara en la era Trump, pero aun ya con el polémico personaje fuera de la Casa Blanca, dicho proceso de alejamiento continúa. Su efecto es diferente según los rubros, pero hay una tendencia clara (y preocupante). Para Uruguay (también para Argentina y otros países de la región) es un dilema difícil. Nuestro país ha comenzado negociaciones formales para un TLC con los chinos, pero ahora desde Brasil se plantea una estrategia regional común, más acotada. ¿Qué debería hacer Uruguay? La respuesta no es sencilla.

Por otra parte, la invasión rusa de Ucrania ha sacudido la geopolítica global, con repercusiones regionales. El mercado petrolero mundial agregó ahora otro factor de incertidumbre y esto cambia la situación de países productores como Venezuela, que de estar condenados y sancionados tienen ahora una segunda oportunidad para recomponer lazos hasta hace poco totalmente rotos. EEUU se muestra más flexible con el régimen de Maduro y Uruguay ha designado embajador. ¿Será que volveremos a vender alimentos a los caribeños, desconociendo todos los cuestionamientos políticos? Primero habría que cobrar las deudas, claro está.

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En este marco, Uruguay presentó formalmente su voluntad de ingreso al Acuerdo Transpacífico, y de inmediato recibió un “estate quieto” de sus socios del Mercosur. Lo primero que cabe observar es que la cancillería actuó tarde: ya hubo cambio de gobierno en Brasil y seguramente Lula no será tan permisivo como Bolsonaro con Uruguay. De todas formas, habrá que ver cómo transcurre la Cumbre del Mercosur esta semana; el comunicado -todo indica- tiene más la impronta argentina que brasileña.

Cuando hablamos de Mercosur hay que tener claro que -tomado en conjunto- dice muy poco sobre la dinámica comercial de Uruguay. Nuestro país comercia mucho más intensa y equilibradamente con Brasil que con Argentina. En efecto, en 2021 el saldo comercial con Argentina fue negativo en US$ 840 millones, frente a un saldo negativo de US$ 320 millones con Brasil. Pero además, el comercio con Brasil es mucho mayor: le exportamos productos por más de US$ 1.700 millones anuales; con Argentina no llegamos a los US$ 500 millones. De tal manera que por cada 100 dólares en mercadería importada de Brasil, exportamos por 85 dólares. En Argentina la relación es 100 a 35, según datos del Banco Central del Uruguay. Así, Brasil se ubica entre los principales socios comerciales de Uruguay, junto a China y la UE. Argentina está bastante más abajo y -reiteramos- con un saldo negativo enorme. Los argentinos subsidian sus industrias y desplazan producción industrial uruguaya en nuestro mercado local (las importaciones argentinas de Uruguay suman casi US$ 1.400 millones). Esto incluye el caso de la molinería y la industria aceitera; no en vano el Frente Amplio planteó recientemente derogar los decretos que bajaron aranceles de aceites y harinas que emitió el gobierno. La idea era moderar la inflación habilitando producción importada, pero ese supuesto no se confirmó y la industria (y sus miles de empleos) están expuestos a la competencia desleal de los vecinos.

En el año móvil a octubre de 2022 las exportaciones a Argentina subieron a más de US$ 900 millones y el déficit se redujo a US$ 540 millones, pero esto se debe principalmente a las excepcionales exportaciones de soja uruguaya a Argentina, por la caída en la cosecha paraguaya. Mientras, el déficit comercial con Brasil se amplió a US$ 770 millones. Si bien los flujos comerciales entre países difícilmente arrojan un equilibrio exacto, la tendencia parece confirmar los problemas de competitividad que denuncian cada vez más enfáticamente los exportadores.

Por todos estos factores, el escenario global se ha vuelto más complejo y Uruguay tiene que calcular muy bien sus pasos para lograr avances de inserción y oportunidades comerciales. El dilema con el Mercosur es más fuerte que nunca: ciertamente, en un mundo que se ha vuelto más ríspido, trabajar en conjunto con nuestros socios del Mercosur daría más poder de negociación. Pero la voluntad de nuestros vecinos de ampliar el comercio no es firme (menos que menos en el caso argentino) y Uruguay no puede resignar su política comercial a lo que dispongan los socios del bloque. Como en el Mundial, es mejor una actitud más ofensiva, porque el riesgo es quedar eliminados.

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