Esta es una historia de gente que hace las cosas bien y que saben que con humildad y mucho trabajo solo se puede ir hacia adelante. Mauro Tavares Hernandorena tiene 32 años y es productor ovino en la zona de Tiatucura, en Paysandú, desde hace “un lote” de años, calcula más de 10 años, pero con mayor potencia desde hace unos cinco.
Su abuelo materno fue quien los adentró al campo. Su bisabuelo vino de España, compró campo y desde ese momento la familia trabaja allí, en el límite que separa la zona Paso de los Toros (Tacuarembó) de Paysandú.
Tiene dos hermanos menores, Felipe (30) y Paula (28), que también son sus socios y que se dedican a “esto de la oveja”, además de hacer servicios de siembra de pasturas, preparación de suelo y “esas cosas”. Sus padres dedicaron toda su vida al campo; su padre trabajó también un tiempo en un frigorífico, pero ya están en la etapa jubilatoria, y la idea es que los hijos le arrienden, de a poco, el campo.
“Más o menos, en términos generales, mi vida es eso”, contó Mauro Tavares a Rurales El País.
En el tema ovino lo arrancaron con un proyecto de UTU relacionado con el Cordero Pesado del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), cuando él era todavía estudiante en el centro de Tacuarembó.
“La oveja la elegimos, más que nada, porque nos gusta, pero también porque, con la escala que teníamos y con los recursos que teníamos, era lo más fácil para arrancar. Además, cuando éramos chicos mi abuelo se encargó de afiebrarnos con la oveja, de meternos el gusto por la oveja. Es una cosa que siempre nos ha gustado. Y entendemos que, a pesar de todo, si controlas los costos es algo que no da pérdida; podés empatar, pero perder es muy difícil. Tiene que venir una catástrofe ambiental para que pierdas con la oveja”, aseguró Tavares.
Y así fue como, de a poco, los tres hermanos se largaron con la oveja. El área que tenían la dividieron por zonas productivas, analizaron las posibilidades y comenzaron a trabajar.
“Primero empezamos con la parte de invernada, comprando y vendiendo más que nada, que era para lo que teníamos margen. Luego pusimos un sistema de cría con ciclo completo, hacer la recría e invernada de corderos. Y cuando los números cierran, también tenemos un feedlot que compramos, invernamos y vendemos corderos. Si no lo hacemos a campo, si el negocio sirve, comprar barato, meterle algún kilo y vender. Siempre ha sido un buen negocio para el ovino”, aseguró.
En el tema vacuno hacen o recría o invernada, depende de lo que consigan para comprar y, más o menos, un 30% del área está con pasturas, subdivisiones con eléctrico y, de a poco, han ido armando un parquecito de maquinaria para realizar las labores de siembra.
“Cuando planteamos el sistema, se conseguía quien hiciera servicio en la zona pero después, a medida que las empresas agrícolas se fueron retirando, tuvimos que tomar la decisión de ir comprando las máquinas para pasarlas nosotros”, explicó.
El sistema estaba armado para hacerlo con razas prolíficas, porque no les daba la escala para dedicarse al tema de la lana, también porque los ciclos son más largos, “pero como buen ovinocultor el gusto personal pesa y tenemos tres razas”: dos maternales, que son Border Leicester y Frisona Milchschaf, y la tercera es la Ideal. A la hora de la venta tienen una particularidad: como venden al promedio de finura, la raza más fina, en este caso, la Ideal siempre mejora el precio de la lana más gruesa y eso les permite venderla y obtener un mejor ingreso por la lana. “Si sirve el negocio, en casos puntuales se compra oveja barata en febrero o marzo y se encarnera con razas terminales. Se compra Merino o algo parecido si se puede para completar el número para ganar un poco de escala”, dijo.
El sistema de encarnerada es monta dirigida con arneses marcadores. Está forma permite cambiar por ciclo los arneses. Luego se realiza un repaso con una raza carnicera, con un servicio de 34 días.
El productor opinó que el negocio ovino “está complejo” y que se está dividiendo en dos ramas. “Como me dijo un productor merinista: ‘todas las razas ovinas producen carne’. Creo que el negocio principal del ovino es la carne, pero hay que decir que la oveja de lana fina tiene una ventaja más en un sistema extensivo porque la lana genera un piso de ingreso y eso permite partir con parte de los costos cubiertos. Por el tema del cordero, creo que hoy se está viendo algo de sinceramiento del mercado con el tema de los pesos de las carcasas. Está bien claro lo que se precisa y lo que no. Existe una clara desconfianza en el rubro y eso, creo, es uno de los problemas grandes que si se resuelve, el resto de los problemas se resuelven solos. La falta de confianza entre productores, entre productores e industria y también con la parte de gente investigación e instituciones, es el mayor problema del rubro”, señaló.
Por otra parte, también sostuvo que hay un problema de escala. Según dijo, hoy en día la producción está en un promedio de majada con respecto al número productores que ronda, más o menos, las 300 madres o un poco menos, mientras que la escala de viabilidad del rubro está por encima de las 500 ovejas. “Ahí ya tenés un problema para la comercialización que hay que solucionarlo de alguna manera. Para mí el tema de la confianza es el más grande de todos”, comentó.
Por otra parte, habló del SUL. “Los técnicos siempre han andado en la vuelta. Cuando yo arranqué con los corderos pesados, Federico Larrosa era el técnico de la zona y fue él quien me dio más manija para que siguiera adelante. Se ve que medio me enganchó permanente porque hoy seguimos con Ignacio Aguerre, que siempre lo andamos molestando por alguna cosa. La relación con el SUL ha sido muy buena y siempre, siempre, está la puerta abierta para discutir y aclarar las ideas”, comentó.
Aseguró que nunca pensaron en dejar el rubro, pero reconoció que lo han tenido que achicar a la mínima expresión en algún momento por un tema de comidas o cosas puntuales, pero “mientras sea negocio no vale la pena dejarlo”. Rara vez han tenido problemas con las jaurías, pero sí han sufrido ataques de zorros y caranchos, aunque con los vecinos están coordinados en la época de parición para hacer un mayor control. “Nosotros usamos parideras que ayudan bastante. Generalmente dejamos encerrado un día los corderos que nacen en el corral si el clima está bueno y, si no, van a la paridera y ya salen bastante fuertes”, contó.
Sobre las perspectivas para adelante, Mauro Tavares comentó que ahora pretenden estabilizar un poco la producción de la oveja e intensificar lo máximo que se pueda, sin incrementar mucho los costos. Después tienen previsto crecer en área y analizar la posibilidad de poner más ovejas, aunque no saben si seguirán con las mismas razas. Aseguró que la decisión estará tomada en la que resulte ser el mejor negocio.
“A nosotros nos sirve la oveja como negocio; nos gusta como animal, pero no tenemos preferencia por una raza u otra. Siempre hay alguna raza que anda más que otra para el sistema que uno quiere poner; no es un tema de que haya una mejor oveja que otra”, afirmó.
Finalmente, habló de que la oveja es para él “un negocio entretenido”. “Digámoslo así. Digo entretenido por el tema biológico de criarla con la tecnología que hay hoy desarrollada y probada en el país. Los números biológicos no son tan difíciles de lograr. Cada predio tiene algún desafío, como siempre, que es propio del lugar en sí, pero son logrables. Ahora el desafío lindo del negocio ovino es armar la estructura en torno a la oveja para que sea negocio, que hoy es algo que está fallando un poco. Eso hace que a algunos productores se les complique más y es lo que hace decir a algunos que no es negocio. Si logras armar una estructura en la que sepas donde comercializar y visto los lugares en donde conseguir los insumos, no es para nada un mal negocio. Por eso digo que la oveja es un negocio entretenido”, cerró.