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Cuando una tropilla hace zumbar la tierra...

El entrevero de tropilla entablada es un gran atractivo que cautiva al público, que es realizado en diferentes festivales gauchos y que los jinetes uruguayos practican cada vez más

La entablada es una tropilla históricamente de trabajo. En el medio del campo, sin riendas ni corrales suficientes, los gauchos utilizaban este método para enseñarle a los caballos a seguir a una yegua madrina, la que lleva el cencerro.

La tropilla entablada es una antigua habilidad criolla, ingeniada por el gaucho ante la necesidad de mantener unida a la caballada. Hay documentos que hablan de tropillas entabladas 30 años después de que los equinos llegaran al continente, es decir, se pasó de no conocer al caballo a domesticarlo y entablarlo en 30 años. La entablada es una tropilla históricamente de trabajo. En el medio del campo, sin riendas ni corrales suficientes, los gauchos utilizaban este método para enseñarle a los caballos a seguir a una yegua madrina, la que lleva el cencerro. De está forma se pasaba menos trabajo en el campo. El entrevero de tropilla entablada es un gran atractivo que cautiva al público, que es realizado en diferentes festivales gauchos y que los jinetes uruguayos practican cada vez más.

A pesar de desarrollar la disciplina hace relativamente poco tiempo, los uruguayos marcaron la historia al haber logrado una clasificación por primera vez en el festival Jesús María, en Córdoba Argentina, el máximo evento para participar con tropillas entabladas.

En el pasado mes de diciembre en Sarandí del Yí se realizó la Fiesta Cuna de la Tradición y se contó con la presencia de un jurado argentino, encargado de organizar el concurso en el festival de la vecina orilla. En la fiesta clasificó, en primer puesto, Sofía Fernández y, en segundo, Nicolás Rodríguez y fueron ellos quienes se ganaron el pase al Entrevero de las Tropillas del festival de Doma y Folklore de Jesús María 2023, recientemente realizado.

Sofía Fernández Rojas es de Durazno, del paraje Molles de Quinteros. Junto a sus dos hermanas se criaron en campaña, lugar que elige hasta el día de hoy. En todos sus recuerdos siempre hay un caballo y, por lo general, es moro y Criollo.

En 2020, cuando surge la tropilla entablada con la Sociedad Criolla de Durazno, animaron a Sofía y sus hermanas a que lo intentaran, y por supuesto que no lo dudaron. En la disciplina, lo ideal, es que la yegua madrina sea de un pelo diferente al de sus siete u ocho ahijados. “Ahí mismo nos pusimos en campaña. Agarramos una yegua tordilla de andar, la más vieja que teníamos que era de otro pelo y los moros fueron de ahijados”, contó.

Miles de uruguayos disfrutaron del espectáculo que brindaron ocho jinetes, entre ellos Sofía, la única dama en presentarse en la competencia organizada en el marco de la Expo Prado 2022, cuando, por segunda vez, la tropillera pisó el Ruedo Central con su tordilla de tiro y los ocho moros siguiéndola con un silencio del público perfecto, pero ensordecedor por el galope de los animales. Los asistentes observaron fascinados el colorido de decenas de caballos de varios pelajes: tordillos, bayos amarillos, moros, overos que, mezclados al galope, hicieron vibrar la tierra en busca de sus madrinas.

“Al Prado hemos ido dos veces; fuimos cuando se celebraron los 150 años de la ARU, que entré con un ayudante porque no me sentía segura de que los caballos me siguieran; y el año pasado en el Prado considero que me fue bien, aunque al principio me costó un poco dominarlos”, recordó.

Sin embargo, ahora dio un paso más y participó también en el festival argentino. “Fue la primera vez que participamos allí. En Uruguay hubo una clasificatoria en Sarandí del Yí y las dos primeras tropillas que ganaran fueron a Jesús María”, contó.

Si bien la experiencia fue buena, reconoció que fueron con otra expectativa, dado que por problemas en la Aduana no pudieron llevar a sus caballos. De todas formas, los uruguayos consiguieron que les prestaran una tropilla y entraron al ruedo, lo cual atesora como “una experiencia divina”.

Sofía Fernández Rojas es de Durazno, del paraje Molles de Quinteros, y fue la única mujer entre los ocho jinetes que se presentaron en la Expo Prado 2022 para competir por la Copa “Lalo Perezutti” en el campeonato entrevero de tropilla.

Pulmón. Federico Luzardo es de Sarandí del Yí, Durazno, y reconoce que es un caso extraño. Es un muchacho de ciudad, de familia humilde, su abuelo tenía algunos caballos y le gustaba hacer chacras de la manera antigua: arado tirado por caballos. Se dedica a la docencia, es profesor de geografía en secundaria y referente de educación secundaria en la cárcel de Durazno. Desde joven quiso aprender a hacer cosas en cuero, otro hobby que tiene y un extra económico. Hace siete años empezó con el emprendimiento “Talabartería La Cimarrona”, un taller en el galponcito de su casa.

De está forma se fue involucrando con gente relacionada al campo y gestando la idea de hacer una sociedad tradicionalista en Sarandí del Yí. En 2018 crearon la agrupación Renacer de la Tradición, una sociedad que reúne a personas que comparten el gusto por la tradición y el caballo, pero ha nucleado gente dedicada a diferentes tareas, desde enfermeras hasta albañiles, de niños a jubilados.

Gracias al esfuerzo en conjunto lograron una clasificatoria de tropillas entabladas en Uruguay al festival de Jesús María. Fue la primera vez y hubo muchos aprendizajes, pero también fue una experiencia muy disfrutable y que, a su vez, hizo historia.

“La tropilla entablada surgió como una locura. Desde chico siempre quise tener un caballo moro, era mi sueño desde que escuchaba las canciones y nombraban el pelo patrio, aunque ni sabía bien cuál era… lo confundía hasta con el tordillo negro, pero después que lo identifiqué, me enamoró. Hace cinco años compré mi primer caballo moro”, contó.

Después de ver el festival de Jesús María, empezó a rondarle en la cabeza la idea de tener una tropilla entablada. Al tiempo compró tres potrillos moros en Salto y una yegua Criolla de Tacuarembó, el lunar overo gateado de San José y junto a sus amigos completaron los 11 moros, la madrina ruana y el lunar.

Cuando empezó a trabajarlos pensó que iba a ser fácil, porque los tuvo un año en la chacra a todos juntos. Colocó el cencerro a la madrina y los iba a llevar al campo de un amigo, pero cuando los animales vieron la calle se dispararon por todos lados. Así fue que empezaron a trabajar con la tropilla y la de su amigo Fabio Delgado, quien ganó en el Prado con los overos, un hombre joven y muy campero.

La primera vez que utilizó la tropilla entablada en un entrevero fue en la Fiesta del Peón Rural, en Sarandí del Yi. Previamente, la disciplina se había hecho en el encuentro gaucho del Festival de Durazno y también hubo unos cruces en los festejos de los 150 años de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), pero en ese momento el estado de sus caballos no era bueno como para presentarlos. “No es fácil arrendar una chacrita chica solo para tener una tropilla, es un hobby caro”, aseguró.

En la fiesta del Peón Rural, en diciembre de 2021, cada tropillero entró con ayudantes, eran seis tropillas. En noviembre de 2021 recibió la llamada de Rolo Noble, de la organización de la Patria Gaucha en la edición 2022. “Yo no lo podía creer. No soy campero, ni de ‘acaballo’ siquiera, ¡y me habían llamado de la Patria Gaucha!. Participamos en el entrevero y desfile, fueron momentos únicos”, contó Luzardo.

También participó en la segunda fiesta del Peón Rural (mayo 2022) y en la Expo Prado 2022. “Colmaron ampliamente mis expectativas mis moritos en el Prado y estoy súper agradecido con ellos, porque me han hecho ir a lugares impensados”, contó.

Entable. La madrina debe tener ciertas características: que sea una yegua mansa, que sea celosa con los ahijados (caballos a los que se les enseña a que la sigan), es bueno que la madrina sea de un pelo diferente, así se la diferencia e identifica a la distancia. El “lujo campero” es que la tropilla sea de un único pelo y marca. Por costumbre, los ahijados son todos machos y no hay límites en cuanto a la cantidad de caballos para la tropilla ni para su constitución.

Hay tres categorías: potros (de crín y cola entera), redomones (depende del tamaño del penacho y la fase de doma en la que está) y mansos que, por lo general, es una tropilla más lenta que la de potros.

Hay muchas maneras de entablar porque cada caballo y cada tropilla es diferente. Lo ideal es tener a los potrillos con sus madres en el mismo potrero, destetarlos juntos y poner a una yegua de mayor edad con el cencerro en un potrero y dejarlos un tiempo. Luego empezar a enseñarles a que no la pasen o a moverse cuando ella lo haga.

“Si bien eso es lo ideal, la realidad es que hoy en día es difícil tener un campo destinado para muchos caballos, más en mi caso que arriendo para tenerlos. La mayoría de los ahijados son machos, eso cambia desde el temperamento hasta el trabajo. Los potros van a entablarse y pegarse más rápido a la madrina, mientras que el caballo hecho va a ser más lerdo”, comentó.

Licenciada en Comunicación por la Universidad ORT (2017) y máster en Dirección de Comunicación Corporativa (2024). Desde agosto de 2020 forma parte del equipo de Rurales El País. Actualmente colabora con la revista de la Asociación Rural y produce el programa #HablemosdeAgro, que se emite los domingos por Canal 10. Además, acompaña a empresas del sector agropecuario en el diseño y la implementación de sus estrategias de comunicación. Anteriormente trabajó como periodista agropecuaria en El Observador y fue productora del programa radial Valor Agregado, en radio Carve.

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