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Avanzar con fundamentos

La economía sigue recuperándose y cerraría el año 2-3% arriba de los niveles pre-pandemia. Pero la guerra parece alargarse más de lo pensado y la inflación es un hueso duro de roer. Por suerte, las cosechas son muy buenas, la producción avanza y el clima acompaña (el de la atmósfera; el político… veremos)

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Los últimos datos de la economía uruguaya muestran un escenario más alentador del previsto algunas semanas atrás. La recaudación de impuestos sigue creciendo con firmeza, reflejando que la recuperación de la actividad con continua, con aumentos en todos los impuestos. Asimismo, indicadores como el Índice Líder de Ceres, que avanzó por cuarto mes consecutivo en abril, permiten proyectar que la economía seguirá creciendo en este segundo trimestre del año.

La concreción de proyectos de inversión en varios rubros, desde la construcción al agro -casi todos los cuales aprovechan los beneficios de los regímenes de estímulo- también suman a la actividad económica. El escenario externo tiene efectos mixtos, con beneficios por los precios de exportación, pero con perjuicios por el aumento del petróleo; el saldo sería -de todas formas- claramente positivo, si no fuera por el efecto inflacionario, que complica la conducción de la economía y afecta el ingreso real de los hogares; superar el problema inflacionario es clave.

En cualquier caso, la mayor parte de los analistas aumentaron sus proyecciones de crecimiento para este año. La mediana de las respuestas en la última encuesta del Banco Central apunta a un crecimiento del 4,2% del PBI, cuando tan solo un año atrás las proyección era 2,6% (cuadro). Los técnicos de la consultora Exante estiman que Uruguay crecerá 4,9% este año, lo que pondría el PBI casi 3% arriba de su nivel de 2019 (pre pandemia).

En este contexto, la Asociación Rural del Uruguay (ARU) propuso a los productores adelantar el aumento de salarios previsto para Julio (3,6%) ya partir de este mes de Abril. Sí bien la situación de cada establecimiento es particular, es una propuesta razonable, en especial dados los muy altos precios del ganado y dada la mejora general en los resultados de las empresas. De aplicarse, el salario rural quedaría con un aumento real de 2% en el último año y menos de 2% abajo en términos reales respecto a nivel pre-pandemia (abril 2019).

En efecto, la propia consultora Exante divulgó resultados preliminares de su encuesta de expectativas empresariales, de la cual resulta que el clima de negocios en Uruguay está en su mejor momento de los últimos 10 años. Es un dato particularmente positivo, qué tiene base en la coyuntura y recuerda - además- las dificultades que la propia economía tenía antes de la pandemia. Es que entre 2015 y 2019, la economía uruguaya creció muy poco, el empleo retrocedía, y el déficit fiscal aumentaba, y con él la deuda. En buena medida el cambio político registrado en las elecciones de 2019 fue una respuesta a esa situación de estancamiento y dificultades. La actual administración se comprometió a recomponer la macroeconomía, conteniendo el gasto sin aumentar impuestos. Era un compromiso ambicioso, que -sin embargo y a grandes rasgos- se viene cumpliendo, aún con las dificultades que impuso la pandemia y ahora imponen la guerra y la inflación.

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Contexto externo

Aún con este escenario alentador para la economía, en el contexto global no hay ni un momento de tranquilidad. Todo indica que la guerra en Ucrania seguirá y por lo tanto el precio del petróleo y de los alimentos seguirá alto, con su combinación de efectos positivos y negativos para Uruguay: mayores ventas por exportaciones, mayores costos de la energía y riesgos de inflación. Además, empieza a haber ruido en la economía de China, por su estrategia sanitaria basada en reducir a cero los casos de contagio por Covid, lo que ha obligado a cuarentenas masivas en ciudades como Shanghai y Beijing, entre otras. Esto ha vuelto a complicar las cadenas logísticas, con nuevas dificultades en los fletes, al tiempo que la propia economía china parece desacelerar, con caídas en el consumo y un retroceso del yuan ante el dólar. Esto se está traduciendo en una corrección de precios en los negocios de exportaciones en las carnes, extendiéndose ahora a otros productos. Es importante remarcar que no se trata de ajustes drásticos, ni en los precios ni en la moneda, pero es una señal de advertencia.

Asimismo, la economía estadounidense tuvo un leve retroceso en el primer trimestre del año (-0,4%), aunque se mantiene 3,6% arriba de un año atrás; era esperable una desaceleración por el aumento en los costos de la energía y menor acumulación de inventarios, pero no una caída que -sí bien es leve- suma otra señal de advertencia sobre las condiciones globales de crecimiento. No en vano el FMI redujo la proyección de crecimiento del PBI mundial para este año, de 4,4 a 3,6%, por el doble efecto de la guerra y la inflación global.

El dato del PBI estadounidense le vuelve a traer dolores de cabeza a la Reserva Federal (su banco central), que tiene que hacer sintonía fina con la tasa de interés para contener la inflación (que se le fue de las manos) sin afectar demasiado el crecimiento. Reaccionar exageradamente puede ser complicado, hacerlo tarde también. Es un asunto clave para el rumbo del dólar y –por tanto- de los precios internacionales, más allá de los fundamentos de oferta/demanda en cada mercado de commodities.

Por casa

Suele decirse que al Uruguay lo que sucede en el mundo suele llegar un poco más tarde. Sucedió con la pandemia (la peor ola de Covid la tuvimos hace un año) y ocurre ahora con la economía, que acelera mientras el mundo afloja. Por lo cual hay que contener el optimismo y sea realista: la economía está mejor pero sobran incertidumbres externas; y también internas por la intensa discusión política entre gobierno y oposición sobre las medidas a adoptar en estas circunstancias.

Mientras la discusión política se centra en la inflación y los salarios, sigue subyacente y latente el problema de la competitividad, con sus posibles consecuencias en el empleo. El dólar rebotó en el comienzo de esta semana, algo previsible luego de que quedara rezagado al cierre de la semana anterior, en especial con Brasil. Aun así, está 6% abajo de su cotización de un año atrás y las expectativas apuntan a que cierre el año en $ 43, 1% por debajo del cierre del año pasado. Con una inflación cercana al 9%, esto implicaría una suba de casi 15% en los precios en dólares en la economía uruguaya, tomando el IPC. Parece difícil de sostener, en especial ante el incipiente fortalecimiento global del dólar. Para los rubros con precios excepcionales, puede no ser un asunto grave. Pero en otros las cuentas son menos cómodas.

Números sectoriales 

En efecto, el boom de precios de productos e insumos no llega a todos de la misma manera. El sector arrocero (que tiene uno de los mayores aumentos de productividad en la economía) ha visto el precio del grano subir, pero no tanto como otros cereales u oleaginosos. En los últimos días se fijó el precio convenio definitivo para la zafra anterior 2020/21 (al que adhieren la mayoría de los productores), ubicándose en 12,79 U$S/bolsa (incluye 0,44 U$S/bolsa para financiar el Fondo Arrocero). Es una mejora de 11% en dólares respecto al año anterior.

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El sector arrocero está en plena recuperación, porque la cosecha de este año es muy buena, con rendimientos cercanos al récord, y recompuso una perspectiva positiva de crecimiento, en un mundo donde los alimentos son revalorizados. Sin embargo, al ser un producto de consumo básico, masivo y popular, el aumento de precios en el mercado internacional es más moderado. Con más del 90% de las chacras cosechadas, ya se ha vendido 35% de la producción proyectada, a precios muy buenos CONF. Pero para la siembra de este año, los costos van a ser sustancialmente mayores, tanto en gasoil como en fertilizantes y agroquímicos.

En el caso de la lechería, el precio al productor está en 42 centavos de dólar por litro, muy bueno en términos históricos. La remisión ha bajado levemente, pero el rubro está firme y con buena demanda externa, más allá de la incertidumbre china. Sin embargo, los costos también suben y el poder de compra de la leche (relación insumo / producto) que es lo que define el margen del productor avanzó más modestamente, sin elevarse mucho respecto a los años previos y lejos de los años del boom (gráfica).

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Por todo esto, es importante seguir vigilando los costos, en las chacras y campos (donde la productividad ha venido creciendo sostenidamente), y también en los servicios y el Estado (donde no tanto). La pandemia y ahora la inflación han insumido buena parte del calendario político para reformas estructurales, muy necesarias (como la de la Seguridad Social); pero aún hay tiempo ¿Habrá voluntad?

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