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Avances y dificultades

Las exportaciones aceleran de la mano de la agricultura y la ganadería, pero el impacto de la inflación por combustibles y alimentos se está sintiendo en el consumo interno. Y la región ayuda poco

Nicolás Lussich.jpeg

Las ventas de bienes al exterior marcaron un nuevo récord histórico en el mes de mayo al sumar más de U$S 1.540 millones, cifra sin antecedentes para un registro mensual en moneda estadounidense. Al excepcional desempeño exportador del sector cárnico, sumado al aporte de la celulosa, se agrega ahora el crecimiento de la agricultura, que vuelve a mostrar su capacidad de impulsar la economía, en la medida en que precios altos y muy buenas cosechas coinciden para elevar los montos de ventas al exterior.

En el acumulado anual las exportaciones de bienes ya suman más de U$S 5.500 millones, 40% por encima del año pasado y casi 50% arriba de lo registrado en el año 2019, previo a la pandemia.

Este excepcional desempeño se explica en buena medida por el histórico aumento en los precios de varios productos del agro, notoriamente carnes, granos, productos forestales y -en menor medida- productos lácteos y otros.

El precio medio de exportación de la carne se sostiene en niveles récord (más de 5.000 U$S/ton), más allá de las incertidumbres que genera la situación en China.

El gigante asiático -con su política de Covid Cero, que implica amplias cuarentenas para evitar la propagación del virus- ha tenido a millones de sus habitantes en condiciones de movilidad restringida por varias semanas, lo que tiene a mal traer a la economía global.

En las últimas semanas la situación parece haber mejorado, las medidas se flexibilizan y la actividad en los puertos chinos y en el consumo comienza a reactivarse, para beneficio del comercio mundial y del propio Uruguay, que sigue teniendo a China como principal destino de sus ventas (más de 25% del total).

A la cuenta en dólares hay que incorporarle el retroceso significativo que la moneda estadounidense ha tenido en el mercado local, consecuencia del aumento de la tasa de interés por parte del Banco Central, que busca moderar la inflación.

Ésta parece haberse frenado, aunque sigue relativamente alta (9,4%). Así, al considerar la baja del dólar y la inflación, el valor real - el poder adquisitivo Interno de las exportaciones- aumenta pero menos: 25% en términos reales; aun así es un aumento relevante (cuadro).

exportaciones

El aumento de precios internacionales también eleva la cuenta de importaciones, en este caso como costo para la economía uruguaya, que necesita comprar muchas cosas en el exterior para funcionar.

El precio del petróleo ha subido 50% respecto al año pasado y aumentos similares o mayores tuvieron otros insumos intermedios, entre ellos varios de amplio uso agropecuario como fertilizantes y agroquímicos.

Varios de estos precios, luego de tocar máximos semanas atrás, han bajado parcialmente, aunque siguen muy altos en términos históricos. Es el caso de la urea, que luego de alcanzar casi 1.200 U$S/ton cotiza hoy en torno a 800 U$S/ton.

Según las cifras del Banco Central, la balanza comercial del Uruguay tuvo un saldo negativo de casi U$S 400 millones en los primeros cuatro meses del año, casi el doble de lo registrado en el mismo periodo de 2021.

Puede estar incidiendo cierto aumento en las importaciones de bienes de capital, luego de las restricciones que impuso la pandemia. Un saldo comercial deficitario no es en sí mismo negativo si la economía crece, pero es importante incorporar que la suba en los precios internacionales está incidiendo en las ventas pero también en las compras externas.

exportaciones de bienes

Por esto, más allá de los altos precios de exportación -bienvenidos porque mejorarán las cuentas de casi todas las empresas agropecuarias- importa ver la evolución de los volúmenes, pues son estos lo que - a la larga- definen si hay un crecimiento efectivo de la producción, y a través de ella de la actividad y el empleo. Según datos de la Unión de Exportadores los volúmenes de exportación crecen significativamente, aunque con magnitudes distintas según los rubros (cuadro). Las exportaciones de carnes subieron 26% en el último año móvil a mayo, las de cereales y oleaginosas en torno a 10%. Madera y lácteos tienen movimientos más modestos.

Si se consideran exclusivamente los primeros 5 meses de este año respecto a igual período de 2021, las exportaciones agrícolas crecen en torno a 40% en volumen, mientras los lácteos suben 8% y las carnes 16%.

Esto permite proyectar que este año la carne moderaría su crecimiento, los lácteos tendrían una mejora y los granos serán los grandes protagonistas, con una cosecha total 2021/22 de casi 7 millones de toneladas, de las cuales se exportará más del 80%.

Los avances en los volúmenes son un buen anticipo del impacto positivo que tendrá el empuje exportador en las actividades vinculadas, caso de los servicios de transporte y logística, agroindustrias, insumos y otros. Y a través de ellos los efectos de segundo ciclo, aumentando los ingresos de las familias.

Aun así, en el resto de la economía hay algunas dificultades, en parte porque el empuje inflacionario por el aumento en los precios internacionales está afectando el consumo.

Impactos diversos

Después de una fuerte recuperación en el cierre de 2021, el empleo en Uruguay parece haber entrado en una etapa de mayor estabilidad y enfrenta nuevos desafíos. Entre otras cosas porque el aumento en el precio de los combustibles y alimentos desplaza consumo que habitualmente podría destinarse a otros rubros (comidas fuera del hogar, artículos domésticos, etc.). Esto afecta al comercio y por tanto al empleo asociado a él.

Hay que ver, además, que las economías regionales están ayudando poco: la devaluada Argentina, más que generar ingresos para Uruguay en turismo y servicios, los está captando.

Brasil, por su parte, creció 1% en el arranque del año, pero también tiene un mercado de trabajo muy deteriorado. En este plano, el escenario es bastante distinto al de 2010-2014.

En aquellos tiempos, no sólo crecían los agronegocios sino también el turismo, la construcción, las inversiones en energía, etc..

Hoy la construcción está en muy buen momento, pero hay inquietud sobre cómo sostener el empleo sectorial, una vez culminadas las obras de UPM. En la actividad industrial y exportadora, el predominio de los agronegocios es notorio, aunque hay otros sectores con dinamismo que también hacen aportes destacados, caso del sector farmacéutico, y automóviles y autopartes.

En este caso la dependencia regional es muy alta y las plantas de montaje han tenido una fuerte recuperación en su actividad con nuevas inversiones, luego de un período de muchas dificultades.

Dificultades que no desaparecen: esta semana cerró la metalúrgica Cinter, perdiéndose 150 empleos directos. Fabricaba caños para la industria automotriz, pero el grupo propietario decidió concentrar su producción en Brasil, por mayor eficiencia y la gran diferencia de costos respecto al país vecino.

Otro asunto que plantea desafíos es el vinculado a la movilidad y el transporte de pasajeros. La pandemia trajo cambios en las modalidades de trabajo (teletrabajo) y transporte, que tiene a mal traer a las empresas de buses y servicios asociados. Además, el parque automotor ha crecido y eso conspira contra el transporte colectivo, tanto urbano, como suburbano e interdepartamental, lo que también genera cambios en el comercio.

Así, tenemos verdes y maduras. El objetivo del gobierno de aumentar el empleo se está cumpliendo, aunque requiere consolidarse.

El agro va a hacer un enorme aporte este año, con más cosechas y producción en general. Bueno sería articular mejor el desarrollo agroindustrial, para diversificar procesos y ampliar oportunidades de empleo; y hacerlo de manera competitiva. Argentina -con subsidios y tipo de cambio paralelo- está planteando una competencia que no es genuina y puede erosionar el empleo local en industria y comercio.

Reducir los costos, mejorar las relaciones laborales y mejorar las condiciones de competencia en el Mercosur, deberían estar más arriba en la agenda.

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