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Las generaciones pasan, el legado familiar se queda

La continuidad Victorica está asegurada con el martillo, ya en mano de la quinta generación

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De tal palo tal martillo…. digo, astilla. Los años pasan, van 134 en este caso, pero las generaciones se siguen queriendo quedar en la firma Victorica que hoy tiene asegurada su quinta generación de martilleros, ahora de la mano de una mujer que recoge los valores de quienes la preceden: perseverancia, trabajo y determinación.

María Julieta Victorica Musacchio tiene 24 años, nació y se crió en Montevideo, pero siempre cerca del campo. Es Licenciada en Gestión Agropecuaria y, desde hace algunas semanas, Rematadora Pública. Además, tiene un posgrado en Gestión y Comercialización de Commodities. Forma parte de la firma Victorica y Asociados desde hace siete años.

“Desde chiquita siempre me encantó el campo y, con los años, me fui dando cuenta que veía mi futuro vinculado al agro, pero no tenía claro de qué manera. La parte administrativa, los números, el orden, la sociabilidad me llevaron a tomar la decisión de estudiar Gestión Agropecuaria. De a poco me fui formando, aprendiendo y metiéndome lentamente en el negocio”, contó a El País.

Confesó que nunca sintió la obligación, ni la presión de continuar el legado familiar, pero siempre supo que las puertas estaban abiertas.

-Quinta generación de rematadores Victorica. ¿Qué representa para vos?

-Para mí representa responsabilidad, desafío, orgullo y honor. Es una responsabilidad cargar sobre los hombros semejante historia, y poder formar parte de la misma. Es un desafío, continuar trabajando y estar a la altura tanto de mi abuelo como de mi padre, adaptando el escritorio a las nuevas necesidades de nuestros clientes para brindarles soluciones frente a un mercado agropecuario cada vez más exigente. Y por último, pero no menos importante, es un honor ser la quinta generación con tanta historia. Ser parte de una empresa con 134 años de historia, y que aún sigue vigente, tiene su peso.

-¿Se esperaban una hija rematadora que siguiera con la tradición familiar?

-Mientras que estudié la licenciatura, el tema siempre estuvo sobre la mesa. Me despertaba interés aprender sobre la profesión de Rematador y sus bases, pero no lo veía posible por mis tiempos: facultad en la mañana; trabajo en la tarde, y las actividades extra que a los 20 y pocos años rondan: amigos, gimnasio, salidas. Una vez que obtuve mi título, el tema siguió rondando y no fue que me decidí hasta que un amigo me impulsó a hacerlo juntos. Al momento de avisar en casa todos quedaron sorprendidos ya que, una vez inscripta, les dije: en marzo arrancó el curso de rematador. Creo que para mi familia toda, es una alegría y un orgullo que siga este camino, la tradición familiar por parte paterna y el legado de rematadores que también llevo en la sangre por parte materna, ya que el abuelo de mi madre también era rematador.

-¿Qué recuerdos tenes, siendo niña, de los remates familiares?

-Siempre era una excursión ir a los remates. De chicos siempre estábamos buscando coincidir horarios y días, ya que muchos son entre semana, para poder acompañar y participar de algo que papá tanto disfrutaba y, no voy a negar, nosotros también. Los remates de la Expo Prado eran los imperdibles. A esos si que no podíamos ni queríamos faltar. El recuerdo más presente que tengo de chica fue un remate en Salto. Fuimos papá, mamá, mi hermana (Manuela) y yo. Recuerdo que nos pareció eterno el viaje, todo una odisea, aquello era interminable para nuestra edad, con paradas en el medio de las típicas que surgen en viajes con niños chicos (y no tanto). Cuando llegamos al remate aquello era un mundo de animales, muchos más de los que estábamos acostumbrados a ver en general y eso, sin dudas, nos permitió perdernos entre las mangas y la gente para mandarnos alguna picardía, aprovechando que papá estaba metido en el remate y mamá entablando alguna que otra charla...

-Una de las pocas mujeres al frente del martillo... ¿Qué es lo que te gusta de la profesión?

-Qué pregunta y qué desafío se me viene por delante… Lo que más disfruto es la dinámica de los remates, es algo que me gusta mucho. Desde la organización previa, el remate en sí y la atención permanente a los clientes durante el año. De verdad disfruto el trato con la gente, la empatía que puedo llegar a generar y la capacidad de brindar soluciones. Creo que cuando se trabaja en el rubro ganadero, más allá de ser bueno en el negocio, también se debe ser humano para tratar con ambas partes.

-¿Cuáles son tus expectativas para tu carrera profesional?

-Por sobre todo, poder disfrutarla. Soy una persona auto exigente y creo que para poder ser una buena martillera tengo que seguir trabajando en el miedo y la presión que me genera que las cosas no salgan como espero, eso debo aprender a sobrellevarlo y no tengo dudas que la experiencia es lo que me va a enseñar.

-¿Qué es lo que más admiras (y retrucas) de tu padre?

-Tantas cosas podría decir de mi papá... pero cómo me cuesta expresarlo...Aunque a veces parezca... no es tan fácil que cumpla los dos roles: el de papá y el de jefe. Pero, primero que nada lo admiro. Admiro su perseverancia y determinación tanto a nivel personal como laboral. Laboral para sacar adelante una empresa con una historia única, en la que se animó a arriesgar todo buscando superar los peores momentos que se le presentaron. Me enorgullece ver que todo lo que logró, fue y es fruto de su trabajo y esfuerzo, acompañado de quienes supieron creer en él: mis abuelos, los empleados de la empresa y, principalmente, mi mamá, Beatriz: horcón de nuestra familia.

Y, como papá, su espontaneidad y su compañerismo, el estar presente, a pesar de su trabajo y viajes al interior. Lo que le puedo de alguna manera retrucar (y el ya bien lo sabe) es la comunicación... A veces da las cosas por sentadas u obvias, y eso lleva a algún tropezón tanto a nivel laboral como familiar, se que no es fácil, pero creo que es necesario.

-¿Qué consejo le pedirías?

-¿Consejos? ¡Todos! Absorber todo lo que él aprendió, pero principalmente cómo manejarme dentro del medio, el trato cercano con los compradores y vendedores y cómo pararme frente a las vicisitudes tanto de la vida como del negocio.

-Y ya que estamos... ¿Cómo analiza al mercado y qué perspectivas para este 2022?

-El mercado de hoy en cuanto a la carne sigue estando firme, se ve reflejado en el alto volumen de faena más allá del tema climático que está generando más oferta por la falta de comida. Esto puede repercutir a futuro en una falta de gordo, y la seca no ayuda. La demanda de los mercados externos y la demanda interna continúan firmes. La perspectiva para este año es buena, la expectativa para los valores es firme y con optimismo a que todo apunta a pintar a un buen año.

Ya son 134 los años de la firma Victorica y siguen contando...

Victorica

La Casa Victorica nace en 1887 de la mano de Alejandro Juan Victorica Bresque, solo 27 años para este joven hijo de descendientes de marineros vascos varados en nuestro país, quien recibió su matrícula para ejercer como Rematador Público el 19 de agosto de ese mismo año. Con su vitalidad y personalidad emprendedora, no tardó mucho tiempo en distinguirse frente a la sociedad uruguaya de aquel entonces.

Con su carácter decidido y audaz, fue fundador del Jockey Club y de la Federación Rural (presidente durante dos períodos), de la Asociación Nacional de Rematadores y de la Asociación de Consignatarios de Ganado. Fue también impulsor del Primer Congreso Ganadero Agrícola (1895).

El inicio del nuevo siglo ubica a la ya entonces Victorica y Cía como referente en materia de negocios rurales, y a don Alejandro como impulsor de las sociedades rurales del interior y al desarrollo de las ferias ganaderas en distintos puntos del país.

Victorica fue la firma en realizar el primer remate de cabaña (Nueva Mehlem-1915), impulsora de la creación del Frigorífico Nacional (1928) y la primera en realizar una exportación de ganado en pie (1929), mil toros y cuatro mil lanares para Rusia.

A su muerte, en 1933, siguió su legado el tercero de sus hijos, Juan José Victorica Blegrano, que ese mismo año obtuvo su título de rematador público. Con ánimos de expandir el negocio, incrementó las ferias ganaderas, extendió la red de agencias de la firma y comenzó con los remates laneros y de campos. En 1952 se integró su hijo Carlos a la empresa; y paulatinamente se fueron Juan José, María Hortensia, Alejandro (creador del área de administración de estancias), Augusto y Pablo. Fue tan importante el desarrollo que tuvo el rubro administración de establecimientos, que se sumaron servicios de tasaciones, particiones y asesoramientos.

La tercera generación Victorica asumió la responsabilidad con decisión y organización. Trabajaron desde entonces en equipo, distribuyendo las áreas de trabajo, incrementando así las actividades de la firma a todo nivel.

En la década de 1970 se sumaron nuevos representantes en el interior del país y se amplió la cartelera de remates de cabañas. Hasta se creó un departamento de aviación para atender la intensa actividad comercial que la firma desarrolla en todo el país.

En 1982, con “el quiebre de la tablita”, se alteró el valor del dólar, la debacle es generalizada y regional. La gente incumplió sus deudas y Casa Victoria debió hacer frente a dichos incumplimientos. Con el temple de los hermanos y su conducción firme y decidida se logró superar, tras dos años verdaderamente inolvidables, la situación.

En 1989, los hermanos Victorica se replantearon la continuidad de la empresa. Alejandro, Carlos y Pablo decidieron hacerse a un lado, pero Juan José decidió continuar al frente de Victorica Rematadores y Victorica Consignaciones S.A.

Así, Juan José Victorica Turenne continuó con la tradición familiar, acompañado por sus hijos: Juan José Victorica Sáenz (departamento de Reproductores) e Ignacio Victorica Sáenz (departamento financiero) quienes en 1991 deciden reformular el escritorio.

Ese mismo año y bajo la denominación Victorica y Asociados, Ignacio Victorica Sáenz se quedó a cargo de la empresa, en asociación con varios viejos funcionarios, y el respaldo financiero de su madre, Juanita Sáenz de Victorica.

Fueron años difíciles en donde clientes y representantes decidieron tomar otros caminos comerciales, pero el joven Ignacio, con entusiasmo y el apoyo y los consejos de su padre, fue poco a poco recuperando áreas, clientes y servicios.

El nuevo siglo llegó con piedras en el camino: la aftosa, la crisis económica de 2002 y el retiro de los socios, pusieron a prueba la viabilidad de la firma y la capacidad de Ignacio como único conductor de la misma.

Ignacio, durante la crisis, tuvo la capacidad de buscar las oportunidades en venta de campos a inversores argentinos, la consolidación de las ventas por pantalla, siendo uno de los creadores de Plaza Rural. Sin duda que estos fueron recursos fundamentales y le dieron una mayor y mejor visibilidad a la renovada empresa.

Hoy la empresa Victorica, bajo la denominación de Victorica y Asociados, ya tiene en sus filas a una integrante de la quinta generación, María Julieta Victorica Musacchio, trabajando en el área administrativa de la firma.

Hoy es posible ver hacia atrás, una historia desarrollada durante 130 años, y también es factible vislumbrar su futuro…

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