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El joven que cambió el camión por el micrófono: la historia de Matías Valdez

Hace casi 2 años que al joven floridense la vida le cambió, pero no deja de extrañar su vieja rutina

Matías Valdez

Matías Valdez Sastre tiene 27 años y una humildad que se le sale por los poros. Es nacido y criado en el departamento de Florida y desde su infancia ha estado involucrado con la música, integrando diversos grupos musicales junto a amigos.

El joven cantautor se convirtió en una gran promesa referente en el ámbito de la charanga y la cumbia en Uruguay, tanto que en 2021 se lanzó como solista y realizó varias colaboraciones entre las que se destacan varios artistas reconocidos.

Sin embargo, su vida no siempre fue así. Según él, está “acostumbrado a pasar trabajo desde chiquito”, porque si hay algo que tiene es bien marcada la cultura del trabajo. “Pasar trabajo me hace más fuerte”, fue lo que dijo Matías.

Fue tambero, camionero y maquinista. Repartió gasoil y hasta el último momento trabajó en las vías del tren que está en construcción.

Hace casi dos años que Matías cambió el camión por un micrófono y la noche por el día, pero extraña su rutina y tener las manos engrasadas. Tiene claro que su fama puede ser pasajera, pero hace todo para que dure lo máximo posible. Y si toca volver, lo hará feliz, porque sabe que el trabajo lo va a sacar adelante. Esta es su historia.

-Contame de vos.

-Soy de Florida. Bueno, no. Vamos a arrancar de nuevo. Soy de Mendoza Grande, un pueblo que está a 20 kilómetros de Florida. Ahora sí vivo en la ciudad, en Florida mismo, pero viví toda la vida en el pueblo Mendoza. Hace dos o tres años que vivo acá.

-Siempre estuviste ahí, en pueblo Mendoza grande.

-Sí, nacido y criado en Mendoza. Mis abuelos tienen campo. Eran tamberos y vivieron toda la vida ahí, a 7 kilómetros del pueblo, bien adentro del campo. Nosotros, con mi familia, íbamos todos los fines de semana. Siempre me gustaron los caballos y las máquinas, aparte de la música, que me di cuenta tarde en realidad que me gustaba. Lo descubrí de grande, a los 11 o 12 años.

-¿Cómo surgió eso?

-Bueno entré a tocar la guitarra, empecé a escuchar más música y se me despertó el gusto, pero siempre lo vi muy lejano... le dedicaba tiempo, pero no lo suficiente. Estaba más vinculado al trabajo.

-¿Qué hacías?

-Arranqué a trabajar en un tambo, como tractorista. Estuve cuatro años ahí y después me fui a los camiones. En los camiones estuve trabajando en varias empresas dedicadas a diferentes rubros, estuve repartiendo gasoil de una estación de servicio, pero lo último que hice fue en las obras de las vías del ferrocarril nuevo. Cuando arrancamos con este proyecto de la música yo seguía trabajando en la obra de las vías, que estuve de camionero y trabajando como maquinista. Justo en la empresa que trabajaba, el dueño, el patrón, tenía camiones y máquinas. Entonces cubría los dos lados hasta que me lancé fuerte con la música. En ese momento ya hacía algunas canciones, pero fue recién en la cuarta canción, “Quédate”, que nos conocieron más y se me complicaron los tiempos, con los toques y eso… y ahí fue cuando dejé las máquinas y los camiones para dedicarme a esto.

-¿Qué te decían tus compañeros?

-Siempre hubo apoyo de los familiares y amigos, pero me decían que estaba loco. Bueno cuando seguía trabajando en la vías, la gente paraba los autos para pedirme fotos y yo estaba arriba del camión todo sucio, embarrado. Imaginate si para mí era raro, para ellos mucho más. Frenaban los autos y yo estaba ahí arriba y era como ‘¿qué hace este loco acá?’. Hay cosas que la gente no ve. Te ven cantando por ahí y se creen que no sé, que tenes otra vida... nunca te imaginas que te lo vas a cruzar a las tres de la tarde en un camión trabajando como cualquier otro. Está idealizando un poco.

-¿Cómo se vivió ese cambio de trabajo y de vida?

-En realidad yo quería trabajar hasta fin de año en los camiones, pero no lo pude cumplir porque se me complicaron los tiempos cada vez más. El tema es que me encantan las máquinas y los camiones. Hasta el día de hoy si tengo algún tiempo voy a visitar a algún conocido, un amigo o un ex patrón para aliviar las ganas un rato.

-¿Y tu familia qué te decía?

-Bueno, viste que me gustaba la música. Había hecho artístico en el liceo y uno de los planes era hacer profesorado de música, porque me gustaba esa parte, pero no me gustaba la parte de estudiar. A mí me gustaban las máquinas y la música, no estudiar. En ese entonces, mientras estudiaba también trabajaba en el tambo y cuando pasé a los camiones fue cuando me quedó claro que no iba a correr lo del profesorado de música, porque me gustaban más las máquinas que volver a estudiar para ser honesto... Son caminos que uno toma. Pasa que, en realidad, a uno a veces le pesa más el trabajo que el estudio. En mi caso, siempre estuve acostumbrado a pasar trabajo desde chiquito. Siempre me gustó el fierro, la máquina y no me preocupaba por otra cosa. Después cuando se dio todo esto, me dijeron lo mismo que los compañeros de trabajo, me decían que estaba loco.

-¿Y ahora cómo lo llevan?

-Y ahora estamos acostumbrándonos a que las personas se emocionen cuando me ven, incluso para mí es rarísimo. Hace casi dos años que estamos en eso, prácticamente nada, pero las vacaciones pasadas, por ejemplo, fueron totalmente diferentes. Siempre vamos con mis padres al Chuy, toda la vida lo hicimos. A ellos les llamaba mucho la atención que a todos los lugares que entrábamos estaban nuestras canciones y que, a su vez, me pedían 20 fotos por cada local que entrábamos. Se calentaban medio en broma y me decían ‘pero no se puede salir con vos’ (risas). Pero sí, ha sido todo acostumbrarse a esta nueva realidad que tenemos.

-¿Qué extrañas de tu vieja vida?

-Creo que la rutina. Me gusta mucho levantarme temprano y en este ambiente estamos mucho despiertos de noche. Extraño bastante levantarme temprano y tener una rutina. Extraño el camión y las máquinas. Veo un tractor sembrando en las rutas y me dan ganas de tirarme un ratito para sacarme las ganas. Me gusta tanto… si el día de mañana me toca volver por cualquier motivo, porque tengo claro que estas cosas son moda y depende de uno y de la gente si perduras en el tiempo o no, porque nos puede ir bien y ojalá que así sea, tanto por mí como por todos los gurises, porque no solo me cambió la vida a mí, sino que le cambió la vida a todos mis amigos que trabajan conmigo. Tienen posibilidades que antes no tenían y todos hacemos lo que nos gusta. Se disfruta mucho eso, pero no sabemos qué puede pasar el día de mañana.
Si toca volver, yo vuelvo con gusto porque me encantan las máquinas y ojalá, si tengo la posibilidad, pueda volver mejor de lo que estaba antes, pero no se sabe. Uno es consciente de la realidad y trabaja para que dure.

-Creo que sos un gran ejemplo de trabajo, sobre todo para los jóvenes que te siguen…

-Bueno te voy a contar algo raro que nos pasa. Un poco después de arrancar compramos un ómnibus con la banda, un ómnibus que, obviamente, no es nuevo y cada vez que salimos se rompe algo. El otro día se rompió una correa, era algo sencillo que pudimos solucionar en ese momento. Me bajé y lo arreglé yo mismo y fue como una emoción diferente. Primero, porque volví a hacer algo que hacía antes; y después me pasó lo siguiente: me miré las manos y las tenía llenas de grasa, como antes. Me agarró una emoción… me sentí útil. Pasar trabajo me hace más fuerte, yo lo veo así.

-Tenes 27 años Matías, un campañón te has mandado.

-¡Lo que pasa que arranque de chiquito! (risas) Yo no había terminado el liceo y ya estaba trabajando en el campo. En un momento quise dejar y me hicieron hacerlo de noche, pero cuando pasé a los camiones ya no estudié más. Me dediqué a trabajar y en eso estamos.

-¿Este año volvés a vacacionar en el Chuy?

-Tengo la idea de ir en febrero (risas). Mis padres siempre van al Chuy, no los sacas para otro lado. Siempre vamos para ahí. El año pasado justo coincidieron unos días que tocaba en el Chuy y entonces aproveché para enganchar con la gira, pero este año no tengo toques los fines de semana ahí, así que tendré que ir algún día en la semana nomás…

Es Licenciada en Comunicación, egresada de la Universidad ORT en 2017. Trabaja en Rurales El País, sección a la que ingresó en agosto de 2020. Antes fue periodista agropecuaria en El Observador y productora en el programa radial Valor Agregado, de radio Carve. Escribe artículos para la revista de la Asociación Rural y se desempeña como productora del programada #HablemosdeAgro, que se emite los domingos en Canal 10.

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