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El escritorio Aramburu celebra mucho más que 30 años de servicios

Desde Sarandí del Yí ofrecen cartera de negocios a todo el país.

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Pablo D. Mestre

Según Albert Einstein, las crisis siempre generan oportunidades... Pero hay que saber aprovecharlas. En la crisis de principios de la década del ‘80, y como la mayoría de los productores agropecuarios del país, Ignacio Aramburu la pasó mal. “La estancia que arrendaba se vendió, entonces vendí todo el ganado, un pequeño campo que tenía, el auto, pagué las deudas a los bancos y quedé con un campo arrendado, un puñado de ovejas y un jeep sin capota”, recuerda. Pero también quedó con las ganas de trabajar, de salir adelante y empezar de nuevo.

Y se fue para Sarandí del Yí.

A los pocos días le ofrecieron trabajo en un escritorio rural: Juan Carlos Schol, “que fue mi maestro y un amigo que, hasta ahora con sus 90 años, va a visitarme cuando tengo remates de cabañas en Sarandí”. Con él, Aramburu estuvo casi 5 años y luego, en octubre de 1989, decidió abrir su propia empresa.

Su primer cliente fue Jorge Bernardo Lagemman (el alemán), con campo en la zona. “Lo tuve hasta hace poco tiempo, gran persona y amigo”, mencionó con emoción pues ya no está entre nosotros. En los ‘90 “fue él quien me presentó a Jean Paul Brisson, un francés economista que trabaja en una de las fábricas de aluminio más grandes del mundo y venía a radicarse a Uruguay”.

Jean Paul fue el impulsor, el motor del escritorio. “Con experiencia y respaldo, confiando a full en nosotros”. Hoy, con sus 80 años, “sigue yendo a la estancia y al escritorio muy seguido”.

Aramburu mencionó que durante muchos años se dedicaron a los embarques y negocios particulares. “En la crisis del 2002, financiera y sanitaria producto de la aparición de la Aftosa, cuando se realizó la primera Pantalla con la Hereford, participamos porque vimos que a los empresarios les costaba cada vez más ir a revisar los ganados, porque perdían todo el día y muchas veces volvían sin hacer el negocio”.

Así fue que se integraron a Plazarural.

En estos años Aramburu considera que “hemos crecido y seguimos creciendo”.

¿Las bases?

Mencionó: “si algo nos caracteriza es la puntualidad, llegar unos minutos antes de la hora pactada”. Y el compromiso “que tiene que ser hoy y no mañana”.

Este crecimiento está consolidado y centrado en el equipo. “Tengo el orgullo que mis dos hijos varones están trabajando en el escritorio: José Ignacio en administración hace 25 años, y Arturo encargado de embarques a frigoríficos hace 12 años”.

Además, Gabriel Iglesias es encargado de Pantalla hace 25 años, el Ing. Alfonso Puig encargado de ventas de campo hace 22 años, Federico Torres Negreira en exportación en pie desde hace 18 años, Mauricio Torres Negreira en negocios particulares hace 8 años. Y Víctor Velazco remata hace una década, “después del fallecimiento de mi querido Jorge Delgado que remató por más de 15 años con nosotros”.

Consideró un mérito que en 30 años “solo un colaborador, el primero que tuve, después de 18 años se fue a trabajar en su propia empresa, Miguel A. Pérez, el Negro”.

Por eso, Ignacio Aramburu hace un balance positivo de estas tres décadas. “No estoy físicamente todos los días en el escritorio, pero con la comunicación que tenemos hoy estamos todo el tiempo en contacto”. Es que, “por la decisión que tomamos con Emilia hace 6 años, priorizamos la educación de nuestras hijas Amalia y Francisca de 10 años”. Pero, “para que ellas no pierdan los valores y el cariño al campo, hacemos 600 km casi todos los fines de semana”.

Y está feliz, porque supo aprovechar las oportunidades que se generaron en una crisis hace ya 30 años...

José Ignacio: “Pagar siempre y decir no hay problema”.

En el año 1996, cuando tenía 18 años, José Ignacio Aramburu estaba estudiando en Montevideo. “Me llama papá y me dice: venite que necesito a uno para la contabilidad, el escritorio viene creciendo y te necesito acá. Es que siempre dice que en la contabilidad tiene que haber una persona en quien confiar, en los escritorios rurales y en toda empresa”.

De ahí en más es que ocupa esa área del escritorio. Al principio realizaba las liquidaciones, bancos, contabilidad. “Por suerte ese crecimiento se mantiene hasta hoy”, dijo.

Para Aramburu, “gracias a Dios hemos seguido creciendo e incorporando gente”. En la actualidad cuentan con 4 chicas en el área de contabilidad, “entre ellas Ana, mi mano derecha, además, una contadora dentro del escritorio y un contador externo: el Estudio Santeugini”.

José Ignacio menciona que desde siempre en el escritorio muchos clientes viejos que le llaman Contador, “pero no llegué, me pusieron a trabajar antes y no me recibí”, confiesa.

Además, dentro del escritorio hay una persona solo para la trazabilidad “ya que hoy contamos con una herramienta a mi entender muy beneficiosa para nuestro rubro que es el Fideicomiso de Garantía, que permite hacer negocios más largos y con más seguridad para todos”. Informó que ahora están por agregarle otro ingrediente, el Seguro contra muerte y abigeato sobre todos los ganados que estén dentro del Fideicomiso.

Otro rubro que este año creció también fue el de remates de cabaña. “Años anteriores hacíamos algunos remates, pero este año incluimos varios más”, dijo. Y mencionó que este empuje hacia los remates “se lo debemos en parte a nuestro martillero y amigo Víctor “Tigre” Velazco”. Esto, también llevó a seguir creciendo, “ya que tuvimos que agregar un departamento de marketing con el diseñador Agustín Goday quien hace todos los trabajos de diseños, web y redes sociales”.

En este sentido, en tema tecnología e internet, dijo que “siempre hemos sido pioneros”. Haciendo un poco de historia recordó que “fuimos de los primeros en el rubro en tener página web, a tal punto que hasta hoy nos dicen “aramburu.com”. Dijo que, en parte, es gracias a un amigo, Fernando, “que es Ingeniero en Sistemas y siempre nos ha hecho estar a la vanguardia en todo esto”.

José Ignacio Aramburu destaca que hay dos cosas que siempre ha tratado de hacer desde hace 23 años: “Pagar cuando hay que pagar, y muchas veces antes si es que me lo piden”. Y además, seguir el lema de siempre: “no hay problema”. Dijo que “si les preguntan a nuestros clientes seguro esa frase la escucharon más de una vez, y esto en parte de las tantas cosas que han ayudado a seguir creciendo”, reconoció.

José Ignacio además resaltó que “es un honor y un orgullo poder trabajar al lado de un padre y de un hermano (Arturo). Hay gente que dice que no es fácil tener un padre y patrón (como le digo) a la vez, pero desde el principio siempre me dio para adelante, en cada cosa que le decía que me parecía había que hacer, cambiar o avanzar”. Asegurando que “eso es parte del entendimiento cuando te dejan hacer las cosas”.

Y comentó en tono jocoso que si bien su padre parece bravo a veces, “siempre digo que perro que ladra no muerde...”.

Arturo: hay un equipo sólido que funciona bien.

“En el año 2005, cuando pensaba qué carrera iba a seguir, empecé en el Escritorio haciendo algunas liquidaciones, bancos y organizaba guías en general”, recuerda Arturo Aramburu.

La empresa seguía creciendo y en el 2007 le dieron la oportunidad de cambiar de sector. “Comencé recorriendo diferentes zonas haciendo negocios particulares y acompañando a Gabriel Iglesias, encargado de la parte nuestra en Plazarural desde su inicio”. Inspeccionaba animales y sumaba experiencia junto a los inspectores.

Pasaron 4 años más y en el año 2011 el encargado de la parte de frigoríficos, Miguel A. Pérez, el primer colaborador del Escritorio, decide tomar su propio camino. “Entonces papá me preguntó si tomaba yo esta parte y a los pocos días ya estaba pesando en un frigorífico”, afirmó Arturo.

Hoy, la ganadería está pasando un momento impensado tal vez con precios históricos y una demanda exterior muy pujante.

“Son 14 años de etapas y momentos muy buenos, de aprendizaje y crecimiento”, dijo. Y destacó que “se ha logrado un equipo muy sólido para cada rama de la empresa con la dirección del “patrón” como le decimos nosotros a mi padre”.

Arturo reconoció que la mejor parte “es poder trabajar en algo que nos gusta, que nos inculcaron y enseñaron como es el agro”. Y además, ser una empresa familiar, “tengo la suerte de trabajar día a día con mi padre y mi hermano que disfruto y agradezco”.

Pablo Mestre
Pablo Mestre

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