Publicidad

Bicho angurriento...

De añoranzas y andares

de añoranzas y andares, mate

Hace ya varios años, tendría unos cuatro o cinco, acompañamos a mi padre a darle de comer a los toritos. Mientras se arrimaban a los comederos, papá comenzó a abrir las bolsas de ración y repartir un poco para cada cajón, que seguramente serían elaborados a raíz de las mismas bolsas. Con mi madre mirábamos atentamente la tarea y esperábamos que las bestias se acercaran a comer. Llegaron y arrasaron con el buffet. Se pechaban, empujaban y movían de un lado para el otro en busca de algún otro montoncito libre para dar otro bocado a aquella delicia. Cuando ya no había más nada que lamer, los animales se marcharon. “Ahí se van de culo lleno”, fue mi comentario cuando noté la diarrea que tenían los pobres toritos.

 comedero, terneros

Publicidad

Publicidad