Federico Camy, contador y socio del estudio Guyer & Regules, realiza una puesta a punto del interés de extranjeros por la residencia fiscal destinada a la compra de campos en Uruguay.
Pablo D. Mestre y Martín Olaverry
-¿Qué significa la residencia fiscal y hacia donde se apunta desde lo tributario?
-El tema de la residencia fiscal es un concepto que Uruguay aplica desde 2007, cuando fue la última reforma tributaria grande que hubo. Ahí se aplicó el concepto de residencia fiscal que se usa a nivel mundial. Se utiliza para determinar quiénes son residentes de un país a los efectos de pagar impuestos, con definiciones que tienen matices. Los países no son todos iguales. Uruguay, el año pasado flexibilizó e incorporó nuevos conceptos para ser residente fiscal saliendo de los típicos y tradicionales que estaban desde 2007. Hasta el año pasado quien era residente fiscal era quien estaba más de 183 días, más de la mitad del año; si alguien tenía ingresos en Uruguay superior a los ingresos en otros países, es decir, un interés económico principal en Uruguay. O un interés vital, si tiene familia, hijos, si viven en Uruguay, si estoy arraigado a un club social, al sistema de salud, de educación. Habían otras causales de interés económico, como tener inmuebles de un valor de US$ 1,630 millones ya se era residente fiscal con eso. El año pasado en el cambio en la legislación se incorporó una nueva causal: que el inmueble sea solo de US$ 400 mil pero combinarlo con estar al menos 60 días presente en Uruguay. Baja el nivel de inversión inmobiliaria, pero define a la persona que, por lo menos, esté efectivamente presente en Uruguay unos 60 días.
Eventualmente haber invertido en una empresa de más de US$ 1,630 mil y genere más de 15 puestos de trabajo. Esas son las nuevas causales que tenemos, la flexibilización del año pasado, procurando un movimiento de gente para quienes tuvieran intención de venir a Uruguay que le sea más sencillo acceder a una residencia fiscal con los US$ 400 mil y los 60 días efectivos.
-¿Cómo han observado la evolución desde que se tomó la medida hasta la fecha, sobre todo, con los argentinos?
-Se han dado una serie de hechos que, en realidad, no han dejado explotar del todo a la medida como los cortes permanentes en el ingreso de extranjeros por la frontera. En la medida que la pandemia se interpuso en el medio fuertemente y Uruguay, a partir de diciembre, empezó a trancar el ingreso de no residentes hizo que quizás no se haya terminado de explotar del todo la medida. De todas formas, sin duda que quienes estamos en contacto con inversores del exterior vemos que hay interés de personas que manifiestan, algunos lo han logrado hacer, pero hay muchos que están con un interés de dar el paso definitivamente. No son decisiones sencillas. Está atado a no solo comprar el inmueble y estar 60 días. Tiene que dejar de ser residente del otro país. Es un elemento clave, por ende implica salir de otro país. No todo el mundo toma la decisión rápidamente. Ya hay muchas personas que lo han hecho.
No es el agro que he visto más inversores entrando a comprar tierras o invertir allí para lograr la residencia fiscal, pero muchos del sector de servicios, de profesionales, de actividades comerciales. Hay mucha gente que empezó a dar el paso. En la medida que las fronteras se abran, en los próximos meses según los titulares de prensa, se podría dar una mayor movida a personas que terminen de dar el paso. Incluso, acompañado de un leve deterioro en lo que son las actividades de los países de Argentina concretamente con todas los inconvenientes que hay. Quizás en el agro empiece a incurrir por ahí por las medidas que se han dado en el país vecino de la carne y otros sectores que están complicados.
-Hay una realidad diferente a lo que fue, para el agro, la situación del 2000 con el precio de la tierra más bajo.
-Sin dudas es diferente a esa ola que vivió Uruguay en el sector agropecuario. Recuerdo casos de empresas que en 2004 o 2005, en remates que nos tocó participar para inversores. Precios por terribles campos agrícolas a US$ 1.850 la hectárea, que previamente habían sido adquiridos a US$ 700 la ha. Eso no existe más desde luego. Pone una barrera y hace que no sea tan atractivo el ingreso sin duda. Va haber gente interesada, pero no veo una ola del agro desarrolladora como la de 2005, un movimiento muy importante.