—¿Cómo cerró la campaña de invierno del año pasado?
—Fue un año que no fue parejo en todos los cultivos. En rendimientos, podemos decir que en gramíneas fue bueno y no tanto en la canola, pero se dio una constante que en cualquiera de los 3 cultivos sembrados temprano hubo problemas sanitarios que nos llevaron a gastar mucho en fungicidas, y que en casos rindieron menos que los sembrados de mediados de mayo a mediados de junio. La mayoría de las cebadas y los trigos rindieron mucho, pero de todas formas el negocio no fue bueno, en un invierno que con viento a favor fue un empate. Si bien los costos habían disminuido bastante, seguían siendo altos para el nivel de precios que manejamos después. Con una cebada o un trigo entre US$ 220 y US$ 200, el número se ajusta y el márgen por hectárea apenas llega a los US$ 100. La canola, que se plantó más temprano, rindió poco y tuvo un margen negativo, si bien algunas un poco más tardías tuvieron otro panorama. La cuenta del invierno podríamos decir que queda en un empate, que no es mal negocio, porque si después de estos cultivos logras una buena segunda de implantación, funciona. El tema es que además las condiciones de siembra de verano no fueron las mejores y si bien tenemos cultivos buenos, sobre todo después de las lluvias, no son excepcionales.
- Hubo muchos problemas de calidad y bastante rechazo en cebada por ejemplo, los cuales a su vez cambian el valor del grano ¿por qué pensas que se dio esto?
- Totalmente. La diferencia es abismal. Hablamos de que una cebada maltera está entre US$ 200 y US$ 220, y una cebada forrajera anda en el eje de los US$ 160. Eso te cambia totalmente la ecuación. Pienso que los problemas de calidad se dieron básicamente por las lluvias que tuvimos en noviembre y diciembre. En mi zona acá, en Flores, fueron 190 milímetros en noviembre y 130 mm en diciembre, y eso no solo rellenó los perfiles para el verano como algo positivo, porque también complicó realmente la calidad de estos granos. Estábamos en plena cosecha, porque en mi caso estaba trillando sin problemas de calidad hasta una lluvia que tuvimos por tres días, y de ahí en adelante los problemas de calidad vinieron todos. En mi situación particular tuve un 20% de rechazo en cebada y nada de rechazo en trigo, pero intenté cosechar lo más rápido posible para esquivar estos problemas.
- ¿Qué pasó con la colza en 2023?
- Los problemas estuvieron desde el arranque y se fueron agravando. Yo diría que desde mediados de mayo para adelante se complicó mucho para los cultivos ya instalados por temas sanitarios así como por los insectos, que es un tema difícil de manejar. Eso hizo caer muchas chacras. Aparte de eso hubo problemas de implantación, que me animaría a decir que en canola son comunes, y asumimos que en este cultivo siempre una parte sufre una resiembra o cambio a trigo o cebada. Hoy, por el negocio que hay planteado en canola, no lo veo como un cultivo que nos motive a crecer en área, pero sí lo veo como un cultivo absolutamente necesario en la rotación, porque sobre todo en el tema de malezas nos permite evitar la resistencia. Y acá quizás me adelanto un poco en la respuesta, porque presupuestando el invierno 2024, el peor número es la canola. Cuando uno pone las cuentas del invierno sobre un Excel, los tres cultivos son negativos pero la canola es el peor de todos. Ahora, los que estamos insertos en el negocio agrícola desde siempre, lo miramos en el ejercicio, en el año agrícola. A pesar de estos números negativos para el invierno, el doble cultivo sigue siendo mejor que un cultivo de verano primera. Y con esa misma cuenta que te digo, con el peor cultivo de invierno que es la canola, igual hace que su tándem con la soja entregue el número más cómodo proyectado hacia 2025. ¿Por qué? Porque la soja sobre canola tiene un potencial de rendimiento igual o superior que una soja de primera, y bastante mayor al de una soja sobre trigo o cebada.
- Lo que no cosechás en invierno entonces, ¿lo capitalizas con granos del verano siguiente?
- Yo creo que van de la mano las dos cosas. El doble cultivo es absolutamente necesario para hacer ese aporte de carbono que necesitamos en la sustentabilidad del sistema. Después, empresarialmente, sería imposible sostener la estructura de nuestras empresas, incluyendo la actividad del personal, si no hiciéramos cultivos de invierno. Por eso, creo que dentro de las opciones que tenemos, no existe la opción de no sembrar. Sabemos que es una cuenta que a priori puede dar negativa, o por lo menos ajustada, pero todavía queda mucho camino por recorrer hacia el invierno que viene. Lo que sí tenemos claro es que no es un año en el que podamos forzarnos a hacer una mayor superficie de trigo, cebada o colza. Tenemos que hacer el área de invierno que podemos hacer bien y por sobre todas las cosas controlada en costos y sistema, para tener la posibilidad de revertir ese número que inicialmente parece ser negativo. Y como tú me decís, finalmente podemos transformar ese número que no aparece como tan faborable en kilos del próximo verano. En mi caso, mantengo un área y planificación parecida a la del año pasado.
- ¿Cuáles son las expectativas para esta campaña de verano?
- En la parte productiva, las implantaciones fueron muy distintas. Hubo chacras que se implantaron bien, otras no tanto y algunas otras con resiembra. Eso hizo que nos fueramos atrasando en las fechas. Estas últimas lluvias, si bien llegaron en el límite, lo hicieron en el momento indicado. Acá se manejaron registros de entre 50 y 80 milímetros que son muy buenos, y los cultivos ya van teniendo una explosión después de esto. Hay cultivos de primera o segundas tempranas que están muy buenos y muestran un gran potencial, pero yo diría que estamos en un año promedio, porque también tenemos otros de segunda que van a restar. Podemos esperar rendimientos de primera entre 2.500 y 3.000 kilos, y una segunda entre 1.500 y 2.000. Eso, con los valores actuales de la soja, con viento a favor, es otro empate. Necesitamos que los granos suban 50 dólares cada uno para sentirnos cómodos con el negocio.
- ¿Ya fueron tomando posición?
- Soy amante de los promedios, entonces voy vendiendo y armando el número final. Este año en particular, creo que por encima de todo nos queda la herida de lo que fue el año pasado y no nos animamos a tomar tantas posiciones por adelantado. En mi caso diría que tengo vendido un 25% con precios en el entorno de US$ 450. Resta un 75% por colocar. Lo que sí creo es que con estos precios el productor no vende hasta que no le aprete la piola. Eso creo que es general en los agricultores.
Agricultura en rotación con la ganadería
—¿Hay espacio para seguir creciendo en la agricultura en los campos mixtos del centro del país?
—No creo que haya mucho espacio para crecer, no sé si decir que es cero, pero mucho no hay. Lo que sí hay, es un negocio sano. Las empresas agrícolas que estamos en la zona no somos empresas que sembramos solo si hay negocio y después nos vamos. Sembramos en un sistema estable, y creo que no tiene camino de regreso. La agricultura va a seguir estando en la misma medida que está hoy porque es un sistema que se armó de esa forma y funciona, y por ser campos mixtos es común pensar que en Flores hay 50% campos agrícolas y 50% campos ganaderos. Esa ecuación se va a seguir manteniendo y es buena.
—Con la rotación o los corrales, ¿continúa la sinergia de la agricultura con la ganadería?
—Si, eso ya no se discute. No veo corrales nuevos, pero no veo a ninguno de los ya existentes que se achique. El sistema de agregar granos en la carne llegó para quedarse haciendo una buena sinergia. Se llevan mucha recría y mucho grano, y es una opción realmente muy buena. Veo a la ganadería, agricultura, corrales y tambo trabajando en una armonía que estoy seguro genera envidia en el mundo. Es cierto que los números están ajustados, pero vamos buscándole la vuelta para que todo siga funcionando.