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Gonzalo Zorrilla: “Diez toneladas/Há. aseguran margen del productor arrocero”

El coordinador del proyecto de transferencia de tecnología liderado por la Asociación de Cultivadores de Arroz, dijo que la cadena arrocera uruguaya es un “ejemplo de fortaleza”, ya que sin esta integración “7 años consecutivos de números negativos habrían sido el fin de cualquier otro sector”. Respecto del espíritu del productor arrocero, manifestó que su pasión y resiliencia es denominador común en muchos países que visitó: “hay ganaderos, hay agricultores y hay arroceros”. Y expresó que más allá de los desafíos sectoriales, “la herramienta del productor es mejorar en su propia chacra”.

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Gonzalo Zorrilla
Foto: José López

-Cómo empieza su vínculo con el sector arrocero?

-En cierta medida fue casual. Nací y me crie en el campo, pero mi desarrollo e interés estuvo vinculado inicialmente a la ganadería. En 1980 comencé a trabajar en soja y en 1981 los cruces de la vida me llevaron a la Estación Experimental del Este a trabajar con arroz. Así fue que entré a la investigación, lo cual no estaba originalmente en mis planes. De ahí en más ya van casi 40 años dedicado a esto.

-Siempre se menciona la pasión y resiliencia del productor arrocero. Desde la investigación, ¿se siente esto también?

-Sí, se siente. Es una característica del arrocero, que se vincula al esfuerzo, a la inversión y todo lo que hay que poner para el cultivo. No pasa solo en Uruguay, tuve la suerte de recorrer muchos países por esto y en todos lados hay ganaderos, hay agricultores y hay arroceros. Tiende a ser un perfil particular de agricultor, que en algunos aspectos hace más sencilla la investigación. Uruguay lo demuestra.

-A este respecto, usted ha podido recorrer muchos países viendo distintos sistemas de producción de arroz. ¿Cómo ve a Uruguay comparado con ellos?

-Es conocido que tenemos un sector con un liderazgo a nivel internacional en rendimientos, desarrollo tecnológico, organización institucional y una verticalidad que permite exportar casi toda la producción a los mercados más exigentes. En lo que hace a la investigación, también hay una muy clara relevancia, siendo uno de los pilares del sector. Entré a trabajar en 1982 con el Convenio Arrocero, un acuerdo del sector donde los privados invertían para colaborar con los recursos de la investigación pública. La formación del INIA tuvo mucho que ver con esta experiencia. De ahí en adelante ha sido un sello nacional. Hoy se habla de coinnovación para lograr avances: el sector arrocero uruguayo hace más de 40 años que trabaja en la eficiencia productiva, la calidad del producto y la sostenibilidad de los sistemas.

-¿Cómo ve esta nueva realidad del sector luego de atravesar muchos años complicados?

-Ha sido un ejemplo de la fortaleza de esta estructura. 7 años consecutivos de números negativos habría sido el fin de cualquier otro sector. Si bien el sector arrocero lo sintió porque bajó el área, logró sobrevivir y mantener esa estructura integrada. Los viejos arroceros dicen que hay que aguantar los temporales para disfrutar cuando vienen los años mejores, como sucedió con la zafra pasada o esta que viene muy bien agrícolamente.

-Se realizaron las jornadas de campo del proyecto de transferencia de tecnología liderado por ACA, ¿de qué se trató?

-Ya retirado de INIA y trabajando como agrónomo independiente, estoy trabajando coordinando este proyecto de + Arroz + Margen. Hay un gran esfuerzo para transferir la tecnología sectorial, liderado por la Asociación de Cultivadores de Arroz y los productores, en una alianza estrecha con INIA, Gremial de Molinos, sponsors y un apoyo estratégico del FLAR. Los 2 primeros años fueron financiados por ANDE, pero este tercero hay un esfuerzo privado para dar continuidad al proyecto. Los productores tienen la iniciativa de generar ese espacio, incluso en un sector que ya transfiere bien la tecnología, pero siempre se puede achicar la brecha. Por más que hay muy buenos resultados físicos, siguen habiendo productores que trabajan por debajo de la media.

-¿Es difícil “emparejar hacia arriba”?

-No, no es difícil. La forma de trabajo es simple y se basa en la comunicación horizontal entre pares: de productor a productor. Con esta alianza institucional nos pusimos de acuerdo en las 10 premisas básicas que aseguran altos rendimientos, directamente ligados luego con el margen. Una vez acordadas estas premisas, desarrollamos una red de productores referentes en todo el país, en este caso 10, que van desde Colonia Palma, pasando por Lapuente, zonas de Cerro Largo, Treinta y Tres y Rocha. Esos productores brindan un área donde el equipo técnico propone esos 10 puntos en el área demostrativa, y luego hay una superficie testigo que la sigue manejando el productor como siempre. Este escenario permite discutir efectos y el por qué de muchas acciones. Se buscan solucionar los problemas a los productores.

-Más de 9400 kilos promedio la zafra pasada, ¿se pueden seguir levantando esos techos de rendimiento?

-En esta etapa estoy disfrutando de dejar el gorro de investigador y ponerme el de extensionista, que es dar un paso más en la cadena. Trabajamos mano a mano con productores, y vemos que la investigación que hicimos durante muchos años se concreta, aunque también conocemos las dificultades. En estos 2 años pasados del proyecto quedó ampliamente demostrado que es posible superar las 10 toneladas de arroz. Además, 10 toneladas por hectárea aseguran el margen. En todos los casos que manejamos dentro del proyecto sucedió así. Esos productores que sacan más de 10 toneladas tienen un manejo de costos e insumos similar al que no las saca. Hay que promover la agricultura de procesos: no estamos cambiando nada, buscamos dar calidad a lo que se hace y lograr eficiencia.

-¿En esto puede colaborar la alternancia con pasturas o soja por ejemplo?

-Está fuera de discusión que las rotaciones son una excelente herramienta, lo cual no quiere decir que en todos los casos se de igual. La soja es un actor relativamente nuevo con creciente importancia, en el caso de las pasturas es una rotación clásica que sin ninguna duda mejora los indicadores. La rotación no se discute, pero hay que ir a la cancha a ver las dificultades para que estas se estructuren bien, porque está la problemática de los arroceros de acceder a los campos en tiempo y forma. Se está trabajando en eso también con ACA, INIA y el Plan Agropecuario, buscando mostrar los efectos ganar-ganar de la relación entre el dueño de campo y el arrocero.

-Merín está consolidada como la variedad predominante, ¿cómo analiza estos avances?

-Son procesos. Con tantos años en esto vi pasar Bluebelle, El Paso 144, Tacuarí, Olimar y ahora Merín. Y esto va a seguir. Hoy en productividad es difícil de superar el Merín, pero seguramente en algún momento esto suceda. Ya hay problemas en su utilización en sistemas con aguas muy justas. Hay materiales nuevos probándose como el 9193 u otras resistentes a Brusone. Es un proceso de mejora continua.

-Desde su óptica, ¿cuáles son los principales desafíos del sector a futuro?

-Los desafíos son constantes. La búsqueda de un resultado económico va de la mano con la eficiencia en todos los procesos. Hay un escenario muy dinámico con los mercados o los nichos con valores más exclusivos. Tenemos también la interrogante del TLC con China que es una caja por descubrir, pero tenemos que estar trabajando para estar preparados. En definitiva, el resultado es de cada uno y la herramienta del productor es mejorar en su propia chacra. Los demás desafíos son sectoriales. Por eso, con estos proyectos estamos colaborando desde la propia chacra con el productor, y vemos un entusiasmo para afinar detalles y potenciar esto.

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