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Cada vez hay más maíz de segunda

A la espera de lluvias que den la humedad necesaria y terminando trillas de invierno y siembra de soja, productores se preparan para sembrar la gramínea de verano

Maíz naciendo
Maíz naciendo
Marcela García Pintos

Las trillas de invierno van terminando a nivel país, con resultados sorprendentemente buenos que entusiasman al productor, en un escenario bastante más desafiante por una suba importante de los costos y un debilitamiento del tipo de cambio. A su vez, la campaña pasada de verano, salvo en algunas zonas del norte y partes aisladas del sur, fue muy buena para la soja y el maíz de segunda. Y por muy buena me refiero a producciones superlativas con precios de los granos excelentes. A esto hay que agregar que el valor de la carne estaba muy por encima de lo que tenemos hoy, por tanto, el negocio en el caso del maíz también fue muy bueno internamente. Y como dicen por ahí, el productor se acuerda mucho de la última foto, de la última zafra.

En distintas chacras del territorio nacional ya se encaminan hacia el final las siembras de soja. A su vez, las implantaciones de maíz de primera ya se terminaron hace buen tiempo. Una vez que las chacras estén sembradas y, sobre todo, la logística y maquinaria tenga espacio, de mediados de diciembre en adelante comienzan las siembras de maíz de segunda, esquema que ha sido particularmente elegido por los agricultores en las últimas campañas.

La última zafra, se estima que hubo algo más de 150.000 hectáreas de maíz a nivel nacional, lo que significa un área bastante pequeña si se piensa que podría haber una relación 2 o 3 a 1 con la soja como sucede en Argentina. En el caso de la oleaginosa, se implantaron más de 1.100.000 hectáreas, lo que lo sitúa como el principal cultivo en superficie por bastante diferencia.

Hay distintos factores que hacen pensar que el área de maíz puede crecer. El antes mencionado es uno. Otro es el avance en el paquete tecnológico del mismo. Antes, en un año climáticamente complicado, las chacras podían arrojar producciones casi nulas. Ahora, y tal como aseguró Felipe González de Procampo Uruguay, en el peor de los casos hay que pensar en 3.000 o 4.000 kilos y el potencial del cultivo puede ir de 6 toneladas a 10, manejando además la población y decidiendo si se utiliza un esquema defensivo o no, sin hipotecar las expectativas de rendimiento del cultivo. También es importante recordar que el maíz es un cultivo que responde muy bien al riego, y tal como aseguró Daniel Rubio hace un par de semanas a Rurales El País, puede incrementar sus rindes hasta en un 120%.

El otro aspecto particularmente importante es la flexibilidad en las ventanas de siembra del cultivo, lo cual permite en muchos casos ser el “fusible” a tercer cultivo del año. Hay siembras de primera que se terminaron hace ya 2 o 3 meses, al tiempo que las de segunda no han iniciado o se están decidiendo aún. La decisión del productor de volcarse más a siembras de segunda tiene dos razones particularmente especiales: en primer lugar, esquivar el período crítico del cultivo en los momentos en los que llueve menos, y en los últimos años lamentablemente ha sido particularmente notorio, y en segundo término porque en muchos casos ingresan sobre un rastrojo de cultivo de invierno, y especialmente si es sobre trigo las siembras se juntan sobre los últimos días de diciembre.

Para este caso, Sofía Guigou de la firma ADP expresó que podríamos esperar un 80% de siembras de segunda frente a un 20% de las de primera.

El precio de la carne ha sido importante también. Es preciso recordar que el maíz, si bien se exporta y toma como referencia los valores internacionales, tiene una participación particularmente importante en los sistemas productivos nacionales, y por ellos me refiero especialmente a los encierros.

Existe un viejo anhelo en el sistema productivo nacional, como afirmaba Germán Bremermann de Barraca Erro de llegar a las 200.000 hectáreas a nivel nacional. Es difícil poder decir si este año se llega o no debido a que se esperan las lluvias de los próximos días para generar la humedad en el suelo necesaria y que los productores se larguen a sembrar.

Para finalizar, es preciso recordar que el sector agropecuario vive un momento bueno pero desafiante, con costos que se incrementan y un tipo de cambio que como hemos expresado y es de público conocimiento, se ha debilitado. Por ello, la demanda estructuralmente creciente del mundo por materias primas y las rotaciones agronómicas integradas, dan al maíz un lugar indiscutido en el esquema del productor como gramínea de verano, más allá de lo que pueda suceder con sus valores en momentos coyunturales.

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