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Habrá que aplicar mucho manejo para asegurar preñez

Promedio nacional es de 70,6%; hay tecnología validada para salir adelante.

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Pablo Antúnez

Uruguay tiene suficientes tecnologías validadas y técnicos capacitados para ayudar a los ganaderos criadores a asegurarse las preñeces que están en juego, ante un invierno duro y una primavera que no cuenta con los mejores pronósticos.

Esta semana el XIV Taller de Evaluación de Diagnósticos de Preñeces Vacunas —organizado por el INIA Treinta y Tres— mostró un índice promedio a nivel país de 70,6% cuando el año pasado se había alcanzado un 73,9%. La meta ahora debe ser asegurarse los terneros.

Con esa visión, la Ing. Agr. Graciela Quintans, investigadora del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), creadora e impulsora de este taller de diagnósticos, con la colaboración de veterinarios de libre ejercicio de la profesión, aseguró a El País que las vacas preñadas deben ser una alta prioridad dentro de cada predio. A la vez, recordó que “las vaquillonas preñadas”, también deben formar parte de esa prioridad, porque, de alguna forma, “son las que tienen mayores requerimientos por estar creciendo. Por eso se debería manejarlas de forma que, si bien —en general— pierden condición corporal al parto, que esa pérdida sea la menor posible”.

La caída del peso corporal al parto, se da en forma natural, porque la vaca atraviesa un balance energético negativo. “ Se debe evitar que sea muy brusca y que no provoque una condición corporal al parto muy baja, que comprometa el éxito de una parición”, remarcó la experta de INIA.

Lo que se rescató como mensaje primario del reciente Taller de INIA es la necesidad de cuidar esos vientres que están gestando para que lleguen a parir exitosamente el ternero que hoy llevan en su vientre.

Para Quintans, a esa meta se llega de distintas formas y en función de los recursos que tenga cada productor en el establecimiento, ya sean mejoramientos de campo donde poder colocar esas vacas que están en peor estado corporal y están gestando o las vaquillonas preñadas, que tienen requerimientos nutricionales superiores, porque además de estar gestando, todavía están en crecimiento.

Quintans dijo a El País que como la mayor parte de la cría se desarrolla sobre campo natural, se les puede asignar a las vacas en gestación “los potreros del campo natural que estén reservados para ese fin”.

suplementación. Otra de las medidas pasa por aportarles a esos vientres gestando “una suplementación de corta duración pre parto, que no supere los 40 o 45 días en vacas multíparas, porque los resultados de la investigación demuestran que una suplementación corta pre parto en vacas primíparas, no tendría efecto en la eficiencia reproductiva posterior”, remarcó Quintans.

Si el productor no puede suplementar y no cuenta con mejoramientos, tiene la opción de “rotar esas vacas gestantes dentro del campo natural. Se vino un invierno temprano, se deben cuidar, de alguna forma, para que no pierdan fuerza, por eso hay que caminar las vacas en el campo dos o tres veces por semana para que no paran sin fuerza”, agregó la experta.

Mirando más lejos, se viene lo que para la experta del INIA “es el segundo tiempo del partido: después del parto”.

También hay tecnologías validadas, probadas y que los técnicos uruguayos conocen bien, para recuperar las vacas después del parto y aumentar las posibilidades de que se preñen en la próxima temporada de servicios. “Mirando para adelante durante los próximos 3 meses, con la meta de cuidar las vacas preñadas, busquemos todas las alternativas en función de los recursos que tenga el productor”. reiteró Quintans. “El productor es el que conoce mejor su campo, el que mejor maneja sus potreros y sabe dónde colocar esa categoría que va a ser la más delicada”, sostuvo.

Recrías. Pero hay que pensar en que “la vaca tiene memoria” y las investigaciones muestran que la eficiencia reproductiva de una vaquillona se juega en el primer invierno después del destete, “lo que le llamamos su primer invierno de vida”, le recordó Quintans a El País.

La recomendación es que se debe evitar que las terneras pierdan peso en el invierno. “En general lo que vimos es que si se les deja sobre campo natural sin darles ningún tipo de ayuda o complemento, las terneras pierden peso a razón de 50 gramos por día, en otros años 100 gramos por día o hasta 150 gramos por día. Hay que tratar de evitar esa pérdida de peso a través de un pastoreo en área mejorada o con una suplementación durante los tres meses de invierno, con lo que el productor tenga disponible, puede ser un afrechillo de arroz, una ración balanceada”.

La investigadora de INIA dijo que de esa forma, al evitar que los animales pierdan peso en ese primer invierno de vida, “nos estamos asegurando la eficiencia reproductiva futura. Una ternera mal criada durante ese período va a costar más preñarse como vaquillona de dos años”. Según cifras de Dicose, el 58% de las vaquillonas del país se entoran por primera vez a los dos años de edad.

La recría de hembras es la etapa que va desde el destete hasta el momento del entore.

En muchas zonas criadoras los productores están apostando a cuidar más las terneras que serán las futuras madres del rodeo, generándose su propia reposición y evitando ingresar vientres al rodeo con una sanidad dudosa o diferente a los paquetes que aplican en sus establecimientos. Quintans sostiene que un buen desarrollo y estado en la recría es importante para asegurar que al momento del entore las vaquillonas presenten celos normales, de manera de que queden preñadas al comienzo del período.

Guillermo Crampet

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